Mis queridos monstruos 2
Le recuerdo con sus gafas de présbita milagrosamente apoyadas sobre el extremo exterior de su nariz mientras con su cana cabeza agachada y las pupilas aguzadas sobre el borde superior de la montura tronaba: “¡Señor G.! ¡Hoy le he pillado en calzoncillos! ¡Le planto un uno por majadero y sopazas!” Lo de sopazas nunca comprendí bien qué era excepto que era el sello de un suspenso seguro –siempre recuperable.
¿Que cómo me pudo impactar aquel huesudo anciano precisamente con esa odiada e incomprensible asignatura?
Pues porque en medio del horrendo libro de texto que a mis cortos años era capaz de decir, hablando de la vida de Jesús: “Cada día eran más aceradas sus diatribas contra los judíos”, él decía (en voz muy baja, como con miedo a que le oyeran): “Jesús era buena gente, pero, entonces como hoy, tuvo la mala suerte de estar rodeado de mucha gentuza”. O: “¿Cometer actos impuros? Pues como tirarse un pedo. Sólo hay que tener cuidado de no molestar a nadie”.
Ya era muy mayor y es de suponer que los restos que dejaran de él los inquisidores habrán seguido la senda (gracias Borges) de las rosas y Aristóteles.
Y que el Dios en quien creía le habrá dado un rincón acogedor por la insólita paz derramada en medio de tanta oscuridad como entintó nuestros ojos infantiles.
7 Comments:
No me resisto a transcribir el increible poema completo de Borges:
"Murieron otros, pero ello aconteció en el pasado,
que es la estación (nadie lo ignora) más propicia a la muerte.
¿Es posible que yo, súbito de Yaqub Almansur,
muera como tuvieron que morir las rosas y Aristóteles?"
y choca más cuando el ambiente es poco propicio, como esa asignatura. Y se agradece ver esa flexibilidad donde otros hablan de dogmas inmutables.
me da envidia la gente que a pesar de todo SIGUE creyendo.
Es increíble el poema de Borges, verdad? Hacía mucho que no lo leía...me alegro que esta noche tu comentario a Isthar, y tu comentario a exagerada...tus siempre sutiles y acertados comentarios a mi juicio, me hayan derivado hasta aquí. Un placer.
yo tuve dos profesores de religión, no a la vez, claro, según los cursos me tocaba uno u otro. Uno era grande, gordo y bondadoso (como en los cuentos) con unas mejillas sonrosadas (del vino de misa, tal vez?)y de sonrisa abierta, dispuesto a la interpretación más abierta del evangelio. El otro era igual de alto pero no grande, es decir, flaco, serio y con muy mala leche, estricto en clase a más no poder. Menudo cura!!!
No sé que habrá sido de ellos, a mi me parecían mayores pero quizás no lo fuesen tanto...
la iglesia se valió bien de los dos.
Poco imaginan los que se van lo mucho que nos marcan, para bien o para mal. Tuviste suerte.
Keep up the good work »
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