31.10.08

Contacto

Sube a veces el alma,
caracol tras la lluvia,
al borde soleado de este cuerpo
y alza su escueta desnudez
y sus anhelos a la orilla en que acabamos.
No hay perdón que pedir a ningún dios
ni vergüenza que dar a ningún hombre.
Solos nosotros ofrendados
a la atmósfera tibia y al silencio,
leve la piel sin recovecos
medita el imposible
de ojos que puedan recorrernos
con la mano repleta de silencio
y buscar la respuesta de la entrega
en íntimos resquicios que ocultamos.
Quizás -pensamos- el temblor oculto
que va bajo la piel como la aurora
con sus dedos a la noche
se abriría.
Quizás la vida sea esa ofrenda
bajo la piel turgente. Un deseo
de otras manos lejanas que nos toquen
y revienten el flujo que nos pierde
en otra vida
u otra muerte.

29.10.08

Iubilemus

No sé si lo recuerdo bien o a los ojos de mi memoria les ha llegado el vaho del frío otoñal que difumina de nostalgias el pasado.
Era enero de 1965 y, mientras estudiaba, no sé si la Estructura Económica de J.L.Sampedro o el árido tomazo de Estadística Matemática de Vegas, un amigo que trabajaba en un colegio y sabía de mi afición a la lengua de Homero me dijo: “¿Te atreverías a dar la clase de griego a los de quinto de letras? El profesor que daba esa clase ha tenido que dejarlo después del primer trimestre.”
Dudé por un momento. No se trataba de capacidad para hacerlo sino de la entrada en el mundo desconocido de la enseñanza por el que más sentía miedo que atracción. Pero dije que sí y emprendí con ello un camino sin retorno que me llevaría hasta hoy , cuando, cuarenta y tres años más tarde, dudo de si soy el mismo de entonces, o si hice lo correcto, pero sí estoy seguro de que entré en el ámbito en que habría de vivir prácticamente toda una vida plagada de experiencias, de logros y de fracasos. Quizás como habría sucedido con cualquier otro camino que hubiese emprendido en la vida pero con la peculiaridad de haberme encontrado con miles de personas a las que intenté dejar lo mejor de mí mismo y de mi visión de la vida.
Cuando se llega al cumpleaños que marca la jubilación y, con ella, el fin de esa etapa no es extraño que se enfrente uno a sentimientos encontrados de nostalgia o de alegría. Me fijaré hoy más en estos últimos y me dedicaré como reflexión estos versos:

Llegar es sólo un modo de decir
que estás en otro punto de partida:
la vida no es victoria conseguida
sino el plazo de un tiempo por vivir.

Alcanzar otra etapa es conseguir
que la altura allegada de la vida
recubra con su olvido la ancha herida
de las horas de lucha y de sufrir.

Muchas fueron las olas en la arena
de la playa que hiciste grano a grano.
Te queda ya el impulso de tu mano
ganado en la alegría y en la pena.

El tiempo tuyo ahora es la victoria
de las horas de luz en tu memoria.

Con un recuerdo cariñoso a cuantos me han acompañado, unos de modo real todo el tiempo y otros virtualmente aquí durante más de dos años, hoy estas líneas agradecidas.

27.10.08

Lugares comunes

Repaso los momentos en que fuimos felices
compartiendo en silencio devociones.
Fue al principio el contacto de las manos
al andar por las calles
compartiendo la lluvia y el paraguas.
Después miradas a lo lejos
que unían nuestros ojos a los montes.
Ahora, que ha pasado tantas veces
la costumbre secando el horizonte
y hemos domesticado la sorpresa,
basta sentarse el uno junto al otro
y saber que al volver de nuestros sueños
hay un lugar común que nos acoge:
la mirada cercana,
la naturalidad con que miramos
las arrugas que el tiempo nos depara.

24.10.08

Esperas de perfil

Escucho y aún espero
y tras mucho escuchar sigo escuchando.
Sólo al final he descubierto
que no era lo importante la palabra esperada
sino la pose exacta del perfil
que marcaba mi sombra
sobre la lisa y muda indiferencia
de lo que la costumbre llama vida.

22.10.08

Leyes no escritas, 16: La ley del silencio

Contra la lógica evidente de que el que se calla no dice nada se yergue la orgullosa y estúpida pretensión de que quien calla otorga. Si bien se mira, esa evidente estupidez es la herramienta adecuada para arrimar el ascua de la habitual indiferencia del pacífico ciudadano a la suculenta sardina del pretencioso y privilegiado administrador del llamado orden social.
Y es que resulta curioso cómo, después de que las tiranías, las dictaduras y las monarquías absolutas han caído en revoluciones y guillotinas, las mismas pretensiones de aquellas siguen existiendo, pero necesitadas de un apoyo popular. Está claro que el pueblo no le pide mucho más a la vida que el “panem et circenses” y que le dejen en paz, aunque para ello tenga que bajarse de vez en cuando los pantalones (o subirse las faldas). Nadie lo reconocerá, pero así es y con ello cuentan los que ocupan la cúspide de la pirámide socioalimentaria. Se cuenta con un pequeño grupo de disidentes, de tan estentórea voz como menguadas fuerzas, que vendrá a demostrar que hay libertad, pero que el pueblo manda (siempre lo justo que necesita el que ríe el último para reír dos veces).
Así pues, manos a la obra, porque ahora que el silencio es el aliado del poder, viene a convertirse en joya inapreciable. Todos cooperamos: padres de familia, profesores, organizaciones, valores establecidos: “Tú calla y no repliques”, “Es de mala educación interrumpir a los mayores”, “El silencio es oro”...Por si acaso alguien habla para decir verdades es importante establecer unas reglas lógicas y retóricas que eliminen de antemano un posible clamor popular y signifiquen inequívocamente al disidente ante los líderes de alado verbo y aplastantes medios publicitarios para humillarle, incluirle en listas negras y hacerle la vida imposible.
La ley del silencio es ley no escrita tan inevitable como la muerte (los usamericanos añaden también a Hacienda, pero hasta que lleguen a la habilidad hispana todavía les queda mucho por aprender) y no hay triunfador ni mangante que no se la tenga apropiada. Así las mafias con su omertá, así los matones de barrio y de colegio con su contundente acción contra el chivato, así los que saben preguntar de tal modo que el que ose contestar quede más al descubierto y más fichado que un sátiro en una playa nudista, así los muñidores de preguntas para referendos inevitables, así los clasificadores de referendos en posibles e imposibles (ni por un momento sueñe nadie que se le vaya a preguntar por el sueldo de los políticos, de los altos ejecutivos, por los presupuestos del ejército o de la Casa Real ni por si debe haber un salario máximo), así los de barroca palabra que te escuchan sólo para decirte lo mal que hablas, así los que utilizan el plural mayestático haciendo creer que es la primera persona del plural y luego dicen, si se ha menester, que era el plural mayestático, así los del de donde dije digo, digo Diego...
La verdad es que, si bien se mira, la ley del silencio es la garantía de inmortalidad para monarcas, dictadores, gorrones, nobles, mafias, trepas y chupatintas. Su nombre varía pero se los conoce porque siempre sobrenadan como la espuma sostenidos sobre una sólida, etérea e invisible base de silencio.

20.10.08

Las cosas como son

No son así las cosas, alba desmadejada,
ritual de arena sobre el mar.
No son así.
No importa, sin embargo.
La vida, como el mar, nos sobrevive
y de ella siempre queda
la altura que llevaba sobre el suelo,
el ardor de su vuelo,
y el espiráculo mortal
en que a sí misma se ofrecía
la sombra gris de su total distancia.

17.10.08

De vuelta

Treinta días han sido suficientes
para volver aquí de donde no me fui.
Rompo el silencio nada más
en lo que no eran ruinas.
La palabra de otros evitó
que nada se perdiera.
Vuelvo el mismo porque en mí no hay otro
sino aquel que no puede resistir
el poderoso impulso de quedarse