Faltáis
Escribía esto ayer desde la sierra madrileña, al amanecer, como siempre hago desde hace mucho tiempo. Apenas se esboza la claridad del día contra el borde recortado de la montaña y me apena que durante algo más de un mes no vaya a poder pasar por aquí, previsiblemente, por falta de conexión a la red. Ni siquiera podré comentaros hoy por falta de tiempo. Así que os dejo esto hasta mi vuelta. No os vayáis muy lejos. No me hagáis mucho caso. A veces se vuelve uno asquerosamente sentimental.
Besos y abrazos a todas y a todos.
Sois el silencio hiriente
clavado en el silencio de la paz.
El viento se ha callado
y empiezan los gemidos de la casa
al lamido del sol de la mañana
y al son de los cencerros del ganado.
Vuestra distancia invade
los reflejos del valle sobre el verde,
como ese dolor lento de los ojos
cuando se abren sin nada a que mirar.
Es extraño el vacío
cuando es debido a la presencia
de algún hueco de voz en el paisaje.
Sois abrazo sin pecho en que apoyarse,
la lágrima sin tierra que mojar,
una carta doliente sin destino,
reloj sin horas que contar.
Ausencia.