7.8.06

El tiempo II

De cuantas sensaciones y buenos recuerdos me trae mi temprana emancipación familiar ocupan lugar preeminente las relacionadas con un pequeño apartamento que alquilé en Málaga con esa miopía -casi ceguera- juvenil que compensa las deficiencias con ilusiones y la ignorancia con atrevimiento.
En otro momento más propicio contaré en clave de humor anécdotas que acompañaron aquellos momentos de vértigo de estrenada y capciosa libertad. Hoy quería referirme sólo a un aspecto que marcó desde entonces mi concepción del paso del tiempo.
Aislado del resto de los apartamentos y con ese sabor extraño que tienen los apartamentos cuando se vacían tras el fogoso verano, las tardes otoñales desembocaban en noches de nostalgia solitaria donde el silencio (¡cómo lo añoro ahora!) pesaba severamente sobre la soledad impuesta. No tenía ni radio ni televisión ni equipo de música. Solamente el libro que sacaba a diario de la biblioteca del Colegio donde daba clase. Leía hasta que el sueño me iba rindiendo poco a poco.
La verdad es que nunca necesité despertador y las cinco de la mañana parecían tener una mano oculta que abría suavemente mis ojos a diario. Pero, habida cuenta de que no era cuestión de arriesgarse a llegar tarde a clase, se me ocurrió desde mi penuria económica rescatar de un cajón polvoriento un reloj de cuco que encontré abandonado por allí. Lo limpié y aceité con esmero y comprobé que funcionaba perfectamente. Era como un juguete -el cuco un mero adorno- y no tenía campanas para las horas, pero su sistema de pesa única impulsaba poderosamente su maquinaria sin titubeos ni dilaciones.
El confeccionar un despertador con ese armatoste resultó sencillo. Era cuestión de subir la pesa hasta arriba del todo cada día a las diez de la noche y –tras concienzuda observación- señalar la altura a que llegaba a las cinco de la mañana. A esa altura y en precario equilibrio había colocado una lata que caía estrepitosamente al suelo a las cinco y cuarto aproximadamente. Naturalmente bastaba el miedo al estruendo de tal artilugio para hacerme saltar de la cama antes de que ocurriera.
Los relojes de cuarzo de hoy día han olvidado ya la tenacidad del tic-tac del escape de áncora de los relojes antiguos. Pero no resulta difícil imaginarse ese golpeteo rítmico en medio del silencio de un apartamento-estudio de muy pocos metros cuadrados. Cuantas veces lo he referido a quien amablemente quiso escucharme obtuve como comentario la extrañeza o la incomprensión ante mi aceptación de tan peculiar soniquete como terca compañía. Lo cierto es que aquel sonido se me hizo ineludible y hasta imprescindible. Con su cadencia de fondo contaba inconscientemente el espacio de la tarde, de la noche, de las líneas de la carta diaria a mi amor distante, de los días que quedaban hasta que el tren del fin de semana me llevaba al abrazo dolorosamente deseado, de los meses que me separaban del final de curso...
Aquel reloj me marcó. Me gusta pensar que quizás aún después de más de treinta años alguien lo conserve. La juventud de entonces se me venía medida en compactos intervalos de rápido tic-tac. La acechante vejez de ahora late en pulsos espaciadísimos de días o años. En todo caso el tiempo, sin embargo –quizás ya desde aquello- siempre me ha sido amable y va desgranando sus cuentas sin ira ni disimulos mientras cumple su misión de recordarme no sólo que nuestros dos destinos van unidos y mi ausencia marcará su fin (como su fin mi ausencia) sino que tras cada recodo de su latente y silencioso tic-tac acecha la ternura de sorpresas y fieles compañías.
La vuestra, por ejemplo, tan cálida y amable, que a diario escruto y a la que avara y curiosamente me asomo mientras el tiempo, comprensivo, me deja con su silencio su íntima convicción de que algunos instantes deben ser eternos y de que seguramente la vida perdona en ellos la forzada prisa que algunos quieren imponernos.

17 Comments:

Blogger Insanity said...

"La vuestra, por ejemplo, tan cálida y amable, que a diario escruto y a la que avara y curiosamente me asomo mientras el tiempo, comprensivo, me deja con su silencio su íntima convicción de que algunos instantes deben ser eternos y de que seguramente la vida perdona en ellos la forzada prisa que algunos quieren imponernos."

Te abrazo, Ybris.
In

7/8/06 7:03 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

Ybris, mi reloj ha quedado suspendido mientras te leía, mi respiración se ha hecho más lenta y a pesar de que desde hoy he roto uno de mis relojes porque me empujaba sin piedad y he frenado mis pasos aunque solo sea por un tiempo, te agradezco el latir de tus emociones.

Un abrazo despacito.

7/8/06 11:27 a. m.  
Blogger Carz said...

A veces uno tiene la sensación de haber sobrevivido a hechos que deberían haberle causado la muerte. Es una sensación que se pega como una sanguijuela y acaba minando la esperanza, pero rara vez la agota por completo. Hoy es para mí uno de esos momentos y leerte me ha hecho desear escribir sobre ello y escribirte a ti esto. Supongo que tiene poco o nada que ver con tu escrito, o quizás tenga mucho que ver, no soy capaz de discernir sobre el tema. En cualquier caso, aquí te dejo este comentario y mis saludos.

7/8/06 2:43 p. m.  
Blogger Msc said...

Me quedo con una sonrisa que me ha salido más arriba.

7/8/06 8:47 p. m.  
Blogger UMA said...

Avara soy yo cuando te leo,
porque tus palabras me van llevando
a mis propios espacios.
Al reloj de pèndulo de mi abuelo,
a la soledad escogida,
y a creer que los recuerdos
estàn en la vitrina, los cuales
puedo tomar y dejar cuando me place, sin dejar que ninguno me trague del todo.

Quizà me has hecho reflexionar
acerca de mi constante huida del tiempo,
que ya ni se si no recuerdo como
los otros lo hacen, o si procuro no
recordar para alivianar las cargas
que los lapsos entre eventos recordables imponen sobre mì.
Sigo intentando pensar -pese a todo-
que el tiempo no lo destruye todo,
que somos nosotros quienes,
al avanzar, encontramos nuevos significados,
y transformamos de alguna forma
el recuerdo para no traicionarnos,
o tal vez, para ser condescendientes con nosotros mismos.
Y me quedo corta, porque mientras
escribo siento que debo decir màs cosas, pero solo debo comentar, no derrochar mi abrumadora verborragia:-)
Me quedo con lo que tengo
plena certeza, Ybris, el tiempo
siempre deberà ayudar a aprender algo, deberemos estar dispuestos a seguir 'aprendiendo a ver', y dejarnos sorprender,
quizà abiertos tambièn a desaprender.

Un gran abrazo complacido en tus letras al son de un tic-tac por què no, aunque no llevo reloj, desde que comprendì forzosamente que no se necesita ser viejo para morir.
Besos.

7/8/06 10:35 p. m.  
Blogger Patricia Angulo said...

Te he seguido entre las líneas de este texto y te he visto en esos años y por favor alguna vez que tengas tiempo contalo a esto desde el humor, seguro que sérá imperdible.

El tiempo, el de ahora, el que me resulta escaso y en ocasiones eterno, es que se me escapa de las manos, como si hubiera robado algo y huyera.
Y `por momentos se me queda detenido y no hago mas que mirarlo desde un fondo, analizandolo con especial perfidia.

Ybris me hacés hablar en el silencio.
Besos.

8/8/06 12:30 a. m.  
Blogger Angeles said...

Que envolvente forma de relatar tienes. Mi tiempo se ha detenido mientras he devorado tus letras, gran habilidad tuya para hacerme sentir en esa habitación con aquel reloj que marcaba otros tiempos.
Y ese tiempo que no tiene miramientos y que de tanto en tanto nos obliga a mirar hacia atrás y ver cuanto camino hemos recorrido. Que nostalgia he sentido al recordar tiempos de soledad en los que también abandone mis tierras en busca de mi otra etapa. La valentía de la juventud que se me escapa de a poco, y a pasitos raudos atrapo entre mis dedos.

Mi abrazo emocionada para tí, en agradecimiento a dejar fluir tanto sentimiento.

8/8/06 3:47 a. m.  
Blogger El Bosco said...

El tiempo debe ser nuestro compañero inseparable en la vida. Y es siempre igual, sólo que lo apreciamos de distinta forma conforme lo sentimos nosotros. Pero Ybris, qué forma tan hermosa de decirlo.
Un saludo

8/8/06 9:35 a. m.  
Blogger libertad said...

...Hoy me ha venido muy bien leerte. El tiempo, ese compañero acechante... Jamás lo había visto comprensivo, y menos en estos días en los que sin saber muy bien por qué, soy más consciente que nunca de que, definido como sea, existe, es certero, y ni en sueños es eterno...El tiempo comprensivo, me quedo con ese pensamiento y con el placer siempre de leerte.
Un beso

8/8/06 12:49 p. m.  
Blogger DaliaNegra said...

Me ha encantado tu historia del despertador :)))
Bueno, y todo el post,como siempre.
Sutil y sereno Ybris,gracias otra vez por escribir cosas como ésta.Besos:)

9/8/06 2:54 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Lo primero, al terminar de leerte, ha sido un vehemente "joder, cómo escribe".
Después, como pasan unos segundos hasta llegar hasta aquí, ha sido un rendido "joder, cómo siente".
Porque no siempre van unidas, ¿eres consciente? Sí, claro que sí.
Un besazo

9/8/06 9:00 p. m.  
Blogger Badanita said...

Esta vez no tengo tiempo de dejar un coment interesante.
Entonces para que te dejo un mensaje no? Pues para que sepas que me encantaria hacerlo pero tengo muy poquito tiempo :/
Besotes!!

9/8/06 10:45 p. m.  
Blogger ybris said...

No puedo comentaros desde vuestras páginas más que un poco a ciegas (el móvil no da para más), así que desde aquí quiero agradecer a todos vuestras palabras y vuestra compañía.

Insanity. Te devuelvo, agradecido por tu compañía, otro abrazo.

Brisa. Otro abrazo lento. Sigo leyendo tus deseos de paz y el baile de tus mariposas y comentándotelas muy dentro de mi silencio.

Carz. Vamos sobreviviendo a todo mientras somos capaces de sentir y reaccionar. Gracias por tu pesencia.

Luis. El párrafo final es totalmente sincero. Gracias por tu tiempo.

Misscronic. Gran riqueza la de las sonrisas. Yo también voy recolectándolas por tus páginas.

Uma. Te sigo leyendo con placer y en silencio hasta que acabe la pausa. Muchos besos.

-Pato- Me pondré la cara de buen humor para contar algún recuerdo que nos deje la sensación de que la vida no es un valle de lágrimas.

Perséfone. Gracias por tus halagadoras palabras. Recibe tú también mi abrazo.

Manuela. El tiempo es siempre algo que nos construye o destruye según los ánimos con que lo contemplemos.

Libertad. Ya leí también lo tuyo y se me pasó el tiempo sin sentirlo.

Iván. Todos tenemos un tiempo en común y un tiempo que nos separa.

DaliaNegra. Ya pude pasar hoy por tu página. Gracias por tus palabras.

Mad. Joder cómo comentas. No merezco tan portentosas comentaristas como tú. Me pondré a refrescar hasta que se me pase.

Badanita. No te sientas obligada a pasar. Sé bien de tu buen hacer y te lo agradeco siempre.

10/8/06 8:30 a. m.  
Blogger UMA said...

Yo vine a dejarte besos y un gracias asì de grande, Ybris.

10/8/06 5:57 p. m.  
Blogger koffee said...

Curiosamente, el reloj de cucú fué co-protagonista de los años de mi infancia. Andaba la familia pendiente del pajarillo para ir al colegio, poner la mesa, bañar al niño y acostarse.
Tienes la virtud de hacerme escarbar en el pasado.
Un beso.

12/8/06 1:14 a. m.  
Blogger manuel_h said...

bueno, lo del despertador con la pesa del cuco es grandioso, digno de Macgiver!!

un abrazo

15/8/06 2:20 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

Very nice site! Virus trojan bookmaker b Ramona milf

2/3/07 9:57 a. m.  

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