19.5.06

Libros

Les debo unas palabras como mínimo. Desde que era niño, mis ocios –al margen de una antigua radio donde mi madre escuchaba los comentarios religiosos del P. Venancio Marcos y mi hermano mayor y yo la novela de “Diego Valor” o el humor de Gila- no tuvieron más válvula de escape que los libros. Recuerdo los fascículos de Dick Turpin, las obras completas de Julio Verne, las aventuras de Salgari, los libros de Guillermo, los de Tarzán de los Monos, de Fu-Manchú...
Mi lugar de refugio era la habitación de mi tío, que sólo volvía por la noche, oculto detrás de una larga cortina que tapaba la ventana del patio. De allí me tenían que sacar casi a rastras a la hora de la comida y, aún así, me llevaba el libro para seguir leyendo mientras comía.
Los jueves por la tarde no había colegio y entonces, nada más comer me iba a una biblioteca pública para leer hasta que cerraban.
Han pasado muchos años y varios miles de libros se me han amontonado en las estanterías. Regalé muchos, perdí otros tantos, tiré bastantes pero aún se me agolpan en doble fila, a veces tumbados, como esperando...
De vez en cuando miro a alguna estantería y siento un doble sentimiento de pena y de compañía. Pena porque sé que ya no tendría vida suficiente para releerlos y, además alguno ya no suscitaría los sentimientos que su lectura primera me originó. Compañía porque cada uno de ellos lleva una historia, una ilusión y una parte sincera de lo que ahora soy o pienso.
No se me ocurre mejor homenaje que elegir unos pocos de ellos y escribir sobre lo que su visión en este momento me suscita como recuerdo o reflexión:

Fundamentos de Filosofía, de Bertrand Russell.
Málaga. En el camino hacia El Palo, enfrente de los Baños del Carmen, tenía alquilado un apartamento desde donde todos los días iba a dar las clases al Colegio donde entonces trabajaba. Hice mis cálculos y el escaso sueldo me daba justo para llegar raspando a fin de mes. Faltaban dos días para cobrar y quiso el azar que en mi vespertino y solitario paseo topara con un escaparate donde vi ese libro Pregunté el precio: justo lo que me quedaba para acabar el mes... Fueron los dos primeros días de mi vida en que me quedé sin comer.

Segunda antología de la Poesía China, Revista de Occidente, 1962.
Paseo matutino por el Rastro madrileño. Están poniendo los puestos del domingo y observo como en uno de ellos arrojan en desordenado montón una gran cantidad de libros viejos. Me fijo en ese. Está muy desencuadernado y con señas de haber sido muy usado. Lo tomo, abro la portada y leo esta dedicatoria: “6-III-65. A Carlos, que siempre me pide libros y cosas como conmemoración de días de fiesta, este libro o este árbol o esta montaña o estos cien pájaros... Con todo el cariño de Uranga”. Hice mío ese cariño y lo compré sólo por la dedicatoria (luego lo he leído mucho: es precioso).

Grammatica practica linguae hebraicae...
Un mercadillo de viejo en una calle de Roma. Juntos una gramática hebrea, una biblia de bolsillo en hebreo y un pequeño diccionario hebreo-latín. Un extraño reto y una decisión. Por pocas liras el lote. Aún están juntos como dándose la mano para sobrevivir. La biblia se abre sola por el salmo 1: “ ’Ashré haish ’asher lo jalaq...” ¿Se puede estar tan en las nubes como para intentar memorizar el original de un salmo entero? Lo hice y aún no se me ha olvidado el comienzo. ¿Qué extraña fuerza puede hacer que, entre tanto olvido, se haya mantenido ese recuerdo?

Segunda antolojía poética. Juan Ramón Jiménez. Colección Universal. Madrid, 1922. Precio Dos pesetas.
“Retirado” de entre los libros de mi padre, conserva subrayado en la página 97: “Una gota triste/ me he encontrado en ti./ ¿Lágrima de quién,/ rosa blanca, di?” con una anotación al margen “a Pilar”. ¿Quién no ha intentado enamorar con poemas ajenos cuando no se es capaz de hacerlo con los propios?


Basten estos cuatro, casi tomados al azar de entre los que miro en penumbra (más bien me imagino) por encima de la pantalla de mi ordenador mientras escribo. A todos ellos mi devoción y mi agradecimiento. Más deuda ahora de alegría que de tristeza.

18 Comments:

Blogger Simplemente Olimpia. said...

Tanto agradecimiento me confunde, no por que suela hacerse cuando se mira atrás, sino por que parece que intentas resumir toda tu vida en esas letras, haciendo acopio de fuerzas. Las palabras no son de nadie, ni siquiera estas que escribo me pertenecen. Sólo las recolecto para la próxima siembra.
¿Fué el azar quien quiso que fueran esos y no otros los que mostraras a nuestro ojos? ¿o es la voluntad quien decide? MI ósculo para tí.
Olimpia.

19/5/06 8:31 a. m.  
Blogger libertad said...

Ayy...a ver, por dónde empiezo.
Veamos, excepto el "hebreo", yo podía haber escogido los mismos. Y eso que ha sido al azar (obviamente asociados a experiencias distintas..., pero posiblemente con posos parecidos). Permíteme que incluya uno que también que yo leí un poco antes de los Fundamentos de la Filosofía de Bertrand Russell, "La conquista de la felicidad" (de 1947)...ese fue mi inspiración para el siguiente, por si alguna vez tienes ocasión de leerlo o si te parece bien rescatarlo con la mirada de esa biblioteca tuya
...
Un beso. Un placer como siempre leerte y aprender contigo, no es fácil ni habitual.

19/5/06 3:16 p. m.  
Blogger Patricia Angulo said...

Sabía que me iba a encontrar con algo bueno, lo sabía.
Pero no que me ibas a emocionar tanto.
Tengo húmedos los ojos, porque hemos hecho recorridos parecidos, con diferentes libros , pero me he visto identificada en vos cuando has elegido.
Esa dedicatoria, en ese libro, esos versos a Pilar...
Ybris, gracias qué mas puedo decirte a vos que sos un nubenauta.
Besos ;)

19/5/06 4:15 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

...creo que unos años después (lo digo porque no me ha dado tiempo a juntar tantos libros) yo hacía algo parecido que, fíjate qué cosas, casi ya tenía olvidado...

Gracias, mister... leerte es, para mi, conjugar muchas veces verbos en pretérito... pero siempre verbos agradables ;-)

19/5/06 6:49 p. m.  
Blogger manuel_h said...

hermoso homenaje.
Pero aparte de los libros, me quedo con tu memoria, con tu fantástica manera de dejarla por escrito.

un abrazo

19/5/06 8:09 p. m.  
Blogger Sofía B. said...

Me ha gustado mucho el post, no descarto robarte la idea para hacer uno...

19/5/06 11:35 p. m.  
Blogger Insanity said...

"Compañía porque cada uno de ellos lleva una historia, una ilusión y una parte sincera de lo que ahora soy o pienso."
"Aún están juntos como dándose la mano para sobrevivir."

Yo no puedo ver un hombre o una mujer antes de ver a la persona; es inevitable.
No quiero agradecerte solamente por este post, sino por este blog,
sinceramente.
Mis saludos y mis respetos.

20/5/06 4:59 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

59. Y mi padre dice que te has dejado a Karl May, a “3 Hombres Buenos”, a “Tony y Anita, los ases del circo”, al “Cachorro”, etc. Eso que mi padre no tiene muy buena memoria, no la tuya al menos, que nos regalas con tanto cariño y saber tus recuerdos.
Gracias por tu paciencia, por tu meticulosa entrega en este blog y por la naturalidad.
Un abrazo.

20/5/06 11:10 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

Hacía tiempo que no encontraba a nadie que se hubiera quedado sin comer por un libro, este post no es sólo un homenaje.
Saludos

20/5/06 5:02 p. m.  
Blogger cordelia said...

Yo también vivo entre libros que van ocupando sus posiciones en la estantería. Y los que me quedan por leer. Qué bonita la primera dedicatoria. Dejando de comer :)

20/5/06 7:45 p. m.  
Blogger koffee said...

Con una madurez cimentada en la cultura no es de extrañar que a veces crea estar en el siglo de Oro al entrar a verte...

20/5/06 11:40 p. m.  
Blogger thirthe said...

es muy hermoso leer con qué amor recuerdas los libros.

(uff, qué lejos quedan los de aventuras, yo creo que no conservo ninguno, una vez leídos los prestaba y no me preocupaba mucho de que volviesen a mi, por más que me riñese mi madre. Me sigue pasando, no me importa perder/prestar libros)

besos

21/5/06 6:03 p. m.  
Blogger Isthar said...

Mi madre siempre me ha dicho que cuando descubrí los libros ya de niña iba a todas partes con uno de ellos. Fue ella quien empezó por inculcarme el hábito y el gusto por la lectura, pero no creo que esperase que me convirtiera en una devoradora de libros.

Los míos también se amontonan en en dos filas en las estanterías, de hecho tenemos un cuarto sólo para libros. En mi mesita se acumulan unos cinco, son los que irán detrás del que tengo entre manos. Ultimamente vuelvo a ir a todas partes con un libro.

Para mi también tiene cada uno una historia, un momento, un recuerdo, unas emociones asociadas. Y aunque sé que tampoco a mi me dará tiempo a releerlos, no sería capaz de desprenderme de ellos.

Me encantan los libros :)

Un abrazo de letras.

21/5/06 7:15 p. m.  
Blogger Lunarroja said...

Los libros son, sin duda, unos excelentes compañeros de viaje, sea cual sea el camino.

Recuerdo no hace mucho un reportaje en el que se veía una parte de una librería. Ahí estaban los ejemplares que un experto decía que daba tiempo a leer en una vida. No eran tantos.
Ay, el tiempo...

21/5/06 8:56 p. m.  
Blogger ybris said...

Cuando hoy, lunes, tras el fin de semana fuera, leo vuestros comentarios me siento emocionado y agradecido.
Y –podéis creerme- no es nada fácil conseguir de mi corazón encallecido la emoción. Una vez lograda ésta, el agradecimiento se me cae como el peso que uno estaba deseando dejar.

Olimpia: Mezclo el azar con la emoción que impidió que se perdieran los recuerdos. Muestro lo que creo que podría expresar la devoción sincera por los libros que tanto me dieron. En esto último prima la voluntad. También en lo que a continuación escribo.

Luces: [ :-( ]: Lo del hebreo lo escribía con una mano virtual sobre la tuya, como pidiéndote lo que luego me has escrito. Ven siempre que puedas, aunque no digas nada y dejes solo tu nombre en los comentarios. Contigo el alba me es mucho más acogedora.

Libertad: No tengo ese libro, pero lo leeré, me encantará, nunca se me olvidará a quién habré debido su lectura y a lo mejor un día lo recordaré en alta voz ante cualquiera. Agradecido de antemano. Me alegra que creas aprender algo de mí. Nada podría halagar más a un maestrillo vanidoso. Aprenderemos los dos uno de otro todo lo que podamos.

-Pato- : Cuando te escribo o te leo se me marcha el ecuador al Ártico y tus “vos “ y “sos” se me quedan como destellos en la retina y como un pequeño escalofrío bajo la piel. Saber que me lees es como un empujón que me anima a seguir escribiendo y a seguir siendo un nubenauta. Ya sabes que leerte es para mí todo un vicio de la tibia madrugada.

Luis: Eres un buen amigo que nunca anda lejos de lo que se me va ocurriendo sobre la amistad. Eres parte de lo que hoy escribo y lo serás de lo que aún escribiré sobre ello porque tus palabras me dejan siempre un poso de ganas de decirlo.

Stand by: A ciertas edades (hablo de la mía) la nostalgia y el recuerdo es un refugio acogedor contra la inclemencia del futuro menguante. No quisiera ser culpable de llevarte a un pretérito innecesario aún y sí, en cambio de empujarte suavemente hacia lo venidero (siempre prometedor para quien sabe estar en situación de espera).

Manuel: Tus palabras densas se me esponjan a diario por todos los resquicios de mi vanidad. Gracias.

Athena: ¡Sí! ¡Por favor! Róbame la idea y hazla trizas hasta hacerla tuya. No podría caberme mayor orgullo que ser una pequeña y lejana parte de esas preciosidades que escribes. Te grabé un poema. A ver si acierto a comprimirlo y mandártelo.

Insanity: Tus palabras repitiendo las mías me derriten. Siempre quise ser más una persona que una apariencia. Mi blog titubeante y árido remeda todas mis dudas y mis huecos. Que me lo agradezcas es el mejor regalo que podrías hacerme.

Pedro: 57. No llegaba a tiempo desde el Colegio para escuchar “dos hombres buenos”, pero sí lo de Diego Valor, que venía a continuación. Mi memoria no es que sea buena, es sorprendentemente selectiva. Me acuerdo de hechos ridículamente inútiles, pero siempre vinculados a personas, compañeros, amigos... que se abrieron un hueco por algún sitio muy dentro y allí se quedaron al cabo de los años. No sé si todavía viven, pero dentro de mí conquistaron un puesto indestructible.
Un abrazo muy fuerte a tu padre y otro a ti. Eres formidable.

Emer: Bienvenido a esta desolación con la que trato de pagar deudas que en su día no supe pagar. Aquel ayuno lo fue por falta de dinero. Tras él han sido muchos por no ser capaz de dejar una lectura ni siquiera a cambio de un plato de lentejas.

Cordelia: Inmejorable y fiel compañía la de los libros. Al lado del de Russell tengo uno que estuve a punto de comentar: “Elementos de historia de las Matemáticas, de N. Bourbaki”, tan mezclado con las crisis personales de los treinta años que no me sentí con fuerzas de exponer. (Las matemáticas me han sido muchas veces tabla firme en el naufragio de las dudas...) Seguro que lo entiendes.

Koffee: No te creas demasiado mi cultura. La astucia del que escribe estriba en callarse lo que ignora. No quiero aparentar lo que no soy y te diré que a veces tengo que dejar de leer por sentirme inerme ante la inmensidad de mi ignorancia. Dicen que los que no llegan a profundizar en los conocimientos acaban siendo profesores. Ese es mi caso: no enseño cosas, enseño (pretendo) el deseo de conocerlas. Que es lo único que siempre tuve y tengo.

Thirthe: La verdad es que no me entendería sin los libros. Y en los de aventuras es a veces donde voy entendiendo menos a mis hijos porque ha cambiado mucho el mundo en que tienen ellos que desarrollar sus vidas con respecto al que nos tocó a nosotros. Aún así me siento satisfecho de ver cómo también ellos van siguiendo lo que ven.

Isthar: Una de las cosas que más a gusto me hacen sentirme con algunos es ese poso impalpable que deja la lectura meditada. No hubieras tenido que decirme nada de tu afición por la lectura porque hay cosas que se advierten nada más cambiar unas palabras –en nuestro caso escritas- con quienes te atraen por lo que dicen.
Aún así no te imaginas lo que me encanta oírtelo. Día a día me pregunto cómo podría conseguir con mis alumnos que comprendieran lo que se pierden por no formar parte de esa locura.
Este pequeño mundo en el que llevo poco más de tres meses metido me ha descubierto que no es posible el desaliento con gente tan estupenda como vosotros.

Lunarroja: Poco, poco tiempo para leer. Sobre todo si además quiere uno escribir, mirar, hablar, comunicarse... Sobre todo si algunos libros jamás pueden dejar de leerse. Pero nadie podrá quitarnos nunca el placer de saber sentir el peso acogedor de un buen libro entre las manos.

22/5/06 3:41 a. m.  
Blogger ybris said...

Gracias, Muralla. Hace poco que he leído tu post de hoy y no me has dejado palabras. Tendré que volver porque yo también sé reconocer a las buenas maestras y se sabe cuándo alguien escribe con el corazón en la mano.

22/5/06 8:22 a. m.  
Blogger ybris said...

Me encanta, Reflejos, que hayas leído esto.
Y que los apartamentos aquellos te hayan traido recuerdos.
Un día escribiré sobre ellos.
A ver si me acuerdo de avisarte.
Besos.

26/5/06 7:04 a. m.  
Blogger Simplemente Olimpia. said...

Apenas tres libros y hace más de 20 años, más o menos...La fábrica de chocolate, El perfume...y memorias de una Gehisha.
Ojala, ójala...algún día pueda volver a leer y retener los recuerdos como tú.

Olimpia.

2/5/08 4:09 a. m.  

Publicar un comentario

<< Home