Volver
El tiempo es gradual y sigiloso y va tomando nuestra vida por sorpresa. Todos hemos experimentado esa sensación al volver tras cierto tiempo a sitios, personas o situaciones y ver que nada es igual y que lo que entonces fue no es lo que ahora nos encontramos.
Ya estoy habituado a sentirlo así cuando paso a veces por la calle en que aún queda el edificio del colegio a que asistí hace ya cincuenta años y que se cerró en 1966. Otras veces recorro los pinares de la sierra donde tantas sendas dibujó mi adolescencia para darme cuenta de la lenta degradación del paisaje de entonces. En otras ocasiones vuelvo a encontrarme con antiguos amigos y compañeros y palpo de inmediato lo distante de los caminos que cada uno hemos tomado.
Ayer he vuelto a notar esa sensación. Tenía en el recuerdo de mis años infantiles las páginas de un libro de Ferenc Molnar que mi padre tenía en su biblioteca: “Los chicos de la calle Paul”. No es fácil evocar los sentimientos que una determinada lectura suscitó cuando éramos niños, pero sí podía recordar una vaga sensación de tristeza final tras la curiosidad de las aventuras de aquellos escolares de la brumosa época de entreguerras en Europa.
Se me ocurrió buscar en Internet y allí me encontré el libro completo que volví a leer con curiosidad y avidez. Nada es ya igual a lo de entonces, pero las sensaciones que de entonces creo recordar se habían mezclado en mi presente con toda una experiencia de trato con muchachos en el ámbito de la enseñanza, con el fenómeno del acoso escolar, con los superados patriotismos de aquellos tiempos y, sobre todo, con la vaga conciencia de la importancia de la amistad a la que no siempre la vida ha hecho justicia.
Son muchos los libros de entonces que he vuelto a leer al cabo de los años, pero quizás éste haya sido el caso más patente de reencuentro con un pasado lejano que se me viene a adherir al presente para descubrirme una vez más que el tiempo no ha pasado inútilmente y que a veces cuesta volverse a reconocer en lo que fuimos.
Y es que suele suceder que la vida no se percibe con justicia mientras no volvemos a evocarla con cariño.
22 Comments:
Yo hice esa misma prueba con Corazon de Amicis... en mi infancia lo leería más de cinco veces, sin exagerar... y ya de adulta lo volví a leer y tuve que evocarlo con mucho, mucho cariño porque era de las lecturas más ñoñas y clasistas que a un niño pudieran darle... ays, dios!!
Pero eso, sigo recordando su lectura y con esa misma justicia de la que hablas, sin otro juicio que no sea el cariño.
Un besote, Ybris.
Los efectos de la pasión, el segundo encuentro tiende a ser más pausado, aunque tu sigas siendo el mismo. No conozco el libro, voy a ver que encuentro.
Besos
Justo necesitaba escucharlo, en este caso leertelo "la vida no se percibe con justicia mientras no volvemos a evocarla con cariño".
Miles de besitos. Muchas gracias corazón.
Como siempre me encantó tu post, me hizo pensar en el tango de Gardel y Lepera, Volver, aquí te dejo la letra para que la disfrutes.
Es un pequeño regalo a cambio de todo lo que vos brindás en tus escritos.
Besos
"Yo adivino el parpadeo
de las luces que a lo lejos,
van marcando mi retorno...
Son las mismas que alumbraron,
con sus palidos reflejos,
hondas horas de dolor.
Y aunque no quise el regreso,
siempre se vuelve al primer amor.
La quieta calle donde el eco dijo:
Tuya es su vida, tuyo es su querer,
bajo el buron mirar de las estrellas
que con indiferencia hoy me ven volver...
Volver,
con la frente marchita,
las nieves del tiempo
platearon mi sien...
Sentir... que es un soplo la vida,
que veinte anos no es nada,
que febril la mirada
errante en la sombras
te busca y te nombra.
Vivir,
con el alma aferrada
a un dulce recuerdo,
que lloro otra vez...
Tengo miedo del encuentro
con el pasado que vuelve
a enfrentarse con mi vida...
Tengo miedo de las noches
que, pobladas de recuerdos,
encadenan mi sonar...
Pero el viajero que huye
tarde o temprano detiene su andar...
Y aunque el olvido, que todo destruye,
haya matado mi vieja ilusion,
guardo escondida una esperanza humilde
que es toda la fortuna de mi corazon.
Vivir... con el alma aferrada
a un dulce recuerdo
que lloro otra vez...
así y muy cierto ybis
volver al pasado
y salir del mismo
no quedar enfrascado
en su tiempo respectivo
puede ser trabajo largo...
y no siempre logrado!
y el cariño que "aliviana"
los pesos del ayer y del mañana
besos
Reflexiono con tu entrada de hoy recordando los libros que leía de pequeña. Seguro que ellos fueron (los leídos a tiempo) los que te enganchan a leer.
Pienso que ahora no me parecerían fascinantes como entonces las historias de Julio Verne, tampoco las novelas "rosas" a las que estuve muy pillada de adolescente...menos los libros de autoayuda (con los que me autoayudé) en su época, ahora ya no me dicen nada, y el otro día en casa de Amparo al constatar con ella que el poema de Neruda no era de Neruda, y se trataba de una errata del libro "Tómate un café contigo mismo", el mismo libro al que un día di carpetazo a medio leer... ya me he tomado demasiados cafés conmigo misma.
Ahora, si he de sentirlo como tú, por fases y recuerdos, me pesan más los libros que aún no he leído y la búsqueda del estado vital que me lleve hasta encontrarlos.
Besos, agradecidos a los libros que has leído y te han ayudado a ser como eres.
A mi me pasa (dentro de los límites de mi edad que no tienen nada que ver con los tuyos) algo parecido con El Señor de los Anillos. Fue el primer gran libro que leí, cuando tenía 13 años y sentía una profundísima fascinación por la fantasía y la capacidad de crear mundos mágicos tan reales como este. En aquella época yo pasaba gran parte de mi vida en el monte, quizá allí todo eso cobraba otra trascendencia.
El otro día vi La Comunidad del Anillo (la única realmente fiel de las películas) y se me volvió a encoger el estómago, como cuando terminé de leer el libro.
Esos recuerdos están grabados a fuego en mi corazón. Brindo por ellos, por los recuerdos más profundos de nuestra alma.
yo que tengo en el sabor de mi boca tantas cosas viejas como el último bocado que he comido te comprendo...a la vez aniquilo la sensación de añoranza...es saber que todo es un sendero...allí, al final, vamos...recordar es bueno si se sabe aguantar el tirón de las ausencias...abrazos.
Lo interesante de VOLVER, Ybris, es que siempre hallamos algo nuevo, aspectos que antes no habíamos percibido, se perfilan ahora ante nosotros, así como los recuerdos de nuestras pretéritas percepciones que yacían adormecidos en nuestra memoria.
Volver es también recuperarnos, recorrer momentos cuya suma ha ido tejiendo nuestra identidad y esa frase final, tuya, nos anima a valorar la experiencia vivida,a hacer un alto y saborear lo andado.
Un abrazo
Merce
Volver...llevo tiempo con ese verbo en la boca...(por eso regresamos),...siempre he dicho que el pasado está desenfocado....y que amamos su reminiscencia.
Cometo el error de sopesar...de calibrar...y no pongo pesos de ternura en muchas cosas.
Tengo que aprender a mirar...y a ser capaz.
Me encanta "tenerte" cada día.
Olimpia.
A mi seguramente me gustaría que la vida fuera como una gran viñeta de tiempos siempre presentes, y poder ir de una otra historieta a voluntad. Por eso es por lo que me parece que me produce bastante desazón mirar hacia atrás. Aunque también reconozco la sensación de la que hablas al final. Una vivencia antigua aparece mezclada con otras posteriores que algo tienen que ver con ella. Y ahí reconoces lo andando. Y comprendes.
Muchas gracias, me voy al trabajo un poco más en paz conmigo misma.
Besos
Porque a veces evocamos desde el punto de vista equivocado. "Volvemos" casi a diario, la rueda no para.Sólo nosotros de posición.
Hay libros que te dejan huella y los recuerdas siempre, a mi me pasa con varios que lei en mi adolescencia, pero por nombrar uno te diré que "El diario de Anna Frank", lo he vuelto a leer varias veces y siempre me fascina y me preocupa como la primera vez.
El tiempo va pasando...los paisajes cambian, lo que antes eran campos, ahora son solares en construcción, los edificios que antes te parecían modernos, ahora cobran una estética pasada de los 70...y eso que no tengo tantos años! a medida que pase el tiempo, apreciaré más los cambios, pienso...
Besos
Esa evocación traída al presente tb nos recuerda lo aprendido desde entonces, y el volver se convierte en el recuerdo de lo que ayudó a avanzar, un abrazo
Tiendo a recorrer el pasado y el momento es frìamente calculado, encontrarse con el que fuimos o con algùn 'sentimiento-sentido' no es nada fàcil.
Por el momento recorro reigiosamente los libros que han marcado mi infancia, cada noche de a 2 capìtulos en la cama grande con mis dos niños, un momento en el que la niña que fui tambièn suele acompañarnos...un momento pleno de ternura :)
Hermoso Ybris, es tu forma de decir la que me ha llegado profundamente.
Un besazo, amigo.
no es aconsejable volver a los lugares donde creímos ser felices, descubrimos entonces que esa supuesta fecilidad esta construída sobre la nada...
Practico a menudo el ejercicio de volver atrás: intento incluso volver a colocarme en ciertos olores, sabores, vuelcos de corazón (buenos y malos)para terminar de grabarlos. Como quien pone un sello.
También durante un tiempo releí libros(en realidad me encantaba retomar los que me habían gustado pasado un tiempo),pero ya no lo hago. Tendré que poner remedio: se me ocurre alguno que podría conseguir llevarme al pasado, o a lo que me queda de él en este presente. Sería maravilloso.
"Percibir la vida con justicia evocándola con cariño." Maravilloso.
y sin embargo somos lo que fuimos, y cuanto mas lejano en el recuerdo, cuanto más olvidado, mas forma parte de nosotros.
Yo procuro no volver al pasado ni de visita. No suele gustarme lo que encuentro. Nunca sé cual de los dos ha cambiado más, el (tal y como yo lo recordaba, lo cual suele causarme un digusto) o yo.
Un beso.
Pues yo estoy convencido también de que el pasado forma parte de uno. Somos un conjunto de experiencias que respiran ahora y sueñan con el mañana. Pero somos nuestro pasado.
Me ha gustado mucho tu texto.
Me resisto a pisar de nuevo los lugares que pisé de niña: me cuesta asumir la diferencia entre el ayer y la realidad actual, me duele como una bofetada casi.
También es cierto que empecé a leer "El amante de Lady Chatterley" no hace mucho y nada que ver la emoción de su lectura, a la hora del patio, a escondidas de nuestra particular Srta. Rotenmeyer, 40 años antes... que ya no es pecado, vaya!.
yo creo que sí recreamos ciertas sensaciones o emociones, pero sólo en la memoria, en esos huecos que nos guardamos para reconocernos.
Sería no sólo sorprendente, sino incluso preocupante, sentir, ante cualquier estímulo, ahora lo mismo que hace cuarenta años.
un abrazo
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