De siembras y cosechas
que ese deseo tenga que cumplirse.
Sembrarlo es otra cosa
porque tienes derecho a recoger los frutos.
No es igual si lo miras del revés:
a menudo recoges frutos que no has sembrado
-al menos que tú sepas-
Por eso te preguntas al pensarlo
quién siembra en tus surcos
cuando tú no lo has hecho,
si tu vida inconsciente o las ajenas vidas
o el azar con que todo viene o va.
A veces no lo sabes y otras sí.
Quiero hoy alzar mi copa por quienes sí conozco
y a quienes quiero agradecer aquí su silenciosa mano
con la que sin pedirlo se me dieron.
Que sepan sin dudarlo
que tienen el derecho de pasar
sin llamar ni pedir permiso alguno,
aunque ya me haya ido,
hasta el fondo de mí donde he guardado
con mi mayor afecto
la cosecha que ellos me sembraron.
(Con todo cariño a cuantos en este cibermundo bloguero -presentes o ausentes ya- pasaron por aquí o me acogieron, sembrando en ambos casos mucho de cuanto yo torpemente les ofrezco)