21.11.07

Santa Cecilia, patrona de la música (mañana).

Es muy probable que la música no necesite de ningún patrón para trocar su ejercicio en una ascensión a ese huidizo cielo en el que ciframos todo nuestro desencanto por esta tierra tan querida como injusta. A juzgar por la idea que pintores y escultores nos legaron, la Gloria ha admitido sin discusión como bagaje exento de aranceles toda suerte de instrumentos musicales y partituras varias. En vano buscaremos en el Pórtico de la Gloria de Santiago de Compostela, en el de la iglesia de Sto. Domingo de Soria o en el coro de la Basílica de San Lorenzo de El Escorial el laboratorio de Arquímides, las pócimas de Galeno, la biblioteca de Alejandría o la piedra filosofal del alquimista. En todos ellos, sin embargo, aparecen multitud de instrumentos musicales, tropel de ángeles trompeteros, miríadas de mártires, vírgenes, confesores y clase de tropa tañendo liras, pulsando laúdes, acariciando violas y tocando clavecines ante un Dios al que, si bien se le niega la sonrisa, no se le oculta la complacencia por el musical mensaje que le llega.

El cristianismo, que eliminó como sistema de comunicación con el más allá el humo de los holocaustos y el delirio de las orgías báquicas, mantuvo, sin embargo, junto a la oración, la suave armonía que se pierde en los espacios y que llega a trascender al otro lado del misterio.

¿Qué necesidad, pues, de celestial patrón, de intermediario entre la música y la Gloria habrían de tener los músicos? Acudan los médicos a S. Cosme, los filósofos a Sto. Tomás de Aquino, los científicos a S Alberto Magno y los artesanos a S. José y procedan sin mediaciones los músicos a los cielos que habrán de ser el reino de la música.

A pesar de todo, la parda envidia no quiso que los músicos ignoraran el camino de otros gremios: buscaron y encontraron una patrona en Sta. Cecilia, una mártir –pretendidamente- del siglo tercero, de tan extendido y antiguo culto como de problemática historia. Ninguna mención a ella en el Calendario Romano del 359, ninguna referencia en los escritores cristianos antiguos, ningún rastro iconográfico. La leyenda de su martirio, de finales del siglo V, es un canto descarado e increíble a la virginidad más inoportuna: la de una mujer casada. Emplea toda un innoble artillería de grueso calibre para conseguir que nuestra santa mártir no se escapara del seguro redil de las vírgenes: la obediencia debida a los padres que la obligan al matrimonio y la intervención celestial en forma de ángel-carabina que se interpone entre ellos la noche de su boda convenciendo de paso al marido para que guarde las debidas distancias. Así queda tan ensalzada la virginidad como denigrado el sexo.

¿Y qué tenía que ver lo anterior con la música? Pues nada. Pero la liturgia católica, al hacerse eco del susodicho panfleto, decía en un antífona: “Mientras tocaba el órgano, la virgen Cecilia cantaba al Señor dentro de su corazón diciendo: Háganse mi corazón y mi cuerpo inmaculados para que no sea confundida”. Donde la liturgia quería expresar que Cecilia rehuía la alegría festiva de su boda refugiándose en su oración interna, allí vieron los buscapatronos una inequívoca señal de la maestría de nuestra santa en el manejo de un instrumento que incluso habría llegado a inventar.

Es una pena tanto error, como es una pena que, puestos a inventar historias, algún fervoroso cristiano, no menos ciego por la música y por el amor carnal que lo fue por la virginidad el descarado perpetrador de la narración del martirio de Sta. Cecilia, hubiese abierto la Biblia por le Cantar de los Cantares y hubiese imaginado una mujer enamorada de su pareja leyendo en el capitulo séptimo los requiebros del esposo:

“Tu talle la palmera;
tus pechos, sus racimos.
Yo subiré por ella.
Son sus racimos míos”

Y cantando luego con embeleso la respuesta de la esposa en el mismo capítulo:

“Yo pertenezco a mi amado
que con ansia me desea.
Ven, ardiente enamorado,
al campo que nos rodea.
Hagamos noche en la aldea.
Por la mañana a la viña
iremos, y a ver las flores
del granado en la campiña.
Y al fuego de mis rubores
te daré allí mis amores”

O quizás entonando el principio del libro:

“Bésame con los besos de tu boca.
Son más dulces que el vino tus amores,
más suaves que el perfume tus olores...
Cálmame ya este amor que me disloca.”

Pero... tendré que dejarme de inventos, sueños y digresiones. La triste realidad del cristianismo oficial fue lo que fue como aún es lo que es.

Quede así dicho aquí por quien no cree en esa patrona de la música, pero adora la música y ese libro perfecto de la Biblia que sabe más de amor que todos los aguafiestas de una religión a la medida de tantos aprovechados y reprimidos.

18 Comments:

Blogger Maitena said...

Que me gusta leerte al amanecer ya te lo he dicho muchas veces....escuchar tus cantos seria un lujo.

Besos y feliz d�a de Santa Cecilia

21/11/07 7:02 a. m.  
Blogger martinadan01@gmail.com said...

¡Hombre grande, jugando con la maquinita! Mis felicitaciones por eso, saludos desde Argentina.

21/11/07 10:05 a. m.  
Blogger Margot said...

Pues sí señor!! así es...

Y el caso es que la música existe y seguirá existiendo por los siglos de los siglos, desde que el hombre es y será hombre...

Un besote tarareando

21/11/07 1:08 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

de acuerdo
todo se institucionaliza
si dejamos


besos de thanksgiving

21/11/07 3:20 p. m.  
Blogger Chalá perdía said...

Con eso de tanto ángel que anda suelto tengo una teoría:

Recuerdo que un día veíamos en casa una de esas interminables películas de la vida de Jesucristo, bromeábamos mis hermanos y yo (ante la indignación de mi madre que pedía un porquito de respeto) con el ángel que se apareció a otra virgen, María, en el río...y luego le va con el cuento del bombo al San José...

A esta de debió pasar algo parecido, que el marido la pilló con el ángel y se creyó el fantástico cuento que le contaron (eso dando por hecho que los ángeles tienen sexo y es masculino).

Por otra parte recuerdo la celebración del día de la música (que es lo importante) y el himno que cantábamos en el coro...lo bueno es la música, aunque le pongan santa.

Espero que lo celebréis bien y lo paséis mejor aún en vuestro coro.

21/11/07 3:30 p. m.  
Blogger sb said...

supongo que desde el primer hombre de las cavernas haciendo ruido con dos palos el hombre ha usado la música para comunicarse con los dioses y no sentirse solo en la noche de los tiempos...

por desgracia otros la han usado como acompañamiento para sus marchas y fanfarrias militares...

pero eso ya no es culpa de la música

21/11/07 5:02 p. m.  
Blogger Leuma said...

Pues he aprendido unas cuantas cosas en tu post :). Estoy de acuerdo en lo que dices, en cuanto a Santa Cecilia y en cuanto a la Biblia, yo tb creo que es un libro con un mensaje claro de amor que nada tiene que ver con el uso que se le ha dado, un beso

21/11/07 9:48 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

La música es el lenguaje primigéneo, nos llega tan dentro que ninguna religión, orden social o sociedad de autores nos la pueden arrebatar.

Los tambores despiertan los memes dormidos desde hace millones de años.

21/11/07 10:48 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Permíteme una vulgaridad: al santo que le den y que suene la música!!.

21/11/07 11:43 p. m.  
Blogger SinTuLatido said...

Querido mío creo que más de uno (como yo)dijo después de leer :|

En fin...

Resumiendo...
No puedo pensar en la vida sin música.La música me cambia el ánimo y enciende cada uno de mis sueños,después de eso no me interesa ni la religión, ni la política ni el fútbol para comentar.
Asi es que por hoy eso fue todo.
BESOS YBRIS!Buen Jueves.

22/11/07 4:48 a. m.  
Blogger mia said...

Óptimo como siempre!
Como tú creo que la Biblia es un mensaje excelente de amor del bueno
Cada cual escoge una lectura diferente y cuando las religiones le pintan santos...
Por suerte las Cecilias que conozco son más las que corresponden a los versos que a la historia forzada por el cristianismo.
Leerte ilumina a todas horas,gracias.
He de tener un día más claro,lejos de todos los santos...
Besos

22/11/07 8:51 a. m.  
Blogger Lunarroja said...

Me encantan estos posts tuyos tan trabajados. Leerte en prosa también es enriquecedor.
Un beso enorme (hoy sin rima).

22/11/07 12:21 p. m.  
Blogger UMA said...

Lo ùnico que que agradezco a Sta Cecilia o a la banda de delicuentes que a pronunciaron patrona de mi ciudad es que hoy no tuve que madrugar, hay silencio fuera y el Cantar de los Cantares resuena como el mejor libros de amor escrito hasta el momento.
Mil besos, Ybris

22/11/07 1:21 p. m.  
Blogger Eva said...

Me ha hecho gracia eso de que de todas las virginidades la de la mujer casada es la más inoportuna. Ciertamente. Y la más increible también. Siempre me ha resultado muy curiosa la fijación del cristianismo en el tema sexual. Desconocía la historia de esta santa, me ha resultado muy curiosa. Feliz día de Santa Cecilia pues, otra buena oportunidad de acompañarse con la música, que amansa las fieras y alegra corazones.

Muy buen post. Encantada de leerte.

Un beso.

22/11/07 1:45 p. m.  
Blogger Eryx Bronte said...

¡Viva la música, buena!. Abrazos

22/11/07 3:07 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Pues eso, música y no ruido.
Un besazo

22/11/07 7:24 p. m.  
Blogger Simplemente Olimpia. said...

Adoro cuando la apología de la vida, y de su historia, se hace eco en tus palabras...adoro cuando tus letras son timbales resonando en mi memoria.

Un beso, el que imaginas.

Olimpia.

26/11/07 7:40 p. m.  
Blogger manuel_h said...

¿cuál será el patrón de los controladores aéreos?

un abrazo

27/11/07 7:09 p. m.  

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