28.11.08

Fuego

Esa estampa que evoca
la huida soterrada desde el mundo
que ansiamos olvidar.
Como en un sólido refugio,
la espalda vuelta a las tinieblas
y al peso impuesto de las horas huecas,
es bello como un sueño
el azar de las llamas y del humo.
Perder nuestra mirada
y olvidar.
Sentir tan sólo la sorpresa que esconden
el recio tronco o las ramitas resinosas.
Apenas el recurso
de un fuelle o de una rama
para forzar volutas de centellas
o el veloz crepitar de las ascuas ocultas.
¿Qué misterio se esconde en esas llamas?
Ellas acaso, como el alma del deseo
que ocultamos con púdica ceniza,
nos guardan el misterio
del subir sin saber,
de perderse en las sombras y soñar
que ya ha llegado allí
donde siempre hay final
y no fracaso.

26.11.08

Justicia

Cuando la ley era tan divina como Dios, tan sagrada como los libros en que se expresaba y tan revelada como la palabra de sus profetas ser justo, recto y santo era una misma cosa. Pero este mundo nuestro ha relegado a antiguallas estas justicias, tantas veces injustísimas, de leyes sobrehumanas e intocables que lo mismo convierten ciertos alimentos en impuros que tapan rostros, prohíben profilácticos o propician terribles castigos e inquisiciones.
Hoy, al menos en este selecto mundo de la civilización occidental, la justicia ha dejado de ser voluntad divina e intenta ser expresión de rectitud y equilibrio como la diosa de los ojos vendados que intenta simplemente ajustar el fiel de su balanza sin mirar lo que se pone en cada plato.
Pero no es tarea fácil. El comportamiento recto que pretende consagrar una igualdad de trato en medio de costumbres ancestrales de predominio de la fuerza sobre la razón es acaso una utopía. Bien puede ser la de palabras y leyes tan etéreas como la de las constituciones que consagran la igualdad de los derechos de todos sin discriminación, mujeres y hombres, blancos y negros, ciudadanos y extranjeros, empleados y parados, creyentes y ateos, jóvenes y ancianos. Los hechos contumaces nos demuestran como la ciega justicia acaba dedicando más espacio en sus cárceles a negros, pobres, ignorantes, parados y extranjeros que a los selectos hijos de clases altas que a veces se dignan en pasar por sus mejores y especiales dependencias cuando sus “abusos económicos” o sus “excesos de confianza” hacen aconsejable ofrecer al altar de los sacrificios algunos chivos expiatorios con que maquillar la intolerable diferencia entre el delito económico de altos vuelos y la pedestre ratería del chorizo. Porque, no nos engañemos, en el fondo de los podridos corazones de los ciudadanos, ansiosos de seguridad para sus míseros ahorrillos y sus modestas aficiones, demandamos más la venganza ante el macarra que nos despoja a punta de pistola que la justicia ante el prócer que se forra, al parecer, del aire pero, también al parecer, lejos de nuestros bolsillos. Con lo cual allá ellos con sus multimillonarios negocios, así sean más negros que el hollín. A mí que me defiendan del ratero de turno y del reptil del asfalto que me quita el hipo y la cartera a golpe de navaja.
Pues eso, lo mismo que nosotros, los honrados ciudadanos, nuestros justicieros jueces de todos los juzgados llevan en sus talones el lastre del asco a la mugre de las calles y, cuando pueden y sin prisas, van impartiendo una justicia aparentemente ciega, pero que deja un pequeño resquicio en su venda para ver la altura del acusado. Y es que los que son iguales por arriba, por aquellos de saber más y tener más dinero, son capaces de aburrir a las piedras con sus recursos, mientras que los iguales de abajo no molestan tanto ni recurren tanto ni tienen que ser recluidos en alas especiales de las cárceles.
Así que viva la ley igual para todos mientras tantos jueces en el fondo sean tan parciales como las actuaciones que la sociedad les pide.

24.11.08

La inmensa lealtad de lo pequeño

Y al volver descubrimos lealtades
en el mismo lugar en que nosotros
habíamos mostrado nuestra deslealtad
y con las mismas cosas o personas
que habíamos dejado o ignorado.
Creíamos que estábamos salvados
por regresar a las más grandes causas,
a las palabras lúcidas e inmensas,
al refugio de héroes o de dioses.
Pero enseguida vimos cuán errados andábamos:
A quienes más debíamos no era
a los más grandes, altos o famosos
ni a escarpadas montañas, ríos hondos,
simas profundísimas o sublimes paisajes
que ni siquiera ya nos recordaban
sino al mínimo instante o a la ínfima gota:
justo a aquellos lugares y personas,
constantes, firmes, fieles y leales,
que aún nos recordaban.

21.11.08

Más dentro que fuera

Que el mundo nos sonría no es cuestión
de que éste haya cambiado al nuevo día:
la historia suele ser seria y vacía
cuando nadie le pide al corazón
el ansia de mirar con la emoción
de ver de nuevo lo que no veía
o de oír otra vez lo que no oía.
Más entra sentimiento que razón
en todo este proceso de apertura
desde la seriedad a la sonrisa
o desde un rostro huraño hasta otro afable.
La vida nunca deja de brindar hondura
a aquel que sabe ahondar en sí sin prisa
y se ame a fondo para ser amable.

19.11.08

De la etimología clásica a la memez

Hacen bien los científicos en reducir o conducir las diversidad a términos universales que, puestos a disposición de todos, puedan, con mayor o menor esfuerzo, llevar la luz y la comprensión a quienes lo deseen. El uso normal de cuanto nos rodea nos limita a apariencias y nos puede llevar a relacionar hipópotamos con caballos o murciélagos con ratones o al amor con el corazón.
El uso del griego y del latín ha demostrado ser un modo universalmente aceptado para construir palabras y expresiones sonoras que plasmen la enorme diversidad de las especies mediante oportunas explicaciones al alcance de todos. Sin duda requiere un esfuerzo el consultar en el lugar adecuado las características del “molleus scarabeidus” o del “agaricus silvestris” o del “pinus pinea” pero la información lograda es infinitamente superior a la de las palabras “bicho”, “seta” o “pino”.
Claro que la rotundidad y excelencia del término científico ha calado hondamente en la comunidad comerciante dada la categoría que proporciona el hablar de propiedades hidratantes, cloruro sódico o analgésico en vez de decir que moja, que tiene sal corriente o que calma el dolor. Por desgracia eso no ha durado mucho a causa de la mayor extensión de la cultura entre la gente y la natural propensión de los entendidos en chivatear todo lo que saben. Naturalmente, si un químico dice a todos que un desatascador de 20 euros está compuesto básicamente por hidróxido sódico, que no es ni más ni menos que sosa cáustica con un precio cien veces menor, la ruina del producto está asegurada.
Por eso las cosas no han podido durar mucho así, puesto que decir con palabras contrastables y de sentido fijo –aunque difíciles- acaba equivaliendo a confesar que nos venden agua con sal como si fuera oro o aspirinas como si fuera el bálsamo de Fierabrás. Los grandes manipuladores de nuestros bolsillos han vuelto al misterio de los cabalistas y alquimistas para llenarnos de niebla mientras nos despojan.
En efecto. Entretengámonos durante la cuarta parte del tiempo que la publicidad nos roba cuando queremos ver o leer algo que nos interesa en apuntar las alusiones a misteriosos efectos que sólo han descubierto los astutos departamentos de promoción y venta de las grandes compañías. En vano intentaremos localizar cientos de estúpidas palabras e incongruencias mentales para poder explicar lo inexplicable. En vano nos esforzaremos en desvelar a infantes desvalidos o a curiosos alumnos que las palabras –digamos- “fluirtino de vitamo” no existen o que la expresión “fuerza dinámica”, “blanco nuclear” o ultravitamínico son una tomadura de pelo.
Si alguna vez los humanos conseguimos –como parece que lo intentamos- que nuestra civilización desaparezca como desaparecieron los hititas y se vuelve a encontrar su rastro al cabo de los siglos, mucho me temo que los arqueólogos, científicos e investigadores de entonces acabarán pensando que los humanos actuales constaban de un 0’5 de abusones y un 99’5 de tontos., convencidos, encima, estos últimos de que el pueblo nunca se equivoca.
Con esta situación y las perspectivas previsibles es difícil saber que hacen padres y profesores intentando enseñar lo que se conoce en vez de mostrar el arte de pegar palabras y sonidos para patentar expresiones lucrativas sin sentido.
Por ejemplo, “ideopansincracia ultravitadinámica”

17.11.08

Nihil novi

Nada nuevo bajo esta noche púrpura.
Pero si bien lo pienso me doy cuenta
de que nada hay que haga
mejor lo nuevo que lo ya sabido.
Lo anterior por lo menos nunca exige
dar razón del porqué
está en el sitio exacto que ahora ocupa.

14.11.08

De mi perfil

Me interpelo a mí mismo
porque conozco demasiado bien
con quién estoy tratando y no me fío
de quien esconde tantos recovecos
en forma de recuerdos o de anhelos.
Juzgar a los demás resulta fácil
porque no compromete la propia idiosincrasia.
Pero a veces me pongo junto a ellos
y me doy cuenta de que acaso soy
como ellos para mí yo para ellos.
Entonces no me abato y digo con Terencio:
homo sum: humani nil a me alienum puto.
Hombre soy: de lo humano nada a mí ajeno juzgo.

12.11.08

Leyes no escritas, 18: La regla de oro

Que siempre haya una regla densa y preciosa como el oro no es, quizás, sino la expresión de nuestro sueño de encontrar la piedra filosofal que nos convierta en triunfadores.
Y es que, en el fondo, no nos resignamos a las leyes vulgares, escritas para todos los mortales, sino que aspiramos a dominar el secreto del éxito que nos abre todas las puertas. Así pues, soñamos con encontrar la fórmula magistral que remedie nuestro inexorable deseo de perfección por encima del vulgar y torpe cumplimiento de las leyes que afectan al resto del mundo. Las leyes normales son engorrosas, larguísimas, incomprensibles y, al menos en principio, afectan a todos por igual, con lo cual no nos sirven para los propósitos que nos animan de destacar sobre los demás.
¿Cómo se puede uno significar si se atiene a la misma velocidad, las mismas carreteras, los mismos procedimientos que todos? No. Eso no es tan inaceptable como las colas interminables en las que emplea el 90% de las personas el 90% de la vida.
Así que acumulamos secretillos y fórmulas magistrales secretas que –de boquilla al menos- nos permitan presentarnos como poseedores de caminos particulares y de una envidiable postura privilegiada ante la vida.
Lamentablemente el resultado de tal esfuerzo no puede reducirse a un par de hallazgos de universal aplicación sin corromper su naturaleza de camino privado para los privilegiados en que nos convertimos al ser sus únicos conocedores y usufructuarios. Por eso cada uno se reserva sus propios recursos en forma de axiomas a los que acude en caso necesario de llegar a un mismo sitio antes que los demás. Son frases rotundas, comportamientos o actitudes que nos dan la seguridad de encontrar el camino exacto por atajos particulares. Está claro que una regla preciosa como el oro ha de ser tan escasa como el mismo y nunca se resignará a ser comunicada pero todos sabemos que andamos en su búsqueda o ya nos congratulamos de su adquisición.
En fin, poco más puede decirse de tan alto secreto que cada uno guarda como intransferible tesoro: Unos dirán “Haz bien sin mirar a quien” mientras otros afirman: “Primero dispara y luego pregunta”, “Si te dan una bofetada en una mejilla pon la otra”, “Más vale fuerza que maña”, “Quien ríe el último ríe dos veces” o “Si tú no lo haces otro lo hará” …
Yo tengo una tomada de Quevedo: “Ande yo caliente y ríase la gente”
Claro que la digo porque me reservo el secreto de la manera que empleo para calentarme.
Y porque en el fondo digo como Groucho Marx: “Estos son mis principios. Si a usted no le gustan, tengo otros”
Y, naturalmente, esos otros me los callo para que el oro no se convierta en alpaca.

10.11.08

Dualidades

Te has levantado hoy tan de repente
que te has quedado mudo y sorprendido
de haber dejado lo más hondo tuyo
dormido, paralítico, olvidado
mientras marchaban piel, empeño y brío
al límite difuso del paisaje.
Y así andas ahora como en raudo vuelo
callado, leve, libre, iluso y alto,
entre lejos y cerca, entre un cuerpo y su sueño.
En medio de los dos meditas un poema
dual entre la altura y el terreno.
Volverás tras el miedo a la distancia
al impulso de un ruido que te asuste
a refugiarte en tierra fiel y sólida
donde eres roca exacta, fija y densa:
la patria más paciente que te espera.

7.11.08

Palabra

Cifra de mil historias,
harta de sangre o luz,
odio o amor o tiempo transcurrido.
Desgastada por mil batallas,
pulida por el paso del torrente,
en ti gravita el peso de la vida.
Pasaron siglos hasta el día -ahora-
en que la encarnación de tu memoria
viene a preñar el alma de las cosas.
Así, ya todo nuevo,
el lento y herrumbroso monumento
se ha hecho portentosa melodía
y con ella el paisaje mudo
vuelve a mirar con luz
hacia el poniente.

5.11.08

Leyes no escritas, 17: La excepción que confirma la regla

Es curiosa la tendencia, al parecer inevitable, de que quienes dominan las palabras acaban utilizándolas para convencer con su apariencia más que para razonar con su significado. Cuando uno intenta aprender qué quiere decir una palabra no es extraño que tenga que saltar de una página a otra y otra y otra del diccionario para acabar en la primera. Por eso tampoco extraña que los alumnos que quieren saber lo que significa una palabra acaben preguntando al profesor más que consultando un diccionario más enrevesado que el laberinto de Creta.
Yo mismo he cambiado, como prueba de ello, algunos dichos sabios por absurdas tautologías sin haber suscitado el más mínimo asombro, como si el valor de la expresión residiera en su incomprensiblilidad o en el ritmo o apariencia externa de la frase.
Pruébese con la frase: Lo breve, si breve, dos veces breve o con la formulación de los Luthiers: Está demostrado que de cada 100 personas que ven la televisión cincuenta son la mitad o bien: El hecho de que una araña sin patas no salte cuando se le ordena prueba que las arañas sin patas están sordas o incluso: No hay mayor sordo que el que no puede oír.
De parecido jaez son las disposiciones legales caricaturizadas por los famosos códigos de los derechos del Jefe:
Art. 1º: El jefe siempre tiene razón.
Art. 2º: En caso de duda razonable se resolverá de acuerdo con el art. 1º.
O con la de la exigencia de obediencia en una Orden Religiosa: Al Prior hay que obedecerle siempre porque, una de dos, o tiene la razón o no la tiene; si la tiene no hay duda y si no la tiene…pero, como la tiene…
Frases parecidas podrían multiplicarse hasta el infinito como prueba de que muchos argumentos sólo prueban que el último argumento es siempre sexual: Porque me sale de los pendientes.
Sin embargo cabría llamar la atención sobre la frase del título que proporciona una regla casi general de hacer lo que a uno le venga en gana y tener encima razón: Se reducen todas las posibilidades a dos, una favorable y otra no; se elabora una ley que remita de la segunda a la primera y ¡voilà! queda demostrado como lógico lo que ya teníamos como indiscutible.
Se perpetra, por ejemplo, una ley: En caso de duda el Jefe resuelve. Luego se considera dudoso todo lo que no está de acuerdo con lo que piensa el Jefe y se equipara el peso de las dos opiniones como ya sucedía en el caso del bardo del poblado de Astérix: Las opiniones sobre él están divididas, él piensa que es extraordinario y los demás, que es insoportable. Está claro que así siempre es posible el empate y, en todo caso, la duda: Si hay mayoría ganamos y si no la hay la sociedad está dividida.
No cabe duda: No hay regla sin excepción es la panacea. Tomamos como regla el orden establecido y como excepción la disidencia. De esa manera hasta la oposición está a favor de la regla porque es la excepción que confirma la regla de que no hay regla sin excepción.
¿Tomadura de pelo? Así lo creo. Lo malo es que no es chiste. Si uno se toma la molestia de mirar las leyes observará que muy a menudo dichas leyes no definen la bondad del de arriba sino que es dicha bondad la que hace que la leyes sean leyes.

3.11.08

Luego

Luego. Como si el aire nos pudiera
traer otros aromas.
Como si el cerco inútil del destino
pudiera levantarse.
Es la engañosa holgura del ovillo enredado
al tirar de un extremo.
Y tú sigues pensando que mañana
vendrá la juventud
o el eco del latido que nos falta
y empezaremos ya.
Y así se afila el día para entrar
en las ranuras ciegas
de un futuro truncado por un ya
tras el que nunca hay luego.