27.5.09
Leía este domingo en El País la columna de Manuel Vicent que titulaba Dioses. En ella, con su habitual estilo que a mí siempre me toca alguna fibra adormecida, pasaba de la afirmación de Nietzsche negando a los dioses a la universalización de los mismos en cada uno de nosotros en determinados momentos si uno no espera demasiada gloria de ese oficio.
Menciona exquisitamente Vicent varios momentos de la vida en que uno hace cosas que los dioses, enjaulados en el tiempo y en el espacio infinitos sin poder librarse de esa maldición, serían incapaces de hacer y acaba con esta sublime aseveración que no me resisto a transcribir:
Sólo los tontos mueren satisfechos, pero no existe persona inteligente a la que el azar le ha negado un día de gloria en un ínfimo reino, en el que por un instante fue dios. Puede que ese reino fuera sólo el espejo del cuarto de baño donde se reflejaba tu juventud, en el que alguien, que acaba de salir, había dejado escrito con un lápiz de labios: tienes el pan en el tostador y el zumo en la nevera, te amo.
Como todas las palabras que hablan para decir algo en el sentimiento, se iban forjando esos vagos pensamientos, a veces contrapuestos, que son la prueba del diálogo interno con que aceptamos y asimilamos ciertas ideas hasta hacerlas propias.
Me acordé del chiste de aquel que salta de un avión en llamas y cae mientras busca desesperadamente la anilla que acciona la apertura de su paracaídas. En esa caída libre y vertiginosa ve subir, de modo igualmente vertiginoso, a otro y le grita: “¿Sabes dónde está la anilla del paracaídas?” a lo que el que sube le replica: “Ni idea. ¿Y tú sabes dónde se cierra la espita del gas?”
Me decía que algo así debe de suceder entre dioses y humanos. Aquellos quieren bajar del Olimpo aunque sea convertidos en lluvia dorada sólo por gozar de Dánae mientras éstos anhelan irremediablemente el fuego de los dioses aún a costa del eterno castigo de los cielos.
También recordé a algunos excelentes profesores que sabían colocarme en el sitio exacto donde la enseñanza era posible. Solían comenzar, de una u otra manera, con un imagínense ustedes. Cuando era un niño apenas, esa imaginación me conducía a ser pirata recorriendo las costas del Mare Nostrum para encontrar tesoros perdidos en sitios que acababas memorizando o ser aventurero a punto de ser víctima de antropófagos si no levantabas un ladrillo de oro (19,3 kg en el volumen de un litro de agua. ¡Cómo olvidar esa densidad!) con una sola mano. Cuando fui mayor tenía que hacerme un personaje que vivía en una época, en un ambiente y con unos determinados conocimientos para poder entender lo entonces se decía o se vivía.
Uno de ellos, al mencionar el relato –dos en realidad- de la creación del mundo según el Génesis solía decir: “Ustedes de repente han olvidado todo lo que saben y se encuentran con todo lo que ven: un disco de fuego que ilumina y calienta durante el día y un tenue luminar que alivia las tinieblas de la noche; ven subir y bajar el nivel del mar sin que pase de un cierto límite, observan que a veces cae agua de arriba, sienten en su cuerpo impulsos poderosos de amor y odio… Entonces se remontan a un origen posible en que sólo hay caos o un desierto vacío y alguien –Dios- como soplo poderoso o viento vespertino pone todo en el sitio en que ahora lo encontramos. Y se imaginan que algo malo han hecho para que sucedan ciertas cosas que nos duelen como las heridas o la muerte. Ese algo lo achacan a querer ser semejantes a quien nos creó intentando sacar del fruto de un árbol prohibido el misterio de la ciencia del bien y del mal.”
De entonces aprendí a sentir que hemos creado a quien a su vez nos crea y que esa creación mutua nos sitúa en el mismo problema del origen desplazado a otro nivel.
Aprendí que cuando llegamos al borde de lo que experimentamos extendemos nuestros ciegos tentáculos para palpar el misterio con la duda y la emoción de imágenes, metáforas, sueños o deseos: es la belleza del arte.
Y entonces, cuando salta la chispa, nos hemos hecho dioses por un momento, nos hemos sentido por encima del suelo que pisamos.
Quizás sea, glosando a Vicent, como si, tras un deseo vehemente de saberse queriendo a alguien en silencio, nos encontráramos de repente con que ese alguien nos dice: te quiero.
29 Comments:
Claro.
Aunque el concepto de satisfacción es muy tonto hoy en día.
Genial, magistral, como de costumbre, Ybris.
Gracias.
Disfruté este domingo leyendo la columna de Vicent, mientras desayunaba... fue empezar bien el día y sentirme un poquito -sólo un poquito, de verdad, que no soy yo mucho de endiosarme- algo diosa.
Ahora disfruto de la tuya, tan llena de chispas y al borde de los misterios. La continuación...
Besos con tentáculos y tintas!
Buena columna la tuya, para mi gusto mejor que la de Vicent. Yo ya no leo a vicent "desde entonces aprendo a sentir (y sobre todo asimilar) que hemos creado a quien a su vez nos crea." Pero no es porque no me guste, sino porque yo apenas leo el periódico, simplemente lo hojeo un poco por encima. Hace tiempo me cansé de una política que en lugar de crear destruye. Y no lo digo por el partido que ocupa el gobierno, sino por todos. ¿Cuándo se van a dar cuenta de que en lugar de echarse los trastos encima lo que hay que hacer es trabajar en pro de la Nación? Más bien nunca...
El problema de sentirse dios en algún momento, es como dijera Tácito: "sólo entienden de castigar a los humanos, del premio se desntienden." Así que a nosotros nos ocurre los mismo, si nos asemejamos -los creamos- nos creamos, nos castigamos.
Digo como Fauve. "Eres un genio"
Salud
A veces es difícil sentirse un dios cuando ni siquiera te sientes hombre.
Besos.
Un día de gloria en un ínfimo reino...muy bueno,tanto como tu post.Besos,Ybris***
y que luego se nos olvide que una vez fuimos dioses, para poder volver a tocarlo!
:-)
Es tan jugoso, tan dulce leerte, me siento en casa.
Gracias por estos momentos.
Un beso.
Dioses por un día para algunos y para otros para la eternidad.
Como te ha escrito Josef, quizás tu texto es más denso y más acertado que el de Manuel Vicent. Es simplemente Magistral.
Te dejo un poema mío a propósito de los dioses.
SIN DIOSES NI DEMONIOS
Si no existe Dios
por qué todos nosotros
queremos serlo.
Sin más dioses
que nos perdonen y nos condenen
a las puertas del paraíso.
Solos con nosotros mismos,
más humanos que nunca,
con nuestras virtudes y defectos,
con nuestros errores y aciertos,
con nuestros amores y envidias.
Sin más demonios
que nos reciban y nos quemen
a las puertas del infierno.
Solos con nosotros mismos,
en el espejo de los demás,
con nuestras dudas y decisiones,
con nuestras angustias y esperanzas,
con nuestras compañías y soledades.
Sin más dioses ni más demonios,
sin más infierno ni más paraíso
que nuestra propia libertad.
Un abrazo
Que genial leerte a ti reflexionando sobre la columna que has leido.
Ese momento de gloria, que muchos momentos debemos de tenerlos, solo hay que saber mirar.
Besos Querido Ybris.
Yo soy muy criticona, pero es complicado, es muy bonito lo que dices hoy, muy bonito
Besos
Un post excelente. Me he sentido muy identificada con tus reflexiones. También yo creo que hemos creado a los dioses y no al revés, pero a veces creemos tanto en nuestra propia invención que queremos ser como ellos. Es algo insensato, sí, pero gratificante cuando se toma en pequeñísimas dosis. Un abrazo admirado.
"Y yo soy un dios sin espada, sin nada de lo que hacen los hombres con su ciencia; sólo con lo que es producto de lo vivo, lo que se cambia todo; sí, de fuego o de luz, luz." Esta cita , por ejemplo, y con la que J.R.Jiménez abre su poemario 'ESPACIO': "Los dioses no tuvieron más sustancia que la que tengo yo.", sirvan de reto y acomodo a tu texto y a la hermosa columna de Vicent.
Besos.
La belleza del arte nos hace dioses, ¡que bonito¡. Precioso post amigo, y hermosisima reflexión.
Un beso
Acabamos creándolos con nuestras mismas necesidades, los investimos de nuestros más sublimes deseos, para terminar comprendiendo que la deidad no está en obtener esos deseos, sino en ser capaces de descubrir que podemos sentirnos como Dioses en el más tierno de nuestros actos.
Y además de descubrirnos dioses, querido Ybris, nos describes en ese “diálogo interno” que siempre, siempre, nos pone de acuerdo contigo.
Un beso.
Hace tiempo que no leo a Vicent, un tipo que me cae bien y con el que comparto antitaurismo absoluto.
Me voy a buscar alguna cosa suya. Me has dejado intrigada.
Magnífico post, Ybris, es de los que hay que leer con tranquilidad.
Kisses,
Marta
Un saludo
Desde hace unos meses, yo y otros dos amigos, estamos llevando a cabo un proyecto. Dicho proyecto consiste en la elaboración de una comunidad literaria independiente, un rincón en el que cualquiera pueda expresarse y de cualquier forma: relatos, poesía, etc. La idea de la que surgió y de la que aún se sigue sustentando, no es solo esa expresión, anteriormente mencionada, sino el mestizaje: que lo que yo escriba puede servirle a otro de aprendizaje o si más no, pueda aportarle alguna idea y viceversa. Por ello, les invito a todos aquellos que quieran participar en la redacción a que envíen un mail a lagacetademedianoche@gmail.com, citando el correo electrónico de la cuenta blogger, a la que deberá enviarse la invitación.
Atentamente,
El Gato Negro
Necesitamos de un algo superior para sentirnos protegidos... necesitamos del arte y los sueños para poder despegar los pies de la tambaleante realidad...
un abrazo maestro, Marea@
comparto con algunos de aquí esos desayunos de domingo con la columna de Vicent: lo primero que leo y casi siempre me aporta algo, común y dorado a la vez, no sabría cómo expresarlo mejor.
y lo que le añades, Ybris, no desmerece. bello como siempre, cercano como poco
Me pasa que admiro a Vicent por herencia materna y porque me llega y que tus reflexiones me han parecido verdaderamente magníficas. Extraordinario artículo.
Felicidades, Ybris.
Yo admiraba a Vicent pero ahora me cansa... ¿Será grave? A lo mejor es simple empacho.
"Solo los tontos mueren satisfechos..." grandísimo.
Un abrazoZzz
¡Oh mio caro Ybris!, Manuel Vicent me hipnotizo hace más de 25 años con una columna suya en la contraportada de ese mismo periódico; era algo de elefantes, y hablaba de la posibilidad de poder pedir Eutanasín en grageas en el futuro.
Como mi nombre lo indica, he olvidado casi todo aquel texto, pero la emoción y la admiración por este valenciano han quedado intactas. Vicent es un hombre muy culto, muy puesto en la cultura grecolatina, así que sabe de dioses. Es un grande placer leerle. Grazie.
Me encantan tus reflexiones Ybris y me encanta perderme en ellas y contestarte mentalmente y dialogar contigo mientras lo hago.
Siempre me produce placer la visita a tus letras, lástima que no pueda hacerlo como antes, con más tiempo, más a menudo...
Pero cuando por fin lo hago... lo disfruto de verdad.
Un abrazo
Como siempre es un placer leerte, todos tenemos nuestros dioses, y somos dioses para alguien, para mí, cuando te leo, eres uno de mis dioses, y te juro que no exagero.
Un beso, Ybris.
Cierto, somos nosotros quienes hemos creado y creido esas semejanzas.
Abrazos.
qué bien leer esto, ybris...
un beso grande, como tú.
Ybris, muy buena esta reflexión. Creo que en la infancia,sin ser conscientes, somos dioses porque nos sentimos inmortales y con la imaginación nos transformamos en héroes todopoderosos.Cuando crecemos, el azar nos regala esos maravillosos instantes en los que parece que el mundo está bien hecho o el milagro de verte un dios en los ojos de otro.
Ybris, muy buena esta reflexión. Creo que en la infancia,sin ser conscientes, somos dioses porque nos sentimos inmortales y con la imaginación nos transformamos en héroes todopoderosos.Cuando crecemos, el azar nos regala esos maravillosos instantes en los que parece que el mundo está bien hecho o el milagro de verte un dios en los ojos de otro.
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