Mi padre
Fue entonces bastante tratar de sobrevivir: primero la ayuda de un tío y de una prima huérfana de madre y abandonada por su padre, que vivían con nosotros. Hasta que el mayor acabó Medicina y pudo continuar la consulta de mi padre –también médico. Luego, poco a poco, todos fuimos arrimando el hombro hasta independizarnos.
Cuando ya todo quedó tranquilo tras ese tiempo inexplicable empecé a sopesar lo que tantas veces oí a mi madre: “Murió antes de haber vivido”. Y es que mi padre se quedó en proyecto. Salía a hacer las visitas a domicilio a sus enfermos antes de que nos fuéramos al Colegio y volvía justo para comer y pasar consulta en casa toda la tarde hasta que al anochecer hacía las cuentas de ingresos y gastos con mi madre y se acostaba. No recuerdo que nunca se tomara unas vacaciones.
Mi padre me marcó más por el misterio que lo envolvía y la vida que se perdió que por su contacto conmigo. No es difícil de entender si resumo cuatro de aquellos contactos en diferentes momentos de mi vida:
1- Yo debía tener por entonces siete u ocho años. En una fiesta familiar vi a algunos fumando (en casa nadie fumaba) y me empeñé en que yo también quería fumar. Tanto di la lata que mi padre me dijo: “¿Me das tu palabra de fumarte uno entero?”. Y yo: “Por supuesto”. Pidió entonces un pitillo y me llevó a una habitación aparte. Lo encendió, me lo puso en la boca, me tapó la nariz y me dijo: “Respira hondo”. .. Fácil de imaginar ¿no?. Me mareé, devolví, me puse amarillo... Pero mi padre insistió: “Diste tu palabra.. Así que tienes que acabarlo”. Yo asentí con un hilo de voz: “Por supuesto”. El pitillo, entre toses y vómitos, se acabó después de un tiempo interminable y con él se sentenció por siempre mi odio al tabaco. Y también mi convicción de que yo era tan tozudo como él implacable.
2- Un día –no tendría aún los doce años- me llamó a la habitación que hacía las veces de clínica, en donde tenía su pequeño laboratorio y me dijo: “¿Me ayudas? Es muy fácil”. Sacó el microscopio (hoy lo tengo yo. Lo guardo como una joya: un aparato de hacia 1930 con una óptica y mecánica impecables). Me enseñó a enfocar y a mirar en él. Sacó una muestra que había tomado a un paciente, la extendió en el porta, la tiñó, le puso el cubre, la colocó a mínimos aumentos y me dijo que enfocara y que fuera cambiando de objetivos hasta llegar a la máxima resolución. Colocó entonces bajo el objetivo una gota de aceite de cedro y me dijo: “Ahora enfoca, olvídate del tiempo y mira despacio mientras giras este tornillo lentamente. Si ves algo parecido a esto (hizo un dibujo) habrás visto por primera vez un bacilo de Koch”. No puedo recordar el tiempo que pasé embelesado con aquella investigación. Sólo sé que lo vi y que no recuerdo haber tenido jamás mejor regalo que aquel hallazgo y aquella confianza con que mi padre me trató como a una persona mayor.
3- “¿Te leo un cuento” –me dijo. “Sí” – le respondí extrañadísimo de algo tan inusitado para su habitual distancia. Entonces me leyó la parte final de un relato breve de un autor que más tarde creo haber identificado como Turguéniev, aunque no he vuelto a leerlo. Su sentido era el siguiente: “Alguien no puede dormir porque el vecino de arriba no para de andar con paso lento e interminable arrastrando los pies. Cuando ya no puede más sube a quejarse y se encuentra... con un padre paseando el cadáver de su hijo pequeño recién muerto”. Cuando terminó ya se le quebraba la voz. Yo, por mi parte, anoté en mi extrañeza aquel rasgo, para mí desconocido, de mi padre. ¿Qué extraño sentimiento podría hacer que un padre leyera algo tan triste a su hijo de diez años?
4- Otro día –y ya acabo- cuando ya quizás presentía su fin próximo, me abrazó (Yo no salía de mi sorpresa porque él siempre rehuía el contacto físico) y me dijo: “Hijo. La vida se vive sólo una vez. No la pierdas como yo”. Nunca he podido saber a qué se refería. Quizás fuera algo parecido a lo que yo a veces también siento cuando pienso en lo que se es y lo que se podría haber sido.
No sé por qué mis pensamientos me han llevado hoy hasta él. Quizás sea porque uno a veces se siente presa del destino inevitable de acabar siendo un sentimental cuando ya no le quede tiempo para dejar de serlo o para disfrutarlo.
Aunque nadie me podrá quitar la venganza contra mí de dejarlo hoy aquí dicho.
21 Comments:
Sin palabras.
Gracias.
Un abrazo.
Mi padre también se marchó sin despedirse, por eso tal vez entienda tan bien estas palabras.
Son recuerdos bonitos, frescos en la mente del niño que los guardó.
Un abrazo.
Me has emocionado con tus recuerdos.
Te agradezco que los hayas compartido, y te felicito por haber tenido un padre así.
Un saludo.
¿Y para qué querrías dejar de ser un sentimental?
Lo de mi elogio de la ternura también es previo a conocerte, que lo sepas.
Un besazo
Yo hoy te dejo este cálido abrazo, tal y como se lo dan tus pensamientos tan sentimentalmente a tus palabras. Un abrazo sin tiempo, en el que perpetuamente me distraería ;)
Me ha gustado mucho conocerte a través de este post. Creo que tu padre te dio buenas lecciones... Aprovecharlas (aunque entonces te costara entenderlas) es de sabios.
Gracias por compartirlo con todos nosotros.
Tienes buen patrón para seguir ejemplo y a buen seguro el difícil arte de ser padre se te dará tan bien como a él. No sé si disfrutó de su vida, pero segura estoy de que supo enseñarla a sus hijos, por poquito rato que pudiera estar en su compañía. Le encontró pronto la muerte siendo un luchador de la vida; imagino por cuanto detallas que era uno de los “imprescindibles” que citó Bertold Bretch. Te felicito.
gracias por compartir el recuerdo de tu padre. Es ahora, cuando nos toca hacer su papel, cuando empezamos a comprenderlos.
muchos besos.
Es un buen legado el que te dejó, no el deseable por breve, mero mirando desde los ojos de la calidad...
Después de leer este pedacito de ti no puedo menos que sentirte un poco más cercano...
Podría decir muchas cosas y ninguna tendría sentido después de tus palabras.
Hermosos recuerdos los que te dejó, aunque fueran menos de los que hubieras deseado.
Un abrazo muy, muy, muy fuerte
Me han llenado de emoción tus palabras, pues a mi también se me fué mi padre cuando yo tenia 24 años, pienso mucho en él. La pena que tengo es que asi como tu padre tuvo un poco de tiempo para dedicártelo,el mio, trabajaba de noche y dia para poder mantenernos, y no tuve esa suerte, y cuando empezaba a tener un poco,pues ya eramos mayorcitos y podiamos contribuir en la economia familiar, el tabaco nos lo arrebató, tenia 58 años y era, para mi, la persona mas buena y
honrada que he conocido, todo el mundo lo queria. Ese es el legado que me dejó.
Gracias por hacer este post, tu padre, y muchos padres te lo agradecerán. Y como leí en otro post,"quien siembra, recoge".
Un beso muy fuerte
Mi padre aún vive. Creo que este hecho me retrasa la memoria podría haber tenido de él hora si hubiera muerto hace años. Yo recuerdo a mi padre cuando él era joven y yo solo un niño, cómo me llevaba a comprar gusana los domingos e íbamos andando con las cañas hasta el final del rompeolas. A mi no me gustaba pescar, me parecía aburridísimo, pero me encantaba verle a él cómo disfrutaba. Esperaba ese momento mágico cuando abría su cestita y empataba los anzuelos, cuando me explicaba cómo tenía que poner el plomo y cómo me hacía sujetar la pita con el dedo índice para que no dejara de estar atento. Lo recuerdo muy bien y jamás conceví la pesca como una diversión si él no estaba a mi lado.
La nostalgia, en su medida, nos hace ser mejores. La memoria es herencia también y la revelación es nuestra redención (O algo parecido al atónimo de venganza). Creo que la muerte siempre trunca proyectos, pero para eso estamos aqui, para continuarlos. Bravo por ti.
Un abrazo.
Todos los verbos que terminan en "ir" se criben con "b", menos servir, hervir y vivir. Así que concebir se escribirá con "b", digo yo. Qué vurro soy.
Chuff !!
genial, qué manera de evocar. Supongo que cualquier padre puede aspirar, viva el tiempo que viva, a que lo recuerden así.
Me ha emocionado profundamente tu relato, es tierno pero encierra la dureza del corazón del niño que perdió a su padre que "vivio sin vivir la vida". Muy bello, Gracias por compartirlo. Saludos
...Es curioso lo que se recuerda. Es curioso los mundos que construimos con los recuerdos que tenemos. Aunque siempre hay gente privilegiada que no construye con ellos sueños sino realidades.
Gracias por compartirlo.
Un beso fuerte
Te había leído otras veces aunque nunca te he comentado, hoy he querido hacerlo, quizás porque me has abierto los ojos con un beso y te doy las gracias por ello. Con un beso de ternura, que igual se te había caído entre las palabras llenas de latidos que le dedicas entre recuerdos a tu padre. Y es que a veces no valoramos suficientemente lo que tenemos hasta que dejamos de tenerlo.
Mis gracias en otro beso, éste mío.
Es increiblemente hermoso lo que has escrito.
Creo que es dicho mucho más de lo que crees haber dicho, en todo caso, tu claridad y la sencillez de tu reflexión lo convierten en algo muy sabio.
un abrazo
1-Me he acordado entre risas y lágrimas de la sensación que tuve cuando hice lo mismo con mi abuelo y la guindilla que él mordía acompañando cada comida. Lloré mucho, pero en cambio ahora me gusta el picante.
2-Quería despertar tu curiosidad por el mundo, ante eso, el mundo se llena de curisidades que descubrir.
3-Él no tenía un blog en el que derrochar sensibilidad, demuestar lo de "de tal palo, tal astilla", sólo que tú no te avergüenzas.
4-Que trabajes lo necesario y disfrutes de la vida ¿te parece poco?
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NO sólo "dicho" ha quedado....aún me pregunto por que te "vengaste" a ti mismo, al escribir este relato.
Olimpia.
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