17.7.09

Lugares

Cambié de sitio para mirar al mar.
Pasé por lluvias, sendas y verdores.
Miré, miré, miraba.
Tu mano de repente me enlazó:
Compañía, sensaciones y recuerdos.
Y vi y vi y veía.

15.7.09

Mirando hacia hoy sin ira



Mi prosa hoy será breve, como corresponde a días lentos de calor por estas latitudes en que me muevo.
Serán dos puntos sólo:
- El escritorio de Blogger me indica que llevo ya quinientas entradas. No es mucho en algo más de tres años si se compara con algunos prolíficos blogueros que en parecido o menor tiempo cuentan sus entradas en más de mil incluyendo, además de su prosa o poesía cuidadosas, fotos, músicas, vídeos y complementos. En mis páginas desoladas hay más regularidad y constancia que otra cosa. Pretendo con ello dejar lugar a la lectura de otros blogs que bien se lo merecen. Lamento que haya disminuido el volumen de comentarios que hago en esas páginas, parte por falta de tiempo y parte por la terca voluntad de no pasar por pasar sino de pasar y repasar cuando la emoción y la belleza de lo que leo lo exige a voces. Hay días en que no paso de tres comentarios y eso me imposibilita cumplir medianamente con los enlaces que se renuevan (hoy, por ejemplo, setenta según veo en los vínculos RSS de los más de 200 a los que estoy suscrito). Una vez más debo manifestar mi asombro ante la gran cantidad de páginas memorables que por estos cibermundos se lanzan como vientos pasajeros al abrazo de admirados observadores desde tan distantes geografías como cercanos afectos comunicativos

-Vacaciones. La palabra tiene que ver con “vacío” y me resulta curiosa porque hace alusión a un puesto que se deja vacío y no alude a la parte de espacio que se llena con nuevos encuentros, experiencias o, sencillamente, con nuevos sitios desde donde vernos bajo otras perspectivas.
Mañana me desplazaré -bien acompañado, como siempre- hasta donde las olas cantábricas me hablen del norte que siempre me convoca. Ignoro si la racanería de las operadoras teléfonicas y la cobertura disponible me serán propicias para una mínima conexión. En todo caso, y por si la mudez de la adversidad de las ondas se me imponen, desde aquí dejo mis mejores deseos para cuantos -de vacaciones o no- suelen frecuentar estos ámbitos indignos de tan alta compañía.

Pasadlo todo lo bien que las circunstancias os permitan.
O, mejor aún, obligad a esas circunstancias a que os lo permitan.

13.7.09

Poética


Indago de continuo en mi extensión de pozo
y no quiero decir tan sólo hondura
sino aquello que tiene de abismo o grieta o sima.
No siempre soy consciente de lo que guardo dentro
pero cuando me doy cuenta de ello
siento que soy oculto sumidero
donde tanto sublime se despeña
y se pierde en la boca de su insondable vórtice.
Me asomo tercamente al borde y miro
para juntar astillas y restos de naufragio
con que poder hacer estas columnas
que al menos tengan forma de poema.

10.7.09

Patrias


De algún lugar jamás regresaremos
lo mismo que de alguno ya no hemos regresado.
Y no hablo de la muerte, tan cierta en el futuro
ni de ningún error ya cometido
sino del mismo hecho de saber
que hay parte de este cuerpo en donde somos vuelo,
arrebol de horizonte, distancia de paisaje
u ojos entornados al borde de una siesta.
No sería explicable de otro modo
el dejá vu que arropa las nostalgias,
el gesto de cerrar los ojos al escuchar la música,
el vértigo a que caes en soledad
o el silencio que añoras en medio de los ruidos.
Si alguna vez de mí no queda parte
que recuerde el camino de regreso
sepan todos que no ha sido una huida
hacia un sitio mejor
sino simple caída inevitable
a un probable lugar
al que pertenecía.

8.7.09

Nimiae


Uno tiende siempre a escribir sobre asuntos de apariencia trascendente, de gigantesco tamaño o de repercusiones cósmicas, tales como problemas de ámbito planetario, viajes sorprendentes, cuadros famosos, músicas extasiantes o paisajes sublimes, pero cuando se quiere ser sincero y aludir a lo realmente cotidiano, que es lo que ocupa la mayor parte de nuestro tiempo, la verdad es que lo más intenso de nuestro esfuerzo se lo lleva lo intrascendente, lo pequeño, lo inapreciable y lo nimio que, no por pequeño deja de presentar apariencias de construcción elaborada y de trampas de la vida.
Quizás no sea igual para todos pero en mi caso le he pedido prestada a la sincera experiencia de lo que hago a lo largo del día unos cuantos casos que siempre me aparecen cuando las circunstancias no me obligan a hacer más que lo que me apetece.
Aludiré con más humor que precisión a tres enervantes situaciones consumidoras de tiempo y esfuerzos por encima de su humilde apariencia.

- La búsqueda constante.
No se trata, claro, de la huidiza felicidad ni de la imposible solución de los inmensos problemas de la humanidad. Me refiero a la búsqueda incesante de todo lo que necesitas para hacer cualquier cosa.
Con razón decía un recordado –por su humor, que no por su ideología- jefe de campamento a quien conocí en tiempos de aquellos inevitables centros de adoctrinamiento de la Organización Juvenil Española, la omnipresente OJE o Frente de Juventudes, de marcada tendencia fascista-falangista. que tuvimos que padecer en la posguerra civil española durante los años cincuenta y sesenta: “Ustedes seguramente no creen en los monos invisibles, pero, a poco que razonen, se convencerán de su existencia. ¿Cómo,si no, explicar la precisión con que nos caen encima las piñas de los pinos, las ramitas de los árboles y las briznas que ensucian los alimentos que tomamos al aire libre? En realidad se trata de los monos invisibles que nos acosan siempre que salimos a cualquier bosque de los que ellos utilizan para cometer sus fechorías”.
Igualmente es de dominio público que la existencia de los trasgos, trasgus o gnomos como duendecillos traviesos y caseros es debida a la insistente desaparición misteriosa de todos los objetos que nosotros depositamos cuidadosamente en su sitio.
Pues bien, puedo atestiguar que siempre que me dedico a hacer labores caseras empleo más de la mitad del tiempo en buscar lo necesario por mucho que me haya esforzado en dejarlo en sitos razonables: ni los tiques de compra ni los recibos o facturas ni las herramientas ni los lapiceros ni las llaves ni las gafas de lectura. Claro que al final acaban apareciendo en los mismos sitios donde había ya mirado cuidadosamente.

- Los abrefáciles.
Tome usted un cedé recién comprado, con su forro de aparentemente frágil trasparencia. Acuda usted puntualmente a la línea roja que se le indica con alevosía y compruebe con desesperación cómo se rompe inmisericorde y fatalmente apenas ha tirado de él y mucho antes de haber llegado a la zona de apertura adonde debiera haber llegado con toda facilidad.
- Vaya prestamente al brik de leche, al bote preparado, a la botella convenientemente sellada… y compruebe que lo fácil consiste en que se retuerza el dedo, se corte la mano o se disloque un cúbito antes de que –maltrecho y derrotado- acuda al remedio de siempre: al cuchillo, a las tijeras o al abrelatas.

- Los cables enredados.
Ríndase. No hay cuidado humano que consiga que los cables y cuerdas cuidadosamente enrollados, primorosamente desenredados, convenientemente dispuestos en sus cajones recobren la prístina lisura de la última vez que los empleó. Comprobará que incomprensiblemente están dispuestos en secuencias enmarañadas de nudos, indisolublemente amarrados a todos los objetos adyacentes, pillados por los objetos de alrededor e infaliblemente propensos a aferrarse a cualquier insospechado saliente por el que debiera deslizarse sin problemas.
Sólo la paciencia infinita del usuario resignado conseguirá restituirlos a su forma lineal para la que fueron dispuestos.


No tengo tiempo para más, pero cualquiera que lea estas líneas sabrá de la certeza de mis apreciaciones tanto como de l existencia de otras muchas circunstancias nimias que ocupan un tiempo que sin duda no se merecen.

6.7.09

Verbos defectivos


Conjugo verbos sólo por parejas
por si acaso al fallar uno pudiera
sustentar en el otro mis temores,
amores, sensaciones o propósitos
bajo formas de modos y de tiempos.
Me he despertado hoy con la insistencia
de quedar y escapar.
Dos verbos defectivos
que no tienen presente ni futuro
quizás porque jamás se sabe
sino lo que se tuvo antes
y lo que se dejó.
De lo que pase ahora
nada más tiene la palabra
el futuro imperfecto
que siempre se nos va
y del nunca supe.

3.7.09

Rebeldías


Siempre pierdo en el juego de la resignación
porque donde me aquieto acabo rebelándome
y donde digo paz hierve la sangre.
No sé por qué me obligo a estas cartas marcadas
de no saber callar sino mirando
ni de haber aprendido a guarecerme
tras párpados enfermos de innata transparencia.
Contengo la respiración y cuento.
Cuento hasta cien o hasta cien mil
o cuento la caída de las hojas
o el tiempo en que dilata su presencia
el lento movimiento de los astros.
Le pido a la raíz de dos o a pi
su oscura transcendencia
de periodicidades imposibles.
Todo es inútil.
Hay veces que hasta números sencillos
acaban explotando al infinito
divididos por cero.
Ese cero doliente del silencio culpable
con que se borra a tantos
incluso de su número más cierto:
aquel que los contó
el día en que nacieron.

1.7.09

Nacionalismos y otros –ismos.


Si bien se mira, la nación no es sino el lugar en que se nace. Dada la natural indefensión de los humanos al nacer, es importante el ámbito de afecto y de protección que nos acoge en este valle de lágrimas: los padres, que cuidan, protegen, alimentan y garantizan un espacio propio; quizás la familia, el clan, la tribu; acaso el conjunto de tribus, gentes bajo un jefe, gentes unidas por un territorio, una historia, una cultura, unas costumbres.
Cuando la madre defiende a sus indefensos cachorros de las agresiones externas que pretenden aprovecharse del más débil parece justo defender vida con vida e infligir la muerte a quien quiere matar a quienes considera con justicia suyos. Sólo sobrevivirá el más fuerte o el más hábil.
Sucesivos agrupamientos y los pactos y leyes sobre los que se hicieron han llevado a las sociedades avanzadas a un punto en que los padres no tienen que matar para defender a sus hijos, tampoco las familias, los clanes, los barrios, los pueblos ni las provincias. La inteligencia humana ha descubierto que no es cuestión de fuerza ya la supervivencia sino cuestión de derechos garantizados.
Uno no sabe muy bien por qué este proceso de construcción de la convivencia se ha detenido en la nación y no parece posible pasar a estados multinacionales y supranacionales o a estados federados o unidos que no se basen en la satisfacción –fundamentalmente económica- de todos. Quizás llevemos dentro aún el instinto que hace a la madre matar por defender su prole cuando nos resistimos a romper fronteras, a deponer armas y ejércitos en pro de la consecución de agrupaciones planetarias. Aquí las normas religiosas, los idiomas, las razas y, sobre todo, el frágil bienestar de la riqueza de pocos en medio de la miseria de muchos han puesto una barrera en que el proceso probadamente eficaz que construyó agrupaciones estables basadas en la ley y no en la fuerza se ha quedado detenido.
Ni Naciones Unidas ni tribunales internacionales tienen el poder para frenar guerras porque existen derechos de veto, democracias truncadas por sistemas sesgados de representación, mayorías cualificadas y, en definitiva, clases y clases.
Es lamentable y trágico un proceso detenido en que aún es posible la guerra de la nación A contra la B por asuntos territoriales o de discriminación o de reconocimiento de derechos propios. Tan lamentable como que está provocando la regresión hacia agrupaciones menores de subnaciones integradas en A o B que quieren con respecto a ellas los que A y B quieren con respecto a B y A.
La verdad es que, mientras el nacionalismo en que estamos ahora estancados no dé el paso siguiente al nacionalismo planetario y la guerra y la violencia que hoy por desgracia nos afligen sea tan criminal como la muerte de un vecino de un barrio o pueblo a manos de otro de otro barrio o de otro pueblo de al lado, seguiremos expuestos a que un nacionalista local declare la guerra al nacionalista global y se cargue a quien le plazca sin otro trámite que hacerle su enemigo mientras éste se negará a hablar de guerra y preferirá hablar de terrorismo, de combatientes extranjeros, de subversivos, extremistas o antisistema a cuantos encomiendan a la fuerza lo que el diálogo o la participación política les parece un camino sin salida.
Quizás algún día empiece a atisbarse la solución a tantas guerras en nombre de tantos “ísmos” cuando toda acción violenta –guerras incluidas- reciba el ominoso nombre de terrorismo.