23.4.08

Miedos

Aunque compruebo en mi perfil que voy camino de las 9500 visualizaciones (no me envanezco de ello: las 1000 primeras seguramente eran mías, ansioso como estaba de ver si existía o era la voz de uno que hablaba en el desierto, y el resto deben de haber sido en su mayoría despistes o curiosidad improductiva por saber si uno es una agraciada muchacha., un joven imberbe o un provecto exhibicionista) no es fácil que muchos se hayan fijado en que entre mis tres lecturas favoritas señalo un librito de 23 poemas de Wisława Szymborska, titulado Instante (Chwila) que compré en una Feria del Libro por ser el único bilingüe suyo que encontré, que conservo con cariño y que releo con frecuencia para asegurarme de que aún hay cosas que merecen la pena en esta vida cuando las circunstancias parecen querer convencerme de lo contrario.

Estaba leyendo éste, titulado Charco, en traducción de Gerardo Beltrán:

Recuerdo muy bien ese miedo infantil.
Evitaba los charcos tras la lluvia,
sobre todo los recientes.
Alguno podría no tener fondo,
aunque se pareciera a otros

Me meto y de pronto me caigo toda,
comienzo a volar hacia abajo,
y más y más abajo,
en dirección a las nubes reflejadas
y a lo mejor más allá.

Luego se seca el charco,
se cierra sobre mí,
y yo atrapada para siempre –dónde-
en un grito que no sale al aire.

Solamente después llegó el entendimiento:
no todos los accidentes
siguen las reglas del mundo,
y aun si lo quisieran
no pueden suceder.

Esta lectura siempre me hizo regresar a mis miedos infantiles en que las pesadillas se confundían con la realidad y me aterrorizaban. Una de ellas era tan extraña como la citada por Szymborska. Me sucedía siempre que iba a orinar y veía el agua detenida del sifón del inodoro y me imaginaba aquello como un pozo sin fondo que me convocaba en un vértigo espantoso hacia una vida de angustia interminable sin que mi aterrorizado grito pudiera ser nunca oído.

Hay miedos más razonables que acaban venciéndose como el de la oscuridad del bosque que aún recuerdo una noche terrible de tormenta cuando, cerca de la sierra madrileña, comentábamos, a medianoche, lo terrible de la leyenda de Bécquer El Monte de las Ánimas en que Alonso va a buscar el pañuelo de Beatriz en medio de la oscuridad. Un compañero leonés, montañés duro como una raíz y ya famoso por su dedo meñique con la última falange en ángulo recto con la anterior a resultas de un corte con una hoz que se lo dejó casi seccionado y que él se vendó –mal- para que no se enteraran en casa, apostó a que él era capaz de subir solo a la primera Machota con tormenta y todo y estar de vuelta antes de las cinco de la madrugada. Lo hizo, le esperamos y cumplió: volvió empapado, tiritando y triunfante (posteriormente confesó que jamás volvería a repetir aquello por todo el oro del mundo) con las manos desolladas al tratar de agarrarse a las piedras para que el viento no le hiciera caer por los canchales que forman la ladera de esa montaña.

Lo del inodoro no necesitó por mi parte ninguna heroicidad: Un día vi como un fontanero cambiaba el de casa y comprendí que el agua que veía no era la de un pozo interminable sino solo el cierre líquido del sifón.

No diré que todos los miedos me hayan desaparecido ya, incluso a mis años, pero lo de Szymborska lo comprendo.

Ciertas cosas, aun si lo quisieran, no pueden suceder.

Lo mismo que otras, aunque no queramos, suceden.

:

34 Comments:

Blogger Cecy said...

Los miedos, reuerdo de muchos miedos que alguno con bien tu dices son evidentemente comprensibles y superables, pero los otros que llevamos impregnado por alguna razón que ni siquiera podemostodavia dilucidar de donde vienen. ya los ire viendo, y tu como haces?

besos Ybris

23/4/08 6:03 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

Los miedos antiguos siguen agazapados... ni la lógica ni el conocimiento ni la experiencia los vencen del todo.

23/4/08 8:15 a. m.  
Blogger Poledra said...

Hola..

Los miedos sin inherentes al ser humano, se les gana la batalla a unos y salen otros.La valentia no esta en no tenerlos, sino en afrontarlos.

:-) No pienso decir donde compro las magdalenas, eso es top secret, si lo publico se agotan las existencias y se masifica el negocio,seguro! (eso si, los 80 km son ida+ vuelta)

23/4/08 8:19 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

Cuando sobrepasas la barrera del miedo, sólo perdura uno: el de los monstruos que viven debajo de la cama y salen al apagar la luz. Por eso es mejor no sacar nunca un pie fuera del colchón.

23/4/08 8:58 a. m.  
Blogger Eva said...

Yo de los libros he sacado pocos miedos, la vida desde pequeña me regaló con temores cotidianos mucho más crueles. Pero esas leyendas de Becquer...qué grandes momentos a la tenue luz de la lámpara en las noches de invierno.

Feliz día del libro.

Un beso.

23/4/08 9:30 a. m.  
Blogger marea@ said...

.... el miedo es libre.... y va unido al hombre, desde que se nace hasta q se muere...

me ha gustado mucho el escrito del miedo y el charco.

un abrazo amigo. marea@

23/4/08 9:55 a. m.  
Blogger Margot said...

Me compré una antología de ella gracias a Dalia y nunca me cansaré de agradecerle su descubrimiento, ummm.

Y los miedos, ays de los miedos. De que suceda, de que no suceda.

Y esos otros a las sombras que proyectan los árboles en la pared... era uno de los peores de mi infancia.

Y ya ves, ahora todos se me mezclan, cachis! de otra forma pero lo hacen.

Besos de sastrecilla valiente.

23/4/08 10:03 a. m.  
Blogger Mamen said...

Mi miedo era posible, realizable, aunque un tanto peliculero. Que aparecieran unos padres diciendo que eran mis verdaderos padres y que en realidad los míos eran padres adoptivos (qué daño hacían las películas de los domingos por la tarde... ;-))
Recuerdo una época en la que cada vez que sonaba el timbre de la puerta pensaba, ya está, son ellos.

En fin, qué infancia!
Besos Ybris.
Lula.

23/4/08 10:48 a. m.  
Blogger Isabel Martín said...

mi miedo de la infancia era el mismo que el de calvero, así que en pleno mes de agosto dormía toda liada en la sábana protectora de los monstruos que habitaban bajo la cama.
los miedos, al igual que la energía, se transforman pero no desaparecen.
ahora tengo miedo de otros monstruos.

me encanta como has fundido hoy prosa y poesía.

te has ganado una rosa.

23/4/08 11:06 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

Hay miedos que anidan en nosotros sin remedio, y creo que a veces los que parecen más absurdos (como ese tuyo al orinar o el que yo tenía a una caja que guardaba mi padre en el armario)son los más sinceros. Los que nos recuerdan que no somos infalibles y así permiten que la humildad haga su trabajo y nos devuelva mejores al mundo. Y nos preparen para lo que viene luego.
Besos...valiente.

23/4/08 11:19 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

¿Y quién puede decir que no tiene miedo? Es algo que nos acompaña siempre, pero hay que saber vivir con él.

Nos vemos

23/4/08 12:12 p. m.  
Blogger Joan Torres said...

Sí, Ybris, algunas cosas aunque no queramos suceden.

Ya no me asusta la oscuridad. Ni miro a los charcos recientes. Ni a los otros.

23/4/08 12:18 p. m.  
Blogger Patricia Angulo said...

Me gustó el poema que elegiste, porque me hizo viajar en el tiempo y recordar mi infancia, si debo ser franca, no recuerdo haber tenido grandes temores de niña, era mas bien aventurera y me encantaba todo lo relacionado con los miedos, las historias, los fantasmas, las noches en el campo aterrorizando a mis primas con cuentos de aparecidos.
Luego la vida se encargó de ir cambiando las cartas y el tema de los miedos es bien complejo, no tiene que ver con la realidad en si (que a veces puede que si), sino con tu percepción de esa realidad, y ahí es donde la cosa se pone dificil.

Ah y yo a vos te empecé a leer (entre otras cosas) porque en tu perfil decías que habias leído Elogio de la locura y dije, seguro que si leyó este libro, debe ser muy interesante, aajajajjajaj!!!!
(No me equivoqué)

Besos

23/4/08 4:19 p. m.  
Blogger Maitena said...

Van pasando miedos en el transcurso de la vida...
Miedos de infancia, miedos de adolescencia, miedos de juventud, miedos, miedos y más miedos.

Ayer le decía a una amiga común.- ya no me asusta nada- ahora lo medito mas detenidamente y pienso... ¿Nada me da miedo?

Nunca se superan, siempre hay algo que nos aterra.

besos

23/4/08 4:25 p. m.  
Blogger mia said...

magnífico post del miedo...


lo ilustras magistralmente

y te diré que es mejor el

miedo visto por los poetas,

que por el psicoterapeuta...

Mi veneración por Wilslawa

Szymboska me hace coincidir

contigo en cuanto le nombras,

han cambiado tantas cosas en mi

manera de ver y expresar desde que

le he descubierto!

No sabía del librito bilengüe...

♥♥♥besos♥♥♥

23/4/08 6:32 p. m.  
Blogger UMA said...

Estamos con los miedos y yo sigo pensando en que sòlo son pretextos del camino...
Tal vez aprendì de chica a justificar que el miedo no era necesario, aùn sintièndolo, y ya me he acostumbrado a ello, lo desecho como mera fantasìa-

Me ha gustado el poema, tambièn me he caìdo en un pozo de esos, vestida de blanco, pequeña e indefensa, pero pude volar 'hacia arriba' y sòlo asearme y cambiar el vestido renovando la sonrisa:)

Un beso enorme, amigo

23/4/08 6:56 p. m.  
Blogger Abel Granda said...

No sea tan modesto Ybris, Ud. es un lugar de obligada visita para muchos, porque da un enorme placer leerle; puedo admitirle que haya quien le visita a través de comentarios, que obligan a pasar por su perfil. En mi caso lo hago a veces, aunque lo tengo entre mis favoritos, pero le aseguro que (después de sus mil autovisitas) viene a conocer un prodigio.
Uno de mis miedos de infancia, era también en el retrete; consistía mi terror, en que las trenzas de una niña desaparecida en mi ciudad, asomaban por el inodoro. Rarito que era uno.

23/4/08 8:49 p. m.  
Blogger Isabel Barceló Chico said...

Ese miedo poetizado creo que es bastante común, y yo lo resumiría en el "miedo a hundirse en un charco". En un libro de viajes que escribí para consumo familiar, aludí a ese miedo hablando de Mont Sant Michèle y la gran superficie que la marea, al retirarse, dejaba sin agua, pero con bastantes charcos y evocaba ese terror infantil a pisar uno de ellos y hundirse.
Ahora bien, ese miedo tuyo, aun teniendo la misma raíz, es muy original...
Besos, querido amigo, y ojo con esos seres que habitan debajo de las camas, según se lee aquí.

23/4/08 11:49 p. m.  
Blogger Ego said...

Solamente después llegó el entendimiento:
no todos los accidentes
siguen las reglas del mundo

Una ninfa exiliada cantaba lo mismo en la periferia del Olimpo. Quizás en Julio no se coja vacaciones.

Un (B)eso

24/4/08 1:17 a. m.  
Blogger libertad said...

Un placer leer tus letras de nuevo. Cuánto las he echado de menos.
Un beso fuerte. Te leo con más calma los post que no te he leído

24/4/08 2:05 p. m.  
Blogger Carz said...

Cuando era un niño y me hablaban de fantasmas para asustarme me decían
¿no te da miedo?
Yo respondía que no, que si me mataban los fantasmas sería uno de ellos y podría pegarles una paliza.

No siempre se consigue un silogismo tan gratificante, pero es una buena filosofía.

Un abrazo.

24/4/08 4:41 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

A mí me aterroriza que mi realidad esté cimentada en sueños y un día amanezca, y yo siga vacía.

Besos

24/4/08 4:48 p. m.  
Blogger Patricia Angulo said...

Recien te leí en lo de Dalia y decías allí que marcabas con pétalos de rosa los libros...

¡¡Ybris sos un romántico perdido!!

Me encantó :)

Besos

24/4/08 6:27 p. m.  
Blogger Churra said...

Yo, y va por epocas me despierto a media noche aterrada , en ese momento me acuerdo de la pesadilla y fijate que en ese momento nola veo nada absurda del miedo que tengo aunque ni queriendo pudiera sueceder .
A la vejez viruelas .
me ha encantado el poema .
Un beso

24/4/08 8:55 p. m.  
Blogger Sasian said...

yo creo que los miedos, los adquiridos por nosotros mismos que sean racionales o no y aquellos que "heredamos de nuestra historia familiar", no se van nunca, No sirven terapias, ni cambios de conducta, pues sólo nos llevan a angustiarnos y a engañarnos haciéndonos creer que los desaparecemos. Pero siguen allí. Sólo podemos para defendernos de ellos aprenden a convivir con nuestros miedos

Un saludo y precioso poema.

24/4/08 9:39 p. m.  
Blogger Tamara said...

Yo creo que los miedos nos acompañan siempre. Cada uno tiene su época, su momento, su lugar, pero siempre hay algo que nos espeluzna, nos desborda, nos paraliza de forma irracional. La infancia era un universo increíble, y sus miedos insonsables. Pero las fobias que podamos tener en la época adulta..¿nos hacen más niños? bueno, pues si es por eso, me aferro a ellas para seguir siendo un poco niña...:-D
Un beso.

24/4/08 9:41 p. m.  
Blogger Pilar M Clares said...

Pensaba yo de pequeña, por una leyenda absurda, que en el wc existía la amenaza de que un roedor en cualquier momento podía salir y abusar de la placidez --que yo ya nunca más tuve- de que normalmente se goza en situación tan íntima. NO digo que aún hoy, pasados los años, lo haya olvidado. Y además soy montañera, y además leo fundamentalmente poesía. O sea, que me encuentro perfectamente acoplada a tu malabarístico post. Un gustazo. Felicitaciones.
Y un saludo

24/4/08 10:34 p. m.  
Blogger thirthe said...

yo también era otra de las que miraba la profundidad del cielo en los charcos:-)

24/4/08 11:15 p. m.  
Blogger PIZARR said...

Acabo de leer como Pato te comenta lo de marcar los libros con petalos de rosa. Pues yo tambien los marcaba y recientemente al vaciar la casa de mi ama, me dedique a sacar de entre las páginas de muchos libros esos pétalos. Pienso hacer algo con ellos, porque tienen mucha historia escondida.

Respecto a los miedos, la vida me ha enseñado que los mas irracionales no acostumbran a estar relacionados con situaciones a las que verdaderamente debería de temer.

Acostumbran a dispararse sin lógica alguna.

Ybris... me muero de sueño...un beso...agur.

25/4/08 2:35 a. m.  
Blogger Dátil said...

Dios mío Ybris¡¡
¿qué te puedo yo decir sobre los miedos que ya no te hayan dicho?
¿Quién no ha pasado miedo?
Y cómo se tornan en nuestros años, en la forma de llevarlos, o por qué se nos deforman la claridad de cualquier miedo que asome a nuestro horizonte, de nuestro estado mental más o menos inmaduro, o incongruente.

Cienes de besos,

25/4/08 9:31 a. m.  
Blogger Sirena Varada said...

¿Como racionalizar el miedo cuando lo que se tiene miedo es del propio miedo? Ese atávico y siniestro miedo es a veces el miedo de los niños, y de los adultos también...

Un abrazo y una sonrisa (que según dicen es lo mejor que hay contra el miedo)

25/4/08 9:48 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Hola Ybris, sé que te gusta la literatura y por ello te traigo un regalo que deseo que te guste:

Te invito a que veas "las entrevistas" que Mara Torres y Carlos del Amor hicieron a nueve grandes de las letras (Julio Cortázar, Jorge Guillén, Buero Vallejo, José Hierro, Rafael Alberti, Octavio Paz, Francisco Umbral, Camilo José Cela y Jorge Luis Borges) el pasado miércoles enLa 2Noticias con motivo del Día del Libro. En nuestra página tienes el vídeo. Y si te apetece comentar, opinar al respecto, puedes utilizar allí también los comentarios.

Especial Día del Libro en La 2 Noticias

Ten un buen día. Saludos,

Mara Torres Página no oficial (Labana blog)

27/4/08 9:28 a. m.  
Blogger koffee said...

Al leer el poema me ha invadido una extraña sensación de agobio y claustrofobia. Miedo.... no, el miedo acabó cuando en mi infancia empecé a dormir en una cama abatible: dejé de mirar debajo buscando al posible ladrón escondido.
Ya ves: el que esté libre de pecado que tire la primera piedra!.

27/4/08 4:51 p. m.  
Blogger Simplemente Olimpia. said...

MIedos...en plural...hablas de ellos con la genealogía de lo i-rracional o poseyendo sus absurdos,...en plural....
escribes sobre ellos...y no caeré en la "demiurgía" de clarificar ninguno...y menos los que no son míos.
Pero....el miedo, ese miedo....tu y yo sabemos que es dificil des- escribirlo.

Olimpia.

2/5/08 3:18 a. m.  

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