2.9.09

Todos

Múltiples son los motivos por los que la política acaba derivando en un diálogo imposible en donde se actúa y sobreactúa de cara a las cámaras y se limita la intervención a un ataque a los oponentes que más tiene de discusión de pandillas de barrio que de fondo. Se acumulan agravios, se desvelan errores, se denuncian deslices. Quizás porque en el fondo se sepa de antemano la superficialidad de la mayoría que, incapaces de comprender lo profundo, se fían sólo de la superficie. Yo siempre me he sentido en toda esta actuación como un espectador de una obra de teatro en donde se hace valer la forma como único motivo para conquistar adeptos. Algo así como si se dilucidara el mérito del autor por su apariencia física o por el modo de peinarse.
En mi caso he intentado siempre huir de las anécdotas o incluso de los errores individuales para centrarme en los aspectos fundamentales que diferencian a unos grupos políticos de otros.
Desde luego que la primera de las motivaciones que me sirven de norte es la creencia en que la organización de la sociedad en todos los aspectos debe estar centrada en las personas, incluso hasta en cuanto pudiera parecer independiente de ello como lo son el arte, la estética, la ecología o las creencias de cualquier tipo.
Pero hay más. Cuando se habla de personas es fundamental hablar de todas las personas. Tras la última de las desastrosas guerras mundiales cuyo comienzo tristísimo conmemoramos ahora a partir de la invasión de Polonia, se impuso como guía la Declaración de los Derechos Humanos en donde se hacía valer la condición de personas para ser destinatarios de derechos irrenunciables.
Las diferentes Constituciones de todos los países suelen recoger esa teoría bajo el lema: Todos somos iguales. La práctica, claro, es algo totalmente diferente.
En la España de hoy se reconocen los derechos básicos a la vida, la educación, la salud, el trabajo, la vivienda… para luego limitarse en la práctica a dejarlos como simples adornos al albur de dogmas como el mercado o las imposiciones interesadas de grupos de presión o de ideologías.
Siempre me ha parecido sintomático el hecho de que se acepten disposiciones legales reguladoras de la convivencia pero siempre dejando el resquicio por el que su exigencia dejara vías de escape sin las cuales habría quien lanzase al cielo el grito de la opresión intolerable. Algo así como si, por ejemplo, la mayoría estuviera de acuerdo en imponer unas normas de tráfico de uso obligatorio y, naturalmente, punibles con multas o retirada de carnet, pero consideraran inaceptable un procedimiento infalible para aplicarlas a todos sin excepción. O como si se considerase justo contribuir todos a las labores comunes mediante una recaudación de impuestos pero se rechazara extender a todos un sistema tan infalible como el de las nóminas para que nadie pudiera eludir esa obligación.
Algo así me sucede en todos los aspectos sociopolíticos y económicos. Para unos la asignación de recursos escasos con los que contamos se hace mejor mediante las leyes del mercado, siempre bajo el influjo pretendidamente más dinámico y efectivo de la empresa privada y su lícito deseo de beneficios que no bajo la pesada y alienante decisión del Estado que debe limitarse a casos muy concretos de corrección de anomalías o de creación de circunstancias favorables para la competencia.
Para otros la centralización es la manera más eficaz de asignar recursos sin tener que someterse al interés de beneficios privados ni al derroche que significaría competir colocando productos al margen de su utilidad y sólo por los beneficios que comporta.
Para mí siempre ha sido clave la distinción entre lo que es un derecho, y como tal exigible y no mendigable, y lo que es prescindible o de lujo. En el primer caso lo fundamental es que todos alcancen en realidad y sin fluctuaciones esos derechos. Para ello nunca me he fiado de los intereses privados que sólo pueden, como es lógico, moverse por criterios de máximos beneficios al margen de que se alcancen los objetivos a los que las personas tienen derecho.
Dicho de modo comprensible, si todos tenemos derecho al trabajo y a la vivienda, no se puede dejar a la iniciativa privada el logro de esos derechos porque el interés privado sólo atiende a esos aspectos a través de consideraciones de altruismo que mejoran su imagen como empresa pero no pueden garantizarse para todos.
Cuando observo que para unos hay que someterse a los beneficios empresariales para lograr derechos y por tanto tienen que mendigar sus derechos antes que exigirlos no veo otra solución que distinguir entre lo que es básico y lo que es prescindible. Si todos tenemos derecho a lo que la Constitución nos reconoce como tal quizás haya que distinguir en que hablamos sólo de lo básico y no de lo lujoso. Hablamos de trabajo y de vivienda dignos que nos permitan una vida digna aunque sin lujos: con tiempo y remuneración suficientes para la realización personal y familiar, aunque eso no se extienda a veinte metros cuadrados por persona ni a puestos de trabajo con sueldos suficientes para comprarse un yate.
No entiendo que pueda eso hacerse sin defender el papel social inalienable del Estado al que, como administrador –y no como dueño- se le encomiendan los recursos para lograrlo. Medre y crezca y se enriquezca en buena hora mientras tanto la iniciativa privada ofreciendo puestos de trabajo para algunos en empresas boyantes de modas, vehículos, ocios y espectáculos.; investiguen quienes quieran para conseguir viajes a la luna o a marte, aviones supersónicos u ordenadores extraterrestres, pero no a costa de eliminar a muchos del viaje en tren o a pie, de la posibilidad de vivir y morir dignamente, del espacio en que uno nunca se ve obligado a mendigar.
Hay quien piensa que lo que quiere la gente es conseguir lo que desea al margen de que sea una empresa privada o la Administración la que se lo proporcione, pero para mí no es igual: lo fundamental es no tener que pedir como favor lo que se me reconoce como derecho. Entiendo que eso puedo hacerlo con la Administración Pública a la que le doy voluntariamente los recursos para que los administre y no con la empresa privada que gasta de lo suyo para beneficiarse justamente.
A fin de cuentas es lo que hago en mi Comunidad de Vecinos con el Administrador al que proveo de fondos y al que nunca le tolero que me diga que se gasta los fondos en lo que le da gana basado en que lo he elegido libremente como tal.
Y, desde luego, sin que haya ni un solo vecino excluido de sus derechos de vecino.

Algo así vengo diciendo desde el principio de este blog en el perfil con que quiero retratarme.

25 Comments:

Blogger Sofía B. said...

A estas alturas del blog llegas ya un bonito tono burdeos, como el buen vino :o)

Besicos

2/9/09 7:41 a. m.  
Blogger marea@ said...

Estoy de acuerdo en todas tus afirmaciones y comparaciones.... al igual q tú siempre he dicho que la política es un gran teatro...lo que sucede es que desde hace bastantes años los actores ya no son profesionales, cada vez son más malos, mi hija de 4 años actúa mucho mejor q ellos, no saben fingir, no están convencidos de lo que dicen... por tanto es imposible que consigan la más mínima credibilidad... Un abrazo maestro.

2/9/09 8:17 a. m.  
Blogger Tempero said...

Y sí, el estrellato y la impostura en la política pasa por el marketing. Hoy día no se es nada sin éste.
¿Y cuándo nos damos cuenta de nuestros derechos reales? Y aún así seguimos votando a unos no sea que salgan los otros que son peores. Y no por el convencimiento, por el afán y por la valoración real de lo que mencionas: la persona como ente fundamental.

2/9/09 8:37 a. m.  
Blogger Marisa Peña said...

Sí señor...ya está bien de mendigar derechos y de pedir perdón por exigir justicia, y de creer que valor y precio es lo mismo, y de dejar en manos del mercado, de la ley de la oferta y la demanda, cosas con las que no se juega (sanidad, educación, vivienda).Pero decir esto en un mundo donde libertad y liberalismo económico se confunden,es toda una osadía.Abrazos.

2/9/09 1:06 p. m.  
Blogger Luisa Arellano said...

Completamente de acuerdo contigo, Ybris. Yo clamo porque los derechos fundamentales que nos garantiza la Constitución dependan solamente del Estado. Él es el único que debe estar encargado de su garantía para todos los ciudadanos sin distinción. La competencia de su administración no puede corresponder ni a las Comunidades Autónomas, ni mucho menos pasar por el aro de las empresas privadas por mucho que tengamos establecida la economía del libre mercado. Ellas deben poner sus “garras” sobre necesidades superfluas y no sobre derechos del ciudadano reconocidos y exigibles donde, repito, el único garante debe ser el Estado.

Es de vergüenza ceder, por ejemplo, las competencias de sanidad o educación a las Comunidades Autónomas y ver como los ciudadanos acceden a esos derechos únicos e irrenunciables de forma completamente distinta según la “categoría” que goce su Comunidad.

La clase política se ha degradado de la peor manera. Ninguno se salva en esta pugna vergonzante por el poder donde “todo vale” y “todo cuela” y donde las personas son solamente votos útiles para ese logro. El Estado ha dejado huérfanos a sus ciudadanos y lo terrible es que aunque nos demos cuenta, nos tienen bien echado el lazo y zafarnos de ellos es poco menos que imposible. Mal camino.

2/9/09 1:50 p. m.  
Anonymous laMima said...

Ya en el inicio has estado exacto: es casi una ofensa tener que aguantar el discurso político que se nos está ofreciendo. Una gran obra de teatro, una enorme pantomima de la que podríamos reírnos si no nos fuese tanto en ello. Ah.
En cuato a la labor del estado (administrador, no propietario; fundamental distinción que me parece que se olvida a menudo) también creo que deberíamos recordar cual es, y dotarla de los mecanismos necesarios para ejercerla con la mayor eficacia.
Recuerdo, al comienzo de la crisis, haber oído en un sesudo debate a alguien relacionado con la esfera bancaria decir sin sonrojo que lo que habia que hacer en este momento era "suspender TEMPORALMENTE la economía de mercado"..no vamos bien con estas posturas. No.
No vamos bien criticando la búsqueda de políticas destinadas a mantener un mínimo irrenunciable de dignidad como personas con la excusa de la efectividad y yo que sé. ¿Quien ha sido inefectivo (por no utilizar otra palabra)?¿quien lo está pagando?..
Por favor: ¿cuantos yates, coches, mansiones, trajes, bolsos ..necesitan algunos para parar el carro?

2/9/09 2:56 p. m.  
Blogger mangeles said...

Gracias Ybris ...a mí que no se escribir, y que tampoco tengo ideas políticas y económicas claras ....me ayuda un montón cada uno de tus post. Eso que tú explicas tan sabiamente, es lo que yo pienso, y creo, aunque no sepa explicarlo.

Gracias otra vez amigo, un beso.

2/9/09 3:08 p. m.  
Blogger raindrop said...

En teoría todo es más fácil por el buen funcionamiento de las cosas en sistemas ideales. Como cuando en Física estudiábamos ciertas leyes o experimentos que luego debían ser corregidos por asuntos como el rozamiento, la anisotropía de los materiales, variables que no se tienen en cuenta...
La aplicación de una teoría (que comparto plenamente) a la realidad es mucho más compleja: El ciudadano no es poseedor de la bondad que se le presupone, la mayoría de las personas desean la igualdad en situaciones de desventaja pero la detestan cuando intuyen que les hará perder ventajas, la experiencia demuestra que es inevitable que las arcas del Estado se llenen de impuestos procedentes del sector privado por lo que éste reclamará espacio, el reino de los oportunistas aumenta el número de sus súbditos en progresión geométrica, debe de haber algo biológico en el ser humano le hace sentir la llamada de la selva...
En fin, que ya me gustaría encontrar una sintonía de valores tendentes a esa saludable igualdad por parte de todos.

un fuerte abrazo

2/9/09 3:54 p. m.  
Anonymous thirthe said...

sabias reflexiones de los miércoles

2/9/09 4:55 p. m.  
Blogger Julián Nailes said...

OK. Perfecto.

2/9/09 7:15 p. m.  
Blogger © José A. Socorro-Noray said...

¡Qué razón tienes (como siempre), querido Ybris!

Un abrazo


PS: Disculpa que no te haya podido leer últimamente.

2/9/09 7:30 p. m.  
Blogger Catalina Zentner Levin said...

El tema, amigo, es que la administración del Estado está en manos de gente muchas veces más que detestable, que poco se ocupa del bienestar general, y mucho de alimentar sus bolsillos.

Abrazos,

2/9/09 10:18 p. m.  
Blogger gaia07 said...

Creo que la gente hemos llegado a tal nivel de esclavitud, que creemos firmemente que elegimos libremente lo que deseamos, cuando realmente somos obligados a desearlo involuntariamente. De forma que con esas zanahorias bien sabrosas de los Derechos Humanos, nos hacen recorrer caminos que difícilmente nos harían transitar si mantuviéramos la vista fija en el horizonte.
Por esto que siempre dices es por lo que te he puesto directo en mi horizonte, no quiero que me sigan distrayendo.

Un beso.

2/9/09 10:33 p. m.  
Blogger Ego said...

Soy espectadora, como tú.
Y a veces, qué casualidad, pienso como tú.
Un abrazo

3/9/09 1:43 a. m.  
Blogger Unmasked (sin caretas) said...

Las leyes parece que no siempre se crean para cumplirse, pero mas para darle a los politicos algo que hacer...

no te parece?

un abrazo

Petra

3/9/09 6:16 a. m.  
Blogger Intro said...

Ybris

Creo que quienes nos gobiernan, no saben nada de gobierno, solo saben de Intere$$$$.

Los gobernantes de hoy día, solo saben, y si no lo hacen sienten que han perdido su tiempo, que de alguna manera tienen que ganar, y corren contra el reloj, de alguna manera tienen que garantizarse su futuro, no el de la poli.

Nuestros hijos tienen que saber, que tienen que aprender a auto gobernar(se), a auto dirigir(se), a auto susistir, a auto disciplinarse, para que puedan vivir en lo que por naturaleza nos corresponde, en dignidad.

Quizás me salí un poco del tema, pero gracias por dejarme decir ...


Un beso.

3/9/09 12:37 p. m.  
Blogger ZenyZero said...

Yo de política no entiendo nada, es decir, entedía cada vez menos y ya he llegado al límite cero.

Supongo que para ser político hay que ser de una madera especial y es precisamete esa madera de la que no estoy hecho, ni con la que reza mi forma de vida. Así que, sintiéndolo mucho, tengo que decir que ni democracia y globalización, ni centralización ni socialismo ni nada de nada: todo es una caquita que no hay por donde agarrarla.

Solo existe una política: haz bien y no mires a quien; ama a los de más (mejor que a ti mismo); da y entrégate. Esa es la política que los políticos ignoran y no dicen mas que basura para hacernos creer que su orden es el único bueno.
Pero es que yo ya sé de qué van.

Perdona que lo mezcle todo, pero es que me pongo fatal.
Tú lo expones genial, te admiro.


Un abrazo
Chuff!!

3/9/09 5:57 p. m.  
Blogger Sirena Varada said...

Favores y derechos. Una vez más eres esclarecedor e incontestable porque, como dices, tus argumentos parten de la creencia de que el entramado social debe de basarse en las personas. Desgraciadamente no parece que sea así.

PD. El ejemplo que has puesto del administrador de la comunidad de vecinos debería de salir en los libros de texto.

Un beso

3/9/09 6:17 p. m.  
Blogger mgab. said...

magistral, como siempre. es que tienes las ideas tan claras, Ybris, que da gusto leerte y enterarse de cómo funciona en realidad el mundo... o más bien, en este caso, de cómo tendría que funcionar!
sombrerazo!
y un beso!

3/9/09 6:18 p. m.  
Blogger Azpeitia poeta y escritor said...

Aplauso cerrado por mi parte, eres un torrente de verdades como puños...casi diría un rara avis...porque nos estamos moviendo en un mundo de miserables....un fuerte abrazo de azpeitia

3/9/09 9:55 p. m.  
Blogger Shandy said...

Todos los españoles tienen derecho a...
Una amiga profesora optó por no tocar el tema. Siente vergüenza de tanta falacia. Es doloroso cuando tienes a chicos delante de tus narices con sus padres en el paro y malviviendo de la escasa pensión de un abuelo. O cuando los inmigrantes están claramente desfavorecidos.
Se te revuelven las vísceras.
Somos ciudadanos con derechos. Pero, por desgracia, hay quien sigue teniendo que agachar la oreja como en la peor época caciquil. Sabe que los favores siguen funcionando y sobre todo en una época de crisis.
Me aburren los políticos. Lucho contra la apatía, pero me vence.

Ybris, lo de la nómina sería infalible. Tengo por cierto que resolvería la crisis. No lo verán nuestros ojos.

3/9/09 10:17 p. m.  
Blogger Cecy said...

Estoy de acuerdo contigo.
Si bien la politica ya me tiene hasta la coronilla, perdon, quienes la ejercen, que hacen mucho mal.

Besos, Ybris querido.

3/9/09 11:42 p. m.  
Blogger irene said...

Qué cierto es todo lo que dices, todos deberíamos ser iguales, en derechos y deberes, pero desgraciadamente no es así.
He llegado a la conclusión de que todos los políticos son iguales, aunque los hay malos y peores, son como niños en muchas cosas, pero les falta lo mejor de ellos, la inocencia, cada vez me fío menos de ellos.
Un fuerte abrazo, Ybris.

4/9/09 12:07 p. m.  
Blogger Librería de Mujeres Canarias said...

Excelente.
Gracias.

5/9/09 11:05 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Pero...quién decide qué, cómo y cuánto es suficiente? y necesario?
La mayoría de...?
No en todo, ni siquiera en casi todo estoy de acuerdo.

Olimpia.

7/9/09 11:57 a. m.  

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