Un encuentro entre algunos desencuentros
Y él, entonces, acusando el golpe con el terrible acento gallego que se le ponía cuando estaba de mala leche: “¡A veces pareces tonto, rapaz! Yo seré invidente pero no imbécil. Lo verde es como la hierba y lo rojo como la sangre ¿o no? Yo veo los colores en realidad como tú los puedes ver en sueños”.
Y con eso me hizo polvo del mismo modo que al barbudo de quien cuentan que se le había amargado el acostarse por culpa de uno que le preguntó qué hacía con la barba en la cama, si la ponía por debajo o por encima de las sábanas.
Porque la verdad es que no sé como veo los colores en sueños. Aún no he descubierto si sueño en color o en blanco y negro.
Todo lo anterior viene –o no- a cuento de que se me ha ocurrido pensar cómo es el rostro que le pongo a las personas que leo y a quienes escribo en estos blogs en que me pierdo y que me pierden.
Lo confieso: tengo claro que tengo una imagen para cada una y uno pero, ¡por las barbas de Zeus!, que no sé explicarlo ni de dónde las saco.
Permitidme esbozar un intento de decir algo que no dice nada:
Ellas. Todas gozan de una misteriosa belleza de rostro a contraluz y aura acorde con las palabras que les leo. ¡Difícil de explicar!: ojos claros u oscuros según la certeza o la duda, la serenidad o la nostalgia, la alegría o la tristeza que sus palabras trasmiten. Perfil adorable más o menos sutil según la distancia a que resuenan sus palabras susurradas o gritadas, que piden o que ofrecen, que presentan manos o las piden. Y un cuerpo en general en consonancia con la imagen que suscitan de sí mismas: reservado, suficiente, seguro, asequible, distante, erótico (¡Perdón, perdón, perdón –lo quito, no lo quito; lo quito, no lo quito...lo dejo), siempre deseable. Y todas sin excepción con la consistencia adecuada para dejar un poso de sinsabor ante una despedida imaginada y una agradable sensación de compañía en su presencia.
Y ellos. Inexpresable su serena madurez, anegada su frente de honda reflexión y abierta su mirada al pozo de la duda que da el querer decir lo que se piensa. Todos, con un cuerpo a caballo entre el David de Miguel Ángel y el Pensador de Rodin, disponen de manos sutiles que vuelan sobre un teclado con vía directa a los monitores de los ojos que las esperan. Son gente inaccesible –lejano su vuelo- , cercana –ojos claros que escrutan las nieblas- y de rostro en calma que oscila entre el fervor con que se ofrece y la distancia a que se conserva. Y de lo que no cabe duda es de que su firme paso da fe de la firme convicción de que tienen algo que enseñar porque para eso conocen los caminos del silencio.
Perdonen todos mi dimorfismo onírico-sexual, pero mentiría si no confesara que a ellas las leo desde el lado cercano del mismo sofá y a ellos del lado de enfrente de la misma mesa.
Sin embargo a todos les leo y escribo mirándoles a los ojos sin pudor, cosas que aún no he aprendido a hacer en mi terca realidad de cada día.
También me gusta imaginar a veces que hablo a todos alrededor de un desayuno con las legañas de recién despertados como a quienes no les importa que les vean en bata y sin arreglar.
Y, para acabar, no me quedaría a gusto si no dijera lo mucho que acompaña el sueño de vuestra imagen mis silencios, lo mucho que me gusta jugar a adivinarla y que no la cambiaría por la de ninguna foto.
Gracias por ello a todas/ todos.
10 Comments:
Yo como no me veis siempre digo que estoy buenísima :P
Y así estamos todos, pero quizás sea la gracia de lo virtual: la imaginación al poder (y detrás de una supuesta Koplowitz, una sencilla ama de casa, por ejemplo).
Un saludo.
Caray, rapaz! que infinitas disitinciones entre ellas y ellos, justo en un campo en el que creo que hay menos. No lo había pensado, pero lo cierto es que no me imagino los rostros de los que leo. Sin embargo me llegan pequeños destellos que imagino. Por ejemplo, en un post tuyo me dije: Ybris nacío en Abril.
Ala, tan pancha, como no hay que acertar, jeje
Abrazo
He de confesar que desde que han aumentado las visitas a mi blog y encuentro por las calles de Barcelona una pequeña gran cosita para ofrecer pienso, indudablemente, en ofrecerla aunque sea a veces en toscas palabras a esos y esas que me dedican un pedazo de tiempo.
Gracias a ti, encanto... mis besos
aaaahhh....no pienso ser yo la primera en deshacer el encanto;-))
como bloggera, tambien me pasa algo parecido, aunque no concreto los sentimientos que me producen ni la imagen que se me presenta de los amigos y amigas (asi les llamo, por que no?) que leo, me dejo llevar intuitivamente por ese algo que trasluce del fondo. Y he aprendido a imaginarmelos solo a traves de sus palabras. Es como si hubiese delimitado un espacio sin ocupar para ellos.
besos.
A mi me gusta imaginar, pero creo que no hago verdaderamente tangible la imagen de quienes leo.
Es más como si dibujase sólo contornos medio definidos donde siento una cercanía cómoda que no distingue entre el color de ojos o de pelo. No, realmente no me importa, ni lo defino de forma concreta. Creo que me hago una idea de la gente por sus palabras y por eso no les suelo poner rostro.
Pero no se me rompe la magia cuando descubro sus caras. De hecho en la mayoría de las ocasiones ha crecido la cercanía.
no sé si alegrarme por esas comparaciones con el pensador y el david, o cabrearme porque me han comparado con un par de piedras.
(Muy bueno)
Gracias a vos por haber escrito este post tan honesto, has desnudado tu mirada de algun modo.
Creo que nos pasa a todos esto que has escrito, la imaginación es creo que el gran motor de quienes establecemos un lazo virtual y con ella hacemos lo que queremos.
Por ejemplo yo ahora te imagino con la sonrisa que te llevaste puesta al pasar por mi blog.
Un beso-
La imaginación es una traidora. Por lo menos en mi caso. Yo nunca acierto, es decir, cuando he tenido oportunidad de comprobarlo.
Pero, paradoja :La vista es el periférico más dañino para la imaginación porque lo descubre todo; y yo no la llamaría "sentido" en el contexto que nos conmueve ahora, me quedo con "periférico de input", un poco cutre pero más gráfico, porque desvelar colores y formas es despertar y archivar en algún cajón.
Son mejores los colores del ciego, el verde sigue siendo verde y el rojo, rojo, pero impreciso en su tono y en la forma del objeto. Por eso imaginar, entonces, es como desear, ¿no?. Junto al sofá o a la mesa, qué más da. Yo, hasta en la cama (A veces), y si es de mi sexo, en el bar, pero eso es sólo circustancial, vamos, que otra imprecisión del hardware, digo, del cuerpo.
Salud !!
Por cierto, ¿De qué color es la sinceridad?.
Del tuyo. Seguro.
Chuf !!
Al final acabé colocando la foto ;-) ¿se ha roto la magia?
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