30.5.08

Sed

Sobre la forma estrecha de mis brazos abiertos
mi corazón como sediento cuenco
se abre al ritmo de un son inexplorado
como unos pies dispuestos a la marcha.
La meta es lo de menos.
La palabra que fluye nos traiciona
porque nos lleva a otras en cadena
sin salir nunca del sabor a sed
que las mueve y nos mueve
en la afanosa búsqueda del agua.

28.5.08

Leyes no escritas


Me miró fijamente y me dijo: “Usted sabe mucho, pero eso a mí me importa un huevo. Mis condiciones son estas: Usted me firma las nóminas en blanco y yo le pago si quiero, cuando quiero y lo que quiero.”

No me lo invento. Así sucedió un lejano 1974 cuando me trasladé a vivir a Madrid y no encontraba trabajo de profesor en ningún colegio. Un anuncio en el periódico me llevó a un antro donde bajo una apariencia respetable reinaban el despotismo y la esclavitud más abyectas. No tuve más remedio que acceder a tan sincero cinismo y comencé un curso de pesadilla con aulas juntas de dos en dos en que tenía que simultanear clases de Inglés y Francés y combinar diferentes niveles de aprendizajes hasta con sesenta alumnos. El director debía de tener contactos que le avisaban de cuando iba a haber alguna inspección y esos días abría las aulas cerradas y ponía a las empleadas de limpieza o a otros amigotes como si fueran profesores para que pareciera aquello el no va más de la perfección educativa.

Naturalmente mi venganza tardó en llegar lo que tardé en encontrar otro trabajo a los tres meses. Antes de finalizar el trimestre ya me comprometí con el colegio en que habría de llegar tras no pocas turbulencias a mi ya inminente jubilación. Esperé hasta el mismo primer día de clase en enero de 1975 y le llamé justamente a la hora del comienzo de las clases y le dije: “Agradecido por todo. Ya puedes ir buscando a otro imbécil. Que te jodan”.

Al hilo de ese hecho y de otros que nunca han parado de llegar a mi conocimiento me he convencido de que la intocable ley procedente de esa justicia de ojos ciegos y balanza equilibrada oculta un regusto a garantía de privilegios de unos pocos elegidos más que a derechos de una gran masa de desheredados.

Y así, con frecuencia, aunque la ley se confecciona con criterios rectos y expresiones biensonantes en las que no hay lugar a discriminaciones, en muchas leyes me ha parecido percibir –malpensado que es uno- una suerte de guiño procedente de los de arriba diciéndose: “Quede todo muy bonito aunque sepamos que luego, en la práctica, nada de nada”. Como bien se decían –o se decía que se decía- entre fervientes católicos integristas cuando el Concilio Vaticano segundo: “Que digan lo que quieran. Al final seguiremos salvándonos los mismos”.

Y es que la realidad confirma que la sociedad no se conforma a las leyes escritas sino a ancestrales costumbres en las que al final el varón gana más que la mujer, el rico gana más pleitos que el pobre, las cárceles contienen más de estos que de aquellos y que ciertas puertas se abren mejor para unos que para otros. De eso saben mucho las mafias.

Quizás todo esto sea debido a que hay multitud de leyes no escritas pero de mucho más exacto y escrupuloso cumplimiento que las leyes consensuadas por todos los grupos políticos, aprobadas por las dos Cámaras, firmadas por el Jefe del Estado y publicadas en el B.O.E. Considere, si no, el individuo inteligente la contundencia y eficacia comparativa de los siguientes argumentos tomados de la más rigurosa realidad: “Yo las leyes me las paso por la entrepierna. Denúnciame si quieres, que ya se encargarán mis abogados de que encima tengas que pagar las costas del juicio”; “Que no me vengas con leyes que, payo, yo soy gitano y tengo sangre de reyes en la palma de la mano”; “¿Que me vas a denunciar? jaja, tú no sabes con quién estás hablando”; “Si te vas de la lengua te denuncio por no tener los papeles en regla”…

Así es. El imperio de la ley y el orden no es el Parlamento sólo sino un torpe amasijo de leyes no escritas en las que usos y abusos ancestrales imponen comportamientos de obligado cumplimiento.

Dicho lo cual sigo afirmando mi respeto a las leyes escritas a la par que mi desconfianza en muchas de ellas y mi resignación beligerante a las leyes no escritas.

Sobre las cuales y en detalle más en otro momento.

26.5.08

Horizonte

Sólo por ser lejano te me acerco
a mis días o noches,
a mis sueños o velas.
En las leves huídas de lentos parpadeos
se pierde mi mirada en tu distancia
y tu espejismo se hace carne en mis anhelos.
Sé que no existes, que si te llegara
te habrías replegado a otras trincheras,
a otra línea en el vértice del cielo con la tierra
y me habrías dejado
la huella sola de tu lejanía.
Por eso tú me acoges
sólo por ser lejano,
inaccesible y cierto
como la ausencia que me lleva dentro,
como el inmenso deseo que me quema,
como el intenso vacío que me llena.

23.5.08

Tiempo vencido


Algunas veces surgen los testigos
de otros pasos lejanos en el tiempo.
Su parda vestidura los delata
o el áspero contraste con lo usual.
Una lógica ciega y egoísta
va eliminándolos cuando los ve.
Por eso cuando busco eternidades
he de escrutar con tiento entre las sombras.
Cada vez más difícil.
Un minúsculo trozo de solar
al que un zarzal se abraza con angustia.
Un oscuro mojón de soledades
de un antiguo camino.
Unos grises escombros
arropados en líquenes o musgos...
Son inocentes víctimas
de un pasado que al hombre le recuerda
el dedo inexorable del destino.
Por eso los oculta.
Por eso hay que buscar cuando se quiere
humedecer los ojos
en la nostalgia y la humildad.
Sólo unos restos despreciables
han vencido las míseras fronteras
que aherrojan los suspiros
con que el alba nos tienta cada día.

21.5.08

De mimos, risas y procacidades varias


No habrá nadie probablemente que no haya reparado en esas personas inmóviles como estatuas que hacen profesión de su quietud a las puertas de palacios reales o en las cercanías de monumentos a soldados desconocidos o, simplemente, en cualquier sitio concurrido para llamar la atención del viandante al tiempo que para obtener de él algún dinero.

Siempre me invadió la curiosidad por saber qué es lo que ocuparía sus mentes ágiles en su controlada figura. La engañosa quietud del cuerpo bajo la tensión oculta de los músculos no puede inmovilizar la actividad mental a lo largo del tiempo prolongado.

Dando vueltas a sesudas profundidades y transcendencias como a menudo invaden las mentes ociosas y preocupadas pensaba yo en estos últimos preguntándome por el pensamiento y las preocupaciones de los mimos. En eso estaba cuando llamó mi atención una noticia (Público, jueves 15 de mayo de 2008, pág. 39) referida al trabajo de un mimo que ejerce esa profesión como solaz en su tiempo libre.

Resulta que en ese trabajo llega a la conclusión de que la mujer que ríe tras ser fecundada in vitro aumenta en un 15 % sus posibilidades de quedar embarazada.

Harto ya de tantas tristezas y maldades como afligen este mundo inclemente me refugié en este insólito valor de la risa hasta hacer en mis melancolías un pequeño hogar donde entibiar una sonrisa amable. Me imaginé que, naturalmente, no sólo habría de ser válido tal hecho para los deseados bebés-probeta sino también para la hueste de los no buscados hijos de Ogino, de preservativos perforados, de fallidos métodos de temperaturas basales, de coitus tardíamente interruptus o de chapuceras ligaduras de trompas o vasectomías. O bien, por supuesto, para los casos de descendencia laboriosamente buscada.

Así que sonreía yo aviesamente tramando comunicarlo a la Conferencia Episcopal como método anticonceptivo válido para ciertas estrechas morales. Nada de recurrir a lavados vaginales ni a píldoras del día siguiente sino a la más absoluta seriedad tras el placentero acto.

Imagínese usted la situación en la que, como tantas veces en la vida, la mujer lleva la peor parte: el esfuerzo por mantener cara de poker o el de forzar la risa tras el placer que más induciría al relajo o a la preparación del siguiente orgasmo. En tal coyuntura, yo, como varón juerguista que soy, no creo que pudiera mantener la seriedad como no puedo hacerlo sólo con pensarlo. La situación necesitaría de la sincera colaboración de ambos. Los dos como palos por si acaso la perforación de la barrera o el fallo del método pudieran llevar a resultados no queridos o bien el rápido repaso a los mejores chistes o al solapado jeje inductor de fecundas risas en caso contrario.

Desde ahora en mi imaginación, al lado del pensador de Rodin esbozaré la imagen de un Mimo profundizando en los misterios de la vida al tiempo que en su quietud o en su medidísimo movimiento deja volar sus reflexiones a lo más profundo del misterio de la vida.

Desde aquí hoy mi homenaje a tan grandes artistas.

A la inmensa grandeza de la risa.

Y al inacabable placer de los mejores orgasmos.

19.5.08

Excéntrico

Lo más normal es que a estas horas
me quede ensimismado y me concentre
pero hoy no sé qué pasa que
me quedo entumismado y me descentro.
Encontrar ese tú que me convoca
y hacer de él un nuevo centro
se convierte en el reto más osado
con que afrontar el día.
Rebusco en las palabras más cercanas
el velado atractor de mi desequilibrio.
Quizás no quiera hallarlo y quede en el vaivén
de una búsqueda terca e interminable
que me deje avanzar como si fuera
un sistema de biela y manivela.
Quizás porque en el fondo hallar el tú
significa tan sólo despertarse.

16.5.08

Un abrazo

Te he mirado dormida largamente.
rebuscando el secreto tras tus cerrados párpados.
Imaginé con quien soñabas,
reconstruí su rostro,
indagué en su mirada.
llegué a alcanzar el borde de sus manos tendidas,
buceé en sus palabras,
copié el latido de su corazón
y aprendí en tu deseo su forma deseada.
Y robé luego descaradamente
el rastro de esa forma para así asegurarme
de que al cerrar los ojos, ya cansado,
tú me miraras en silencio
y pudieras ver en los míos
las huellas de mi sueño.
Sería así, despiertos, nuestro abrazo
el contacto anhelado de dos sueños,
el agua ansiada de nuestra mutua sed,
la entrega deseada sin sombra de conquista,
el poso de un amor multiplicado
por nuestros dos deseos.

14.5.08

Más sobre rincones y refugios (hoy en prosa)


No le pide uno demasiado a la vida. Basta a veces un pequeño rincón o refugio donde estar a solas en paz con uno mismo. Porque, vamos a ver, el trato con los demás supone con harta frecuencia un intercambio que, excepto en el caso de amigos íntimos, es más un cumplido que otra cosa y, a veces, una discusión con escasos logros. Y, la verdad, uno se cansa de ver que en el entretenimiento o río revuelto dialéctico de unos pocos existen otros, como buenos pescadores que pescan a manos llenas. Discutan unos si son galgos o podencos mientras los podencos o galgos acaben saliéndose con la suya.

Efectivamente no parece ser demasiado un solitario rincón a donde retirarse. La estancia “ad hoc” o retrete (sitio retirado) se ha convertido en lugar de urgencia de bajas connotaciones poco propicias a elevadas o místicas actividades. Así que uno se las ingenia para huir de todo, más en el tiempo que en el espacio, robándole horas al sueño o a la noche.

Uno se pregunta qué tiene de nociva esa actividad para la sociedad que tanto y con tanta saña trata de torpedearla. Timbres, teléfonos, mensajes y buscas se turnan para inocular halagos o distracciones que impiden ser feliz en el silencio. Como si una omnipresente mano se empeñara en demostrar que tu tiempo también es suyo.

Claro que no resulta extraño si consideramos cuánto están dispuestos a pagar las grandes firmas y los poderosos partidos o corrientes de opinión por dinamitar los retiros y los silencios. Programas de ordenador, prensa, radio, televisión, cine, televisión y hasta incluso libros promocionan cuanto les parece bien como si se obstinaran en cobrar en publicidad el placer que tú consideras mérito tuyo y ellos se empeñan en demostrar como largueza suya.

Desde aquí proclamo insistentemente mi derecho a una zona libre de uso propio sin meterme con nadie. Disfruten los demás con el Gran Hermano, con el alboroto, con los reality shows, comprándole jugosas previsiones a tarotistas, adivinadores o astrólogos y siguiendo las huellas a los famosos. Déjenme a mí, sin embargo, mi espacio a solas donde pueda avergonzarme sin sonrojo de mi condición humana y soñar sin publicidad con las grandes praderas del olvido. Déjenme una zona íntima alrededor de este silencio y retiro para compartir conmigo mismo y con aquellos que saben hablar y escuchar sin apuntarte como cliente. Déjenme una rendija desde la que poder leer a los pocos sabios que aún demuestran que la escondida minoría de los solitarios jamás se rinde y están dispuestos a dejar sembrada la semilla de un futuro inacabable de pacíficos e insobornables resistentes.

Y déjenme que desde esta zona, refugio, rendija o espacio os lo deje dicho a vosotros que - también desde vuestro propio espacio- sabéis de qué hablo.

12.5.08

De rincones y refugios

Entraré adonde soy yo mismo ahora
luz de mi transparencia, sombra de mi espesura,
cuerpo de añil del cielo de mi huida.
Porque no tengo allí que explicar nada
ni me acosa el error que pudiera dañarme
ni hay otros rostros a quienes me debiera
ni mejores palabras que decirme.
Porque en el fondo soy ese vacío
que cada día espera que pase sin quedarme
a saludar tan sólo a un viejo amigo
a decir nada más que no me he ido.

9.5.08

Fetiches

Soy un empedernido fetichista.
Lo siento, esto es cosa de la edad
cuando el cuerpo se rinde a su flaqueza
y ni Harrison Ford ni Clint Eastwood siquiera
nos sirven de consuelo:
Las fotos imposibles de Intimissimi,
distancias inferiores a dos metros,
unos labios sin tregua,
una mano y el lazo de sus dedos,
las piernas asintóticas,
el seno tembloroso,
los ojos acuosos
y el lúbrico deseo de palabras
con los ojos perdidos de distancia.
Bien lo siento, son cosas de la edad
en que no pierde uno la esperanza
de que algún contacto abandonado
como un nuevo fetiche
nos será dado por añadidura.

7.5.08

Asíntotas

Las matemáticas son sorprendentemente fecundas pero el afán tradicional de reducirlas a cálculo de cuentas más que a planteamiento y discusión han hecho de ellas algo minoritario. No es fácil que la mayoría desligue las matemáticas de las tablas de multiplicar o de los absurdos problemas y ejercicios que padecimos y seguimos padeciendo cuando las estudiamos a pesar del esfuerzo denodado de algunos profesores por renovar su enseñanza.

En consecuencia no acaba de verse un horizonte luminoso para esa magna construcción del pensamiento, quizás porque para ello, como sucede con la filosofía, hay que pensar, actividad de escaso futuro dado lo poco que produce y los muchos problemas que origina.

Piénsese, si no, en el tratamiento matemático de lo infinitamente grande y lo infinitamente pequeño que a veces nos sorprende con la paradoja de que se pueda hacer una operación infinitas veces, lo que requiere un tiempo infinito, y, sin embargo, llegar a un límite finito. Según eso Aquiles nunca adelantará a la tortuga por más que todos sepan que sí lo hará.

Es entonces posible una aproximación eterna a un punto sin que jamás se llegue a él. Parece absurdo pero las matemáticas tratan esa paradoja habitualmente y han tenido que pedir a los lingüistas que construyan una palabra para ello, Asíntota, la que no coincide. Jamás llegarás a aquello a lo que tiendes pero siempre te irás acercando. Como sucede con tantas cosas de la vida: ideales, proyectos, amores, conocimientos o lealtades. Buena palabra para la poesía pero poco utilizada porque la mayoría de los poetas son “de letras” con escasas excepciones.

La realidad y los que saben aprovecharse de ella nos suministran sabrosos ejemplos uno de ellos se me viene a la memoria porque lo leí hace tiempo y ya me llamó entonces la atención. Decía, según creo recordar, que la minifalda ha demostrado que las piernas de las mujeres son interminables. Su extrema y creciente exigüidad jamás permitirá que se desvele el fondo del misterio.

Lo mismo pasa con los records olímpicos. La increíble precisión de nuestros relojes atómicos han convertido el segundo en una eternidad y han permitido la emoción de superar siempre los records sin más que medir en milésimas, millonésimas o lo que haga falta. Perfecto con tal de que no se nos confunda haciéndonos creer que las posibilidades del cuerpo no tienen límites sino que se trata de una interminable aproximación a ese límite.

Eso lo saben bien los políticos que, aunque no sean matemáticos, son capaces de hacer monumentos con los incrementos infinitesimales de los índices que pueden serles favorables: Baste con proclamar la aproximación , por ejemplo, al pleno empleo, a la vivienda digna, a la seguridad ciudadana, a la ausencia de accidentes…

Es cuestión de poner la boca grande cuando se habla de aproximación y no insistir demasiado en la infinita exigüidad del incremento de ella.

Al final resulta que vivimos con ilusión de llegar a algo que, como el horizonte, siempre se nos queda fuera del alcance de la mano.

No es magro consuelo saber que, sin embargo, nos vamos acercando.

Ni es escasa riqueza el ser conscientes de lo mucho que llena el tiempo disponible el simple hecho de no dejar nunca de aproximarse.

5.5.08

De cambios y permanencias

Es fácil hacer daño
como es fácil también amar.
Lo difícil es enmendar aquel
o resistir amando.
Hay heridas que cicatrizan mal
como hay dulzores con sabor efímero
cuando no se conservan día a día.
Lo que hace nuestra vida tan dudosa
y dolorosamente tan cambiante
es el esfuerzo por arrepentirse
y el afán por seguir sin desaliento.
De cambio y permanencia va la vida.
Lo importante es cambiar y conservarse
sólo en lo que merece ser cambiado,
sólo en lo que merece conservarse.

2.5.08

Mucho tiene quien menos necesita

Sobrenado en la abundancia
de mi ausencia de necesidad
y a veces me anego en ella
porque en esa cornucopia habitan ciertos vicios
profundos como un mar:
disfrutar del aire que respiro,
poseer la ventana de mis ojos,
ansiar el cuerpo que se ofrece,
mirar a las montañas,
perder los ojos en el mar lejano,
dibujar el sendero de mi fuga,
imaginar refugios habitables,
disolver las tristezas en sonrisas
y hacer posible lo imposible.
Y aunque a veces me asfixio en tanto exceso
me digo satisfecho
que al menos es barato
a poco que yo mismo me lo crea.