El profesor (uno de cuatro)
Había logrado escaparme sin que nadie lo notara. En principio no se trataba de una huída formal en toda regla, sino tan sólo de eso, de una escapada breve, sin mala intención. Poco a poco, como una tentación irresistible, me venía rondando la insensata idea de degustar la poesía de Machado "Recuerdo infantil" desde fuera o desde arriba. Así que andaba buscando la ocasión propicia para evadirme. No era tarea fácil porque los alumnos me miraban con esos ojos extraños con que cualquier alumno mira a su profesor. Distantes unos, comprensivos otros, indiferentes los más. Pero al fin lo conseguí. Fue una jugada maestra. Con suma astucia mandé sentar al alumno que hablaba. Lancé el discurso propio de casos de indolencia o apatía. Recriminé al alumno reservado para tales ocasiones su postura en la mesa. Mandé leer a otro en la página 17 del libro. Con lo mal que leía podía sacar casi tres minutos. Así que ...¡Rápido! Miré a derecha e izquierda y, en un descuido de toda la clase, dejé al profesor en la mesa con la mejor cara de atención que pude y me fui por la pared arriba, junto a uno de los fluorescentes del techo.
Miré hacia abajo. Nadie parecía haber notado lo más mínimo la escapada. Miré al reloj. Hasta menos cuarto no había peligro. Elegí la ventana de cerca de la puerta como la más adecuada para concentrarme. El vapor espeso de la clase se había condensado en los cristales cubriéndolos de un espeso vaho. Afortunadamente todo un lateral estaba libre de condensación. Resistí la tentación de investigar si esa peculiaridad era debida a una corriente de convección o a la proximidad del marco de aluminio. No había tiempo para eso. Me concentré en las gotas que golpeaban desde el exterior. La verdad era que no parecían tener nada de especial. Venían a rachas y se estrellaban sesgadamente sin ninguna elegancia contra el cristal, dejando unas salpicaduras laterales que inmediatamente devenían gotas verticales bajo la más prosaica de las leyes de la gravedad. Pero... otra vez estaba divagando. Ya habían pasado cuarenta y cinco segundos. Me serené y desenfoqué la vista hasta que todo quedó borroso allá por la pared. El desvaído golpeteo de la lluvia iba tomando cuerpo y ritmo. Intenté abstraerme de la pésima lectura de Óscar y acudí a Chopin. ¡Ya está: "Regentropfen"! El rítmico sonido de la tecla del piano sería suficiente.
"Una tarde parda y fría..." No, decididamente la música no bastaba para crear el ambiente adecuado por encima de esa presión que parece cernirse siempre sobre una clase de alumnos forzados a moderado silencio. Rápidamente prescindí de la música y retrocedí veloz en el tiempo a cuando tenía los mismos años de los alumnos...No. Tampoco. Los años cincuenta en la gran capital no parecían haber tenido en mi recuerdo tardes pardas y frías . Ni siquiera recordaba cómo eran la ventanas de las clases... Necesitaba rápidamente crear yo mismo el escenario. ¡Deprisa, deprisa! Ya Daniel estaba empezando a dibujar unas orejas en un papel para insultar a Enrique y el bobalicón de Andrés estaba escribiendo una nota a Sandra para preguntarle si quería salir con él esta tarde...Tenía que obrar con rapidez. ¡Qué mal lee Óscar! Sólo un minuto. Vuelo lejos buscando el recuerdo de mi pequeño libro verde de poesías de Machado y recupero la nostalgia con la que lo leía en mis años adolescentes. Un vago sentimiento sobre una desconocida clase con estufa de leña y maestro de rostro borroso, marcado por el destino del ciclo inexorable de mandar lecciones‑ preguntar lecciones ‑ poner notas o castigos. Sus explicaciones eran repeticiones corales en que una nube de resignados alumnos convertidos en máquinas iban repitiendo absurdas cantinelas, rítmicas estupideces...como en una manifestación, pero no de protesta, sino de sumisión. Así. Los colegiales estudian... Monotonía... Monotonía... Lluvia en los cristales. ¡Se acabó!
Bajé con rapidez pero sin movimientos violentos para que no se notara nada. Andrés había conseguido atraer la mirada de Amparo para indicarle que debería pasar a Sandra el papel que le iba a hacer llegar rodando por el suelo en cuanto se agachara a coger el bolígrafo que inmediatamente iba a tirar. Con un ligero estremecimiento logré acoplarme a mi cuerpo y volví a orientar la mirada desde abajo. Había sido un poco precipitado, pero no había salido mal del todo. Quizás Yolanda, tan inteligente y observadora ella, hubiese notado algo, pero seguro que no diría nada. Tres jugadas rápidas y todo arreglado: "¡Andrés! Se te ha caído un papel al suelo. ¿Te importaría recogerlo y tirarlo a la papelera? Siempre tenéis la clase llena de papelotes". "¡Daniel! Resume lo que acaban de leer. Cada vez atiendes menos". "¡Yolanda! Resúmelo tú... Eso es. Así hay que atender..."
Todo de nuevo como antes y, de paso, ya me había enterado de lo que habían leído. La experiencia había sido un éxito y no tendría demasiadas dificultades en repetirla en lo sucesivo.
25 Comments:
Nunca había intentado hacer un relato ni me había referido hasta ahora a mi labor de profesor tras tantos años.
Si lo hago ahora como dos en uno es quizás debido a que no sea capaz de hablar de ser maestro sin distanciarme apelando a una alegoría que, no por extraña, dejara de ser casi real.
Lamento que me haya salido un poco largo el relato.
A vuestra paciencia apelo.
No se necesita paciencia para leerte, has creado un club de adictos y es un lujo y un placer leer al maestro.
Un abrazo
Menuda sorpresa sí...
Empieza una a leer y dice ¿qué le ha pasado a mi Ybris?...está mal ...lo del lunes iba en serio.
Luego ya entiendes, quiere contarnos algo de otra manera.
Está bien que hayas probado con el relato, al menos yo me alegro mucho porque me ha encantado.
PD: Menos mal que te jubilas pronto...
...para nada, siempre un placer leerte, querido maestro.
Impresionante, pareces abstraído pero no pierdes detalle de nada.
Besitos.
(me encantó)
(y podías lamentar cosas más útiles, no se hace largo leerte nunca)
abrazo grande sin paréntesis
Me recuerda cuando me imaginaba una araña colgada del techo y aún escuchando lo que hablaban los que estaban conmigo conseguia imaginarme la vista del grupo desde lo alto...era espectacular y sin fumar nada...un abrazo.
¡Qué bueno! Me ha encantado esa visión en alto y en cono de la clase, y su atmósfera... y cómo se hilvana todo. Yo sólo he conseguido salir de mi cuerpo en sueños.
Tengo también un libro verde de Machado.
Y recuerdo a un profesor -nada que ver con tu relato- que ejercitaba su memoria durante la clase de literatura recordando poemas de Machado. Las alumnas mientras tanto hacíamos comentario de texto.
Hermosas letras. Prometo regresar.
Dejo un abrazo desde Buenos Aires.
MentesSueltas
te leí hasta el final y no es tan largo. Torcí el gesto con el epíteto prosaica aplicado a la ley de la gravedad (¿prosaica la ley de la gravedad? ¡qué extravagancia!).
Me puse del lado de Andrés y de Sandra. Reflexioné el por qué de la cedia de Daniel. Lamenté que se usara la carencia de un alumno para poder sacar tres minutos, por el alumno y por el someter a juicio su falta, por el profesor que no tuviera otros tres minutos para degustar a Machado (ese no puedes ser tú).
Y por Yolanda... por Yolanda debería(s) leerles el poema de Machado a toda la clase. Y resucitaba(s) veintipico pájaros de un tiro.
Da gusto leerte cuando te extiendes.
Te veía en cada una de esas líneas, en cada palabra.
Te inspiró el miércoles. No está mal.
Bueno, apelar a un tercero para hablar del primero es un recurso como otro cualquiera.
Hubiese leido 20 párrafos más por saber y conocer más detalles. Comienzo a ser adicta- como bien dice gaviota- a tus palabras, y...estoy con UNO, en que la poesia de machado hubiese sido una excelencia del relato.
Ybris, mi petición...por impaciente, es que prosigas....
Gracias.
Olimpia.
p.d; debo demostrar mi desconocimiento, pero llevo días leyendo en otros blogs lo de "meme", (supongo que será peticiones o invitaciones) podrías ilustrarme?...;)
Quizás no haya sabido explicarme bien.
Esto es sólo un relato (la primera parte de un total de cuatro en que lo he dividido para no hacerlo excesivamente largo para una única entrada)
Su tono es pretendidamente alegórico y cuidadosamente centrado en un aspecto del profesor dividido entre sueño y realidad que apela al sueño para hacer su realidad más fecunda.
Nadie sufra por los alumnos. Ninguna escapada del profesor les fue traición. En realidad Óscar logró vencer su timidez, su tartamudez, su dislexia y el pésimo ejemplo del modo de hablar de sus padres gracias a la paciencia de quienes le programábamos ejercicios diarios y le asignábamos papeles en representaciones teatrales en clase.
Andrés y Sandra se casaron y su hija Sandra -una preciosidad que trabaja en unos grandes almacenes- me estampa dos besos agradecidos cada vez que me ve por allí.
Daniel se apuntó a un taller de electrónica que monté para "manitas" y era un portento de habilidad haciendo circuitos impresos.
De Yolanda no sé nada. Tenía todo a su favor pero alguien me mencionó que no siguió los estudios después del COU.
El resto es sólo literatura y dibuja esa escenario de lenguaje y actitudes cómplices en el que el profesor -como pasa también con los padres- no se define por discursos ni rollos ni regañinas ni autobombo ni apariencias sino por un modo de ser en el que cualquier alumno confiaría.
Como decía Sonia -pobre alumna de once años violada por su padre y maltratada por su madre hasta que se les retiró su custodia: "A mí no me importa que me regañen; lo que quiero es que jueguen conmigo".
Pero otra vez hablaré de alumnos.
Ahora hablo sólo de éste profesor impresentable que se enorgullece de llamarse maestro más que profesor.
Olimpia:
Yo, como tú, aprendí lo de meme leyendo blogs y no sé nada sobre el origen de esta palabra más que lo que leo en Wikipedia:
"Un meme es, según las modernas teorías sobre la transmisión de la cultura a las nuevas generaciones, la unidad mínima de transmisión de la herencia cultural. El neologismo fue acuñado por Richard Dawkins, debido a su semejanza fonética con el término gen [en inglés gene /gi:n/ y meme /mi:m/] (introducido en 1909 por Wilhelm Johannsen para designar las unidades mínimas de transmisión de herencia biológica) y, por otra parte, para señalar la similitud de su raíz con memoria y mímesis.
En un blog encuentro esta explicación: un meme "es un comentario que se propaga rápidamente de persona en persona, como si de un virus se tratara. Puede ser un rumor, una frase, una canción o una realidad (por ejemplo, que las mejores fresas las venden en la frutería de la esquina).
Seguiré mañana con el relato. Mientras tanto lo acabo de dar forma.
Buenos días maestro...
cuando hables de memes no temas comprometerme, aquí una que está rendida a tus pies aceptaría la invitación de buena gana. Todas esas tonterías me encantan.
Besos
Era difícil tu reto. Era difícil. Cómo plasmar esa disyuntiva entre sueño y realidad de un "maestro" en un momento puntual, con la necesidad de continuar y mantener una clase...alguna vez sentí esa necesidad de evasión, de escape momentáneo, alguna vez...es un poco así, como uno se siente cuando necesita echar a volar en un instante con la imperiosa inmediatez de una clase...yo no he logrado nunca abstraerme unos instantes, ni he podido ...quizás mi poca experiencia, mi torpeza todavía...Disfruto leyéndote, y como alegoría lo he leído. Aquí seguiremos esperando otras entregas.
Un beso fuerte
Gracias (estoy un poco menos triste)
Y no cuestiono nada, nada. Sólo he leído a un Maestro humano.
Otro beso
Con mi cuerpo sentado en el sillón yo tambien vuelo a soñar caminos de la tarde, gastando la monotonía de mi obligación diaria en esta Castilla dura y fría por la que anduvo Machado.
Un saludo
Tus relatos hablan de una realidad que conozco; tus poemas del ensoñamiento perdido. Envidio ese poder de evasión y lo bien que juegas al billar!.
Esos alumnos hablarán de tí, a buen seguro. Espero más relatos.
Solo compartir mi alegria con vos. Suena egoista pero no tengo tiempo real para leerte.
DISCULPAME! No queria dejar de pasar.
Muakkkkkkkk
Me ha encantado tu relato, he empezado a leer y me he perdido un buen rato en tus posts. Ojalá supiera yo escribir así.
Para mí, un descubrimiento de un "blogger" particularmente docto en el manejo del instrumento común, la lengua. Comparto otros rasgos contigo. Docente e interesado en el mundo clásico. Pero no pecaré de ybris... Mi blog es un infante aún.
Un abrazo y encantado de conocer este lugar. Voy a incluirte entre mis enlaces.
caramba...leyéndote me acabo de acordar de mi profesora de ciencias naturales de tercero, cuando nos llamaba a dar la lección sólo tenías que decir dos o tres frases buenas al principio, después se quedaba extasiada mirando por la ventana y con tal de que hablases ya te ponía buena nota...
A mí no se me ha hecho largo el relato, Ybris, aunque tus aclaraciones me han encogido un poco el alma...
Me gusta que nos muestres el lado más humano (y casi onírico) de la figura del maestro. Una abstracción simpática y del todo perdonable :-)
Un abrazo
felicidades, has logrado, lo que muy pocos logran sientete satisfecho de tu triunfo.
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