13.3.06

Hoy me pongo serio

Escuchad. Os contaré una cosa de esas que se cuentan en tertulia junto al fuego y sólo a los que se quiere de verdad porque son los únicos que no le van a malinterpretar a uno. Sucedió de verdad, quizás con menos literatura y con más sangre, pero sería igualmente cierta aunque nunca me hubiera sucedido a mí.
Era un compañero de estudios. Yo sospechaba de él que fuera homosexual (es falsísimo eso de que siempre se les nota) por lo deliberadamente que se me arrimaba en la biblioteca, por el cuidadoso descuido con que me ponía la mano en el brazo (yo siempre he ido en manga corta por debajo de cualquier otra prenda que siempre me quitaba en la sala de lectura) y (¡Oh! ¡máxima evidencia!) porque movía siempre un poco su pulgar contra la parte de piel que entraba en contacto con la suya.
Era un tipo de amigo formidable, incapaz de negar ningún favor. Yo no me chupaba el dedo y ya sabía algo del dolor de los amores rechazados. Por eso un día le dije:
“Te gusto, ¿no es cierto?”
Y él:
“¿Tanto se me nota?”

Y entonces se lo dije:
“Mira. Has tenido la mala suerte de topar con un abominable sátiro que no para de preguntarse de dónde procede la insuperable precisión del número, forma y situación de los pechos de las mujeres. Si te conformas con mis brazos, mis manos y mi amistad cuenta conmigo”.
Y él se conformó con eso.
Pero me contaba sus problemas. Como cuando en una revisión médica haciendo el servicio militar en su Chile natal había tenido una erección entre varios hombres desnudos hasta que una enfermera piadosa pasó a su lado con disimulo y le dio en el pene un rápido golpe con un lapicero que le desinfló por arte de magia (Nunca lo he probado, pero me han asegurado que el remedio es tan infalible como desagradable). O como cuando se topaba de continuo con la soledad, la incomprensión y el tener que aparentar lo que no era.
Hasta que encontró una pareja con la que hasta hoy, quiero creer, vive merecidamente feliz. Ojalá los hados le hayan compensado tantos sinsabores y lágrimas con una cálida orilla, unas manos tibias y un lecho de amor.
¿Me creeríais si os dijera que cuando me dijo que había encontrado al hombre de sus sueños tuve celos?
Ha pasado el tiempo. Yo sigo siendo igual de sátiro y sigo mirando con insaciable admiración los pechos de las mujeres. (Sé hacerlo con respeto y disimulo, excepto en el caso de mi amada a quien espío cuando se agacha e incluso le ahueco el escote descaradamente).
Pero cortaría la lengua a quien un día me hablara mal de los (o las) homosexuales.
Porque uno sabe de quién puede fiarse.

(El que hoy me haya dado por escribir sobre esto, es debido a que al ir a comprar el periódico del domingo había un señor hablando con el vendedor en voz muy alta: ”¡Los muy maricones. Allí estaban morreándose en una esquina. Hasta dónde vamos a llegar con estos degenerados!¡Claro. Como ahora ya los dejan casarse...!”. Sentí rabia, y cuando pensé en Jose pasé a una profunda pena. Volví a casa acongojado y -os lo juro- yo, que aguanté las lágrimas cuando murió mi padre, me encerré en el retrete, como con un repentino apretón, para que nadie me viera y lloré en silencio como sólo Jose sabía hacerlo).

8 Comments:

Blogger Abby said...

No llores. Gentuza como el del kiosko hay a porrillo.
Ignórales y arrímate a l buena gente.

13/3/06 10:20 a. m.  
Blogger Isthar said...

Conozco a varios, pero en concreto uno de mis mejores amigos es homosexual, defendería con uñas y dientes su derecho y el del resto a ser tratado y respetado como a cualquier heterosexual.

Tengo dos buenas amigas lesbianas (y no se conocen ni son pareja), a las que además quiero muchísimo, y daría lo que fuera para defender su derecho a ir por la calle libremente y besarse con quien quisiera sin que el gilipollas de turno hiciera comentarios machistas y desagradables.

Comprendo tu rabia e indignación, la comparto, pero sigo confiando en que cada vez estemos más cerca de conseguir llegar al respeto y la tolerancia.

13/3/06 12:03 p. m.  
Blogger Marta said...

Siempre es doloroso seguir comprobando la existencia de toda esa gente que se regodea en su repugnante moralidad, y no se avergüenza de anidarla e incluso vociferarla... que no distingue inclinación de desviación... que mancha y reprime su propia sociedad... porque no respeta la libertad sexual de cada individuo que la conforma.
Esa gente... sí que degenera el desarrollo personal...

13/3/06 12:33 p. m.  
Blogger ybris said...

No te preocupes Chloé. Lo de cortar la lengua es sólo una figura literaria que pretende llamar la atención sobre el daño injusto que se inflige a gente que tiene sus derechos.
Yo me cortaría la mía antes de hacer daño injustamente incluso a quienes me odiaran.

13/3/06 6:30 p. m.  
Blogger manuel_h said...

te ha quedado tierno y delicado, aunque no sé si era tu intención.
Hay mucho capullo suelto, pero es mejor ahora, cuando se joden ellos, que cuando podían joder a los demás.

14/3/06 5:43 p. m.  
Blogger Msc said...

Por fortuna, en ese aspecto, no has cambiado.
Por desgracia las actitudes de otros permanecen ancladas en ancestrales tabus.

14/3/06 7:33 p. m.  
Blogger ZenyZero said...

La maldad tiene muchos disfraces pero no la ignorancia. No debería afectarnos, pero ocurre. Y es mejor ser valiente, llorar y ponerse en la piel de los demás. Nos hace mejores, más libres y les rebajamos a la altura de la basura, a esos, a los ignorantes engreidos. Qué sabrán esos cobrades de mierda, que no saben ocultar su envidia ni su estulticia.

Estoy Jose y contigo.

20/3/06 12:55 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

This is very interesting site... Ratenkauf laptops Cheap mobile phone plans neck pain relief Aaliyah&aposs sexy feet oklahoma divorce

24/4/07 1:06 a. m.  

Publicar un comentario

<< Home