7.9.06

De Ciencias y Letras

Que yo tuviera madera de impenitente investigador quedó evidenciado el día que, con motivo de mi quinto aniversario, me regalaron un hermoso caballo balancín con cuerpo de cartón piedra. Entusiasmado con tan magnífico regalo y con la inestimable colaboración de mi vecino del cuarto y de la sierra de la caja de herramientas de mi padre, me refugié en la impunidad de la habitación de mi tío y procedimos a la disección del solípedo para ver qué tenía por dentro. Como es bien comprensible, mi decepción por el vacío del alma de cartón del juguete sólo fue comparable a la ira de mis padres por mis tempranas inquietudes y habilidades.
Numerosas fueron desde entonces las ocasiones en que colisionaron mis ansias exploratorias con los intereses y desvelos de mis progenitores: mis lamentos y su preocupación cuando mi hermano pequeño se bebió parte de mi colección de tintas trabajosamente elaboradas; su incomprensión ante mi descuido por dejar caer en un sofá –con resultado de perforación- algunas muestras del producto obtenido tras uno de mis múltiples intentos de elaborar ácido sulfúrico para la confección de una batería; los desmedidos alaridos de mi madre y mi disgusto cuando abrió el cajón donde escondía mi secreta colección de culebras; la disparidad de criterios con que afrontamos todos mi fracaso al montar el reloj del comedor, que previamente había desmontado...
Pero no menor resultaba ser mi voracidad lectora capaz de recorrer y devorar no sólo los libros de aventuras que me regalaban o sacaba de la biblioteca escolar o municipal, sino de los que seleccionaba y retiraba clandestinamente de los más recónditos recovecos de las estanterías de mi padre y de mi tío: truculentas aventuras de Fu-Manchú, infumables aventuras de novelas del oeste de Marcial Lafuente Estefanía; variadísimos títulos literarios de la colección Oro de Bolsillo, de Espasa Calpe; tratados de anatomía donde con gran curiosidad y excitación contemplaba lo que una familia de ocho hijos varones y un Colegio exclusivamente masculino hacía difícil adivinar del otro sexo; obras de Ramón y Cajal , Pío Baroja y Dostoyevski...
Total, que la temprana decisión que había que tomar a los catorce años sobre si seguir un bachillerato superior de Letras (Latín, Griego y Filosofía) o Ciencias (Matemáticas, Física y Química) me sumió en grandísimas dudas. La balanza se inclinó hacia las asignaturas desconocidas de letras más por huir de las conocidas y odiadas Matemáticas que por lo que aquellas pudieran atraerme.
Desgraciadamente, a pesar de lo bien que se me daban las Lenguas Clásicas, la Filosofía se me atragantó tanto como en su día lo hicieron las Matemáticas. Así que, cuando en su día me examiné de Preuniversitario para poder acceder a la Universidad, con Homero y Virgilio como autores obligados de Griego y Latín, apenas tuve dificultad en traducirlos brillantemente y sacar muy buenas notas por ello.
Pero se ve que las Ciencias no dejaban de remorderme interiormente y acabé por rehuir las carreras de Filosofía, Derecho, Literaturas y Filologías varias para inclinarme por la única que en su título auguraba ser algo intermedio: Ciencias Económicas. No volveré sobre lo que ya una vez escribí. Acabé porque así me lo propuse al tiempo que ya había encontrado trabajo como profesor de Matemáticas en un Colegio y me despedía para siempre de ser un forzado economista.
Con el título de licenciatura en Económicas pude entonces dar clase de todo lo habido y por haber en la enseñanza primaria y secundaria al tiempo que, tras haber descubierto que no tenía problemas en el Latín y el Griego de los dos cursos comunes de Filosofía y Letras daba clases particulares sobre esos temas a alumnos de esos cursos que me lo solicitaban.
Tras casarme y seguir con la impresión de que algo en mis aficiones había quedado como asignatura pendiente, decidí matricularme en Ciencias Físicas en la Universidad a Distancia donde conseguí estudiar los tres primeros cursos. Desgraciadamente las ocupaciones familiares y los celos de mi hijo de dos años, que no podía soportar verme con un libro en las manos, interrumpieron aquello no sin antes abrirme nuevos horizontes tanto para mis ocupaciones como profesor como para mis ratos de ocio.
La verdad es que, tras casi cuarenta años de profesor-maestro, mi cercana jubilación me acoge con la satisfacción de haber tenido la oportunidad de sumergirme -siquiera superficialmente- en el océano de casi todo lo que mi inquietud y la obligación me pusieron por delante. Quizás pudiera acabar trayendo como colofón de tanta autocomplacencia como encomiendo a mi clandestinidad este poema que distraída y lúdicamente compuse hace ya doce años:

Hondo abismo entre ciencias y entre letras
mantiene aún en alto las espadas.
Para ver que no están equiparadas
mira a tu alrededor mientras penetras

en el espeso bosque de un poema:
Clásicos y latín a todo pasto,
si quieres disfrutar a lo alto y vasto
más que un bujarrón con un enema.

Entender "Fénix de ingenios", vital;
"hilo de Ariadna", más que imprescindible.
Si escribir "panta rei" es muy posible,
¿por qué no el cálculo diferencial?

No es justo empobrecer la poesía
por no usar el acervo de la Ciencia.
En verdad que es un cargo de conciencia
el repudiar a Urania por Talía.

Ladilla en compañón a los de letras,
coz en el tafanario albo de Clío,
más en Física cuántica confío
que en las luces que tú, Apolo, perpetras.

Por ver ahora el Tártaro patente
en el cruel olvido de Eratóstenes
y el incienso a las artes de Demóstenes
probemos la metáfora insolente:

Polímero de necedades, quark de neuronas,
asíntota de ingenuidad alza tu curva
de efecto Doppler desplazada y honda perturba
su sumativa interferencia con sus hormonas.

(Por cierto, aquí, con todo cariño, bujarrón es a gay como fornicador es a heterosexual)

Valete.

14 Comments:

Blogger libertad said...

jajajaj....Gracias, gracias por compartir, de veras. Me temo (o no) que yo fui otra a la que le costó sobremanera decidir entre Ciencias y Letras. Y, aunque en su momento no pode resistir la tentación de sumergirme en las ciencias -física y química especialmente-. Era tremenda la satisfacción de mi curiosidad saciada cuando íbamos avanzando en temario, sobre todo en física, finalmente, también decidí que el híbrido que mejor podía reflejar mis inquietudes fuese la Economía. Y así me licencié en lo mismo que tú, y también me dediqué a la docencia....Beso fuerte. Y gracias de nuevo.

7/9/06 1:05 p. m.  
Blogger . said...

Simpático relato.
¿Sabes? yo también desmontaba los juguetes para ver lo que había por dentro.

Un abrazo.

bohemiamar.

7/9/06 1:15 p. m.  
Blogger Simplemente Olimpia. said...

Yerra quien se empeñé en poner a las ciencias como acólito de las letras, o viceversa. Si bien como has relatado es más que difícil que convivan en cierta armonía, tú las hicistes "llevaderas" a ambas.
Me sumo a tu particular batalla y elección pasada y a tu decisión futura. También hube de decantarme en su momento por una y posponer la otra. Y ahora me sumerjo cada día en las dos. Intercambiando sus parecederes y sobrellevando sus diferencias.
Tu relato hace estremecer la lógica de quien aún asevera que han de discurrir dispares,las letras y las ciencias.
Las matrices de palabras son mi especialidad, jajaja.
Mi ósculo. Olimpia.

7/9/06 7:04 p. m.  
Blogger ZenyZero said...

Hola Ybris...

Sólo quiero que sepas que ando por aqui... Aún aterrizando, despacito.

Un abrazo.

7/9/06 9:09 p. m.  
Blogger thirthe said...

todo un espíritu renacentista. Mi mas sincera admiración.

7/9/06 9:39 p. m.  
Blogger Lunarroja said...

Por suerte, en mi época, existían las "Mixtas". De cabeza. Letras + matemáticas, sin física ni química ni latín ni griego. La combinación perfecta.

Por cierto, leyéndote, he compadecido a tu pobre madre!!!!! Peor que Zipi y Zape!!!!

Genial tu vida simplificada en unas pocas líneas.

7/9/06 9:42 p. m.  
Blogger manuel_h said...

curioso y divertido el poema, pero impagable todo lo anterior, y en esto último no creo que haya ninguna disparidad de criterios.
Gracias por el rato que he pasado.

8/9/06 1:04 a. m.  
Blogger Marta said...

Yo me decanté por letras mixtas por empezar con Historia del Arte, pero ya entonces sabía que terminaría entre números haciendo... bueno, ya te lo contaré, que ahora no puedo seguir (no me quito tu imagen de la mente, ahí sierra en mano y descuartizando al pobre caballito... jajaj)

Un besito "culebrilla" ;)

8/9/06 9:31 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

Eres un fiera. Que como bien sabes es al reino animal lo que...
Mejor no sigo.

Besos

8/9/06 12:03 p. m.  
Blogger Lúzbel Guerrero said...

He lamentado mi ignorancia en antiguas civilizaciones, podría haber disfrutado más de su poema si no tuviera esa carencia. En cualquier caso es bueno; y lo es también la narración del periplo de su vida, y sus devaneos con las siempre opuestas disciplinas, que a mi juicio, tienen como único punto en común, el infinito.

8/9/06 3:18 p. m.  
Blogger koffee said...

No coincidimos en lo del caballo porque el mío era de madera. Sí en que duró poco (una de mis tías lo probó, partiéndolo en dos). Sin problemas con Catilina ni con paidos-paidou, no pude con la filosofía, así que gracias a Kant lo mío acabó en la reválida de 6º, sin pasar de ahí. Una pena.
Ciencias o letras, lo tuyo es la enseñanza: a la vista está.
Un beso.

8/9/06 5:01 p. m.  
Blogger Patricia Angulo said...

Creo que con un maestro como vos las matemáticas me hubieran resultado comprensibles.

Me ha encantado este relato, me gusta leerte tambien cuando lo hacés en prosa.

Besos.

8/9/06 7:46 p. m.  
Blogger UMA said...

Estoy con Olimpia, y què buenos comentarios Ybris, venir acà es una gran experiencia.
Excelente poema que una vez màs, habla hasta por encima de vos mismo, a mi, que nunca me ha inclinado por ninguna de las dos, pero menos las matemàticas, al punto de la negaciòn:)

Un gran abrazo, Ybris, y besos.

9/9/06 2:04 a. m.  
Blogger Simplemente Olimpia. said...

Hoy mi sonrisa es más abierta que entonces,...no llega a ser carcajada, pero muestra ampliamente mis dientes.


Olimpia.

1/9/08 9:36 p. m.  

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