Mis queridos monstruos 4
Cerrad los ojos e imaginaos un vasco gigantesco –a lo alto y a lo ancho- con una sonrisa desmintiendo su apariencia de Caupolicán y con una enigmática frase en los labios cuando salía algo acerca de las hazañas de Franco: “No es eso. No es eso...”. Confesaba que estaba gordo porque se lo merecía. Porque era capaz de perder diez kilos haciendo ejercicio y tomando un baño turco después y recuperar luego quince mojando pan en la salsa de un buen guiso.
Digo que su táctica era la de hacer imaginar cosas con los ojos cerrados. “¡A ver! ¡Cerrad los ojos que vamos de viaje en barco por el Mediterráneo!” Y luego la aventura de tormentas en los estrechos, piratas en Sicilia, tesoros en islas del Egeo...
Era el más encantador mentiroso que vieron los siglos.
Contaba que cuando tenía que ganarse la vida de charlatán por el Rastro madrileño había llevado años escondida entre el tacón y el zapato una moneda de oro y que al sacarla estaba ya aplastada (ya se sabe: el oro es blando, dúctil y maleable), o que huido a las selvas amazónicas tras la represión franquista había sido hecho prisionero por los indios jíbaros que habrían de reducir su cabeza si no era capaz de levantar con una mano un ladrillo de oro (con densidad 19 g/cm3 pesaría unos 19 kg). Y aquí la angustia de los músculos tensos con dedos resbaladizos de sudor sobre el miedo irresistible, los amagos de caída, la sorpresa de los indios ante el triunfo final...
Quizás fuera un mentiroso, tuviera pies de barro como todos los ídolos o para más de uno su clase fuera un cachondeo. Para mí siempre fue un oasis en el desierto de una época desolada.
6 Comments:
Pues por lo que veo, dominaba el arte de motivar a la juventud en clase; poco importaba que fuera verdad o mentira la historia: conseguìa su atención.
¿Y era vasco, vasco?
¿seguro?
Bueno, si hay duda se lo preguntamos a Arzalluz y él nos dirá.
Te leo
¿qué importa que me engañe si luego me sonríe?
(ay, lo del pan en salsa a estas horas... me ha matao) ;-P
1 beso, querido monstruito.
y cómo se agradecen esas clases en tiempos de penuria!
...tienes suerte, querido, las monjas de por aquí a lo más que alcanzaban era a recitarnos "El camino" del "gran gran" Escrivá de Balaguer...
... y "surco"!
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