30.3.09

De esperas


Enemigos no tuve.
O fueron tan amables
de no manifestarse como tales.
Por eso echo de menos el consuelo
de esperar sentado su cadáver
mientras tiemblo de pena ante el temor
de que pase ante mí
el cadáver temprano del amigo,
la forma ausente de quien he amado.
Y no por ella o él, que ya cumplió del todo,
sino por mí, que así me voy sintiendo
un poco cada vez más solo
sentado ante la puerta de mi casa
esperando el final de toda espera.

27.3.09

Una variación sobre decir te quiero


No sé qué significa estar aquí
pero esa es la verdad
Estoy aquí.
Si quieres encontrarme
tendrás que aproximarte a ese lugar
más cercano al que habla que al que escucha.
Lo cual quiere decir
que habrás de rebuscar dentro de ti:
ese lugar en que una vez caí
y en que quedé por siempre prisionero.

25.3.09

Fin de la crisis

Acabará un día la crisis. Eso es seguro. Y acabará como acabó la clase de tercera en los ferrocarriles españoles hace ya muchísimos años, según decíamos los escépticos:

 “A la fecha señalada los que vayan sentados en las duras maderas de los asientos de tercera experimentarán el inmenso placer de poder decir con lo mismo que ya están en segunda . Los de primera tendrán que fastidiarse por no poder cambiar y tener que seguir tan en la gloria como siempre”.

El día que acabe la crisis amanecerá igual que los demás pero oiremos decir: “Señoras y señores, ya pasó todo”.  Los precios comenzarán a subir, los carburantes volverán a estar más caros, los que perdieron su puesto de trabajo tendrán más fácil encontrar ahora otro peor al poder ocupar dos el espacio que antes ocupaba uno, experimentarán todos el alivio de poder gastar más de lo tienen hasta que la morosidad, la insolvencia y el embargo lo permitan. Ya podrán vender y comprar pisos excesivos al precio habitual de su burbuja, ya seremos propensos a consumir gastando más con lo mismo sin perder la sonrisa aunque no nos siga llegando a fin de mes. Podrán todos de nuevo endeudarse hasta las cejas incluyendo a sus descendientes y contando con avales de sus ascendientes.

Respiraremos entonces todos aliviados mientras al caer el día seguiremos preguntándonos por qué el alivio nuestro está supeditado siempre a que los mismos se sienten más a sus anchas mientras que los mismos tenemos cada vez menos espacio.

Y es que está bien claro que lo nuestro es la burbuja del enriquecimiento privado: todos tras las pompas de jabón y los globos de colores secundando la lucha de los grandes por quitarle clientes a la competencia en la inmensa  jungla de los coches, modas, móviles, perfumes, fármacos inútiles, estéticas y joyas.

Mientras tanto observamos atónitos cómo se vacía lo público, de todos, que más necesitamos: sanidad, enseñanza, seguridad ciudadana,  prestaciones sociales, justicia, vivienda digna, puesto estable de trabajo, ocio, espacios públicos.

Está claro que lo de la mayoría de abajo es andar casi siempre apretujados aguantando la holgura de la minoría de arriba.

Menos mal que algunas veces es sin crisis.

Miro el extracto de mi cuenta: 125 euros.  Que no me toquen las narices mucho porque abro una cuenta en las islas Caiman y que se busquen a otro pringao para la próxima crisis.

23.3.09

Primavera sin exagerar

Se ha posado una mosca, torpe aún,
sobre la bolsa de basura 
que estaba preparando para tirarla luego;
me he encontrado una hormiga despistada
con aspecto de no saber de cierto
si no se ha equivocado;
una araña se mueve en una esquina
intentando tejer su telaraña;
se apresura un lepisma en buscar un refugio
por debajo de un mueble del lavabo.
Han sido los primeros en  mostrarse
y lo han hecho en el sitio equivocado:
han sido eliminados sin piedad.
Los pólenes se mascan en el aire
y alérgicas rinitis provocan estornudos.
Menos mal que ha vuelto el petirrojo
a rebuscar miguitas por el suelo,
el roble ha vuelto a despuntar sus yemas
y he visto ya violetas.
Ya ha llegado, por fin, la primavera
cuando aún quedan hojas del otoño
por recoger para que el césped brote.
Las cosas son así aquí en la primavera
cuando ya las oscuras golondrinas
no pueden regresar para colgar sus nidos
porque no existen balcones adecuados
y parece ocupado todo el sitio
por cotorras osadas que han venido
y nadie sabe cómo ha sido.
Que no le extrañe a nadie mi envidia por el sur
-hablo del hemisferio-
donde ahora comienzan el otoño.

20.3.09

De la vida real

O esto es un disfraz
o era un sueño eso
o aquello fue un engaño.
Me refiero al futuro interminable
con el que la niñez nos entibiaba,
a ese desmitificador presente
con que la madurez nos fue desengañando
o aquel pasado acogedor y alto
en donde se refugia la inminente vejez.
Porque no se reduce nuestro tiempo
al pasado, el presente o al futuro
desde aquí, desde ahí o desde allí
ni nos resulta todo
esto , eso o aquello
como niñez, vejez o madurez.
El tiempo se ha revuelto mucho
o se nos ha mezclado todo
de una manera artera y misteriosa
y acaba uno sin saber quién es
o qué resulta ser lo sucedido.
La vida es memorable e imprevisible.
Me pregunto si alguna vez sabremos
lo que es o fue o será su realidad.

18.3.09

Tenaces

No es fácil socavar la tenacidad de los tenaces que se empeñan en no ceder un milímetro ante la memez, el cambio continuo, la vacuidad de una marca o la cultura de un nombre sin contenido. Su fuerza consiste en el conocimiento y la experiencia sobre la apariencia y la palabra hueca o el influjo de famosos de pantalla.

Existe, sin embargo, otra especie de tenaces que alientan su incansable labor con los pingües beneficios económicos obtenidos de su tenacidad y que constituyen un raza inagotable. Ellos, como los virus, adoptan infinitas mutaciones que les permiten sobrevivir y medrar en los medios más inhóspitos.

Yo me considero entre los tenaces del primer grupo que tratan incansablemente de automatizar lo secundario para que su ejecución no me exija más allá de una mínima parte de atención. Y así, lo automático, al margen del tiempo que ocupa, no es más que un paréntesis que, como todos los buenos paréntesis, no deben hacer olvidar el hilo de la idea principal.

La incansable astucia de los tenaces del segundo grupo, como los malos de las películas, recurre a los puntos más débiles de aquellos, tales como la incapacidad de hacer daño y su capacidad de comprensión o de sus altas miras con respecto a sus congéneres más débiles.

Supongamos que dentro de la intimidad familiar uno se propone inculcar la sobriedad, la razón y la libertad de elección, digamos, queriendo hacer ver a los más pequeños que una marca de cacao soluble es sólo un nombre o que unos cereales para el desayuno no tienen nada que ver con los animales dibujados en la caja o que el color puede ser ficticio o que no por no salir en la televisión un producto tiene que ser malo. Inmediatamente comprobamos lo difícil que es separar lo que es de lo que otros quieren que sea y tendremos que enfrentarnos a llantos, rabietas y resistencias de quienes, como más débiles, han caído en la trampa rastrera que les han tendido para minar la fortaleza de los convencidos.

Y qué vamos a contar que no se sepa de la denodada lucha que cualquier profesor tiene que entablar de continuo para intentar que sus alumnos adquieran conocimientos, procedimientos  y hábitos saludables y sólidos. La batalla tiende a estar perdida de antemano ante quienes reciben más impactos publicitarios que culturales, más solicitaciones hacia lo cómodo que hacia lo difícil, más inducciones a la violencia que al diálogo, más exposición a la televisión que a los libros.

Al final uno cree percibir al fondo de todos sus esfuerzos una cierta conmiseración que se reduce a darte la razón como a los locos.

Quizás sea este el triste destino que a unos tercos nos aísla en nuestras tercas convicciones y a otros les afianza en el triunfo de su incesante labor de zapa.

Lo malo es que cuanto he mencionado de terquedad de marcas en sus discursos huecos pero efectivos acaba siendo el modelo de la terquedad con que ideologías y partidos pretenden imponerse: siempre, en el fondo, más publicidad que contenido, más forma que fondo, más palabrería que razón.

Cosa que atañe más a los mayores que a los pequeños.

Resistiremos.

16.3.09

Suma

Te he añadido a mis sombras
como se suma toda tentación
a la penumbra incierta de todos los secretos.
Allí será inmortal como nosotros,
como cuanto se guarda –pozo y miedo-
para la fase rem, irrepetible,
de cualquier sueño ameno o pesadilla.
No lo recordaré, a buen seguro,
pero sí estoy muy cierto de que un día
pasarás removiendo mis pupilas
bajo el cerrado párpado del sueño.
Quizás lo note en la humedad dudosa
donde me acoja quieto
para saber que aún te llevo dentro.
Para saber que sólo marcharás
cuando lo hagamos juntos.

13.3.09

De futuros y muertes

Como apuntaba Borges, el pasado
es el lugar propicio para que mueran todos
y no por no decirlo lo ignoramos.
Pero él hablaba de la muerte
y yo prefiero hablar de lo que se desea
más que de lo que nos aterra,
asunto más bien propio del futuro.
Lo cual incluye, por supuesto,
entre otras muchas cosas,
el lado amable de la misma muerte:
la perfecta fragancia de las flores,
la inconclusa pregunta de los sabios.

11.3.09

Día de la mujer


Ha pasado el día dedicado a la mujer sin que me haya dignado ni siquiera ser cortés con ellas y mencionarlas excepto en los amables sitios que han acogido algunos comentarios míos al respecto. Claro que no es solo cuestión de cortesía sino de justicia el mencionar y homenajear a quienes tantas huellas me dejaron y tantas y tantas sensaciones siguen dejándome.
La verdad es que, si exceptúo a mi ya desaparecida madre (hermanas no tuve y sí siete hermanos) y a quien conmigo comparte lo bueno y lo malo del camino que hace ya casi treinta y cuatro años comenzamos, no ha habido mucha diferencia entre hombres y mujeres en mi vida y he compartido amistad, cariño y momentos intensos o livianos tanto con unas como con otros.
Quizás por eso duela más el ver como a la larga llevan ellas la peor parte en este juego de la vida en donde se implican más y obtienen menos en principio que los varones.
Hablen los expertos en números de la magra tajada que se llevan en eso del trabajo con respecto al otro sexo si miramos globalmente a la altura y remuneración del mismo, si no mayor, esfuerzo. Dejemos para otro momento la ventaja que sacan a los hombres en llevarse la peor parte de las agresiones, humillaciones, violaciones, marginación y muertes inducidas por la fuerza bruta. No nos refiramos ahora a su mayor implicación en las labores del hogar y educación y cuidado de los hijos. Y dejemos, finalmente, a un lado los infinitos modos de tener que hacer más esfuerzo para ocupar el lugar que con menos empeño ya habían ocupado los del sexo opuesto.
Lo cierto es que yo hoy me he sentido influido por ese dedo en el ojo del idioma que conserva discriminaciones ancestrales. Son ya conocidas las diferencias de sentido entre el varón zorro astuto y la mujer zorra y puta, o la del varón hombre público, tan famoso como notorio, y la de la mujer pública, más puta que una gallina (que, sobre serlo, cede su nombre como cifra y baldón a los cobardes; el gallo, a pesar de copular cientos de veces más que la hembra, es honra y prez de gallardos y valientes) . Está claro que los varones pueden ir de calle mientras que las mujeres no, ya que para ellas la calle significa venderse y hacer la ídem es prostituirse. La vida para los hombres es un reto pero para las mujeres de la vida es un lupanar.
Pensaba en todo eso al tiempo que leía el apartado del inagotable poeta que es Fernando Sarría bajo el título "poesía para perdidos" mientras que ese bufón provocador que hay en mí se entretenía en poner en femenino el adjetivo y cambiar perdidos por perdidas. También aquí hay diferencia como si los varones solo pudieran perderse para encontrarse y las mujeres se pierden más cuanto más se abren de piernas.
Al hilo de esa triste reflexión abro el diccionario ideológico de Julio Casares y... ¿A que no os lo imagináis? De los 85 sustantivos relacionados con prostitutas entresaco: mujerzuela, mujercilla, mujer pública, m. mundana, m. perdida, m. del arte, m. de punto, m. del partido, m. de fortuna, pupila, cortesana, damisela, horizontal, zorra, zorrón, tía, chaleco, una tal, zurrona, buscona, pelota, gorrona, tributo, maleta, gamberra, araña, maraña, marca, maraca, coja, cisne... Intento referirlas a hombres cambiando su género y se transforman en inocentes cuando no gratos apelativos.
Leo a continuación las 14 líneas dedicadadas a la palabra mujer donde encuentro 9 referencias denigrantes contra 2 laudatorias: mujer (ama) de gobierno y mujer de su casa.
Paso acto seguido a las 116 líneas correspondientes a la palabra hombre: 58 positivas (entre ellas h. público, de mundo, de Estado, de fortuna) y 7 negativas (entre ellas no ser hombre de pelea como sinónimo de apocado)
Para colmo tomo el dicccionario de la RAE y consulto la palabra pantalón tomada del francés y anoto la segunda acepción: "Prenda interior de la mujer, más ancha y corta que el pantalón de los hombres." Comparo con la segunda acepción de la palabra braga tomada del latín: " f. calzón (prenda de vestir masculina)." En principio parecería que esa semejanza de ropa interior podría llevar a un equiparamiento, pero no: Cuando el hombre habla a calzón quitado habla sin empacho mientras que no hace falta decir lo que se pensaría de una mujer hablando con las bragas quitadas. Item más, para que una mujer demuestre autoridad tiene que calzarse los calzones o llevar los pantalones mientras que al hombre le basta con fajárselos para demostrar su autoridad. Cualquier alusión a los pantalones o calzones masculinos (todas menos bajárselos) ensalza su dignidad y autoridad mientras que referirse a dejar a alguien hecho una braga le sume en la indignidad y la suciedad.
Afortunadamente muchos usos ya se van perdiendo pero aún queda mucho para que, al igual que el hombre juraba con la mano en sus testículos como prueba de indiscutible veracidad, la mujer pueda meterse un dedo en la vagina, no digamos ya como muestra de honradez y veracidad, sino para que eso ni siquiera la ponga al nivel de una cualquiera.

Que, lamentablemente, no es lo mismo, aún, que uno cualquiera.

9.3.09

De tormentas y calmas

Habrá una tempestad.
No porque la temas sino porque la anhelas.
Has puesto en el deseo tu construcción del mundo
más que en el miedo que lo destruye todo.
Tampoco es la tormenta tu destino
sino la calma que se posa atónita
como un vuelo cansado
cuando la tempestad se nos extingue.
Y cuando llegue volarás de nuevo,
ahora sí, como el águila que flota
apoyada en la inmensa envergadura
de sus alas inmóviles
desde las cuales mira.

6.3.09

Impactos

Pasa a veces. 
El tiempo se detiene
donde menos lo esperas
mientras tú, sorprendido,
pendiente todavía de tu prisa,
indagas los motivos de tu asombro.
La mayoría de las veces nadie
parece haber notado cambio alguno
en el flujo cansino de las horas.
Pero tú sabes bien que algo no es igual
y a veces lo comprendes y otras no:
el encaje perfecto de algo móvil
en las quietas ranuras de algo ido;
el leve aterrizaje de algún vuelo
en las pistas vacías de tus ojos;
el rostro aquel que te recuerda a otro;
la breve vibración de un cierto acorde
o luz o voz u olor o viento o árbol
levantando oleadas de deseos,
nostalgias, añoranzas o esperanzas.
Luego todo suele pasar con rapidez
y tú sigues tu paso acostumbrado
consciente de que hoy
el azar te ha dejado el buen regalo
de la curiosidad
por ver qué otra sorpresa te deparan
el tiempo o el espacio agazapados
tras esa nueva esquina
que ahora divisas en la lontananza.

4.3.09

Juegos gratis

Gratis eran las tabas, los tacones viejos, los guijarros, los tejos, los marros, los güitos, el pañuelo y las infinitas muestras de capacidad de juego y diversión de la humanidad.  El progreso nos ha llevado a la envidia de los negociantes que comenzaron vendiendo cuantos objetos fuera menester para no tener que buscar o hacer nada y acabaron haciendo contrato de suscripción para que se les pagase periódicamente por su uso patentado.

La rara habilidad de  los humanos, dispuestos a jugar sin trabas domeñando la emoción fatal de las guerras y trasladando el riesgo a sus diversiones es algo tan inteligente como el arte y la escritura: conquistar terrenos, perseguir, huir, dar alcance, esconderse, pasar desapercibido, inmovilizarse, saltar, llegar a algún lugar el primero, descubrir escondites, acertar con improvisados proyectiles, golpear con destreza, bromear con la vida y con la muerte, el premio y el castigo, la libertad o la esclavitud, todas las formas de ganar o perder, vivir o morir… La historia del juego es la historia de la esperanza en la capacidad humana de colocarse por encima de todas sus limitaciones.

No es de extrañar que la habilidad de los comerciantes se haya dirigido contra la línea de flotación de esa innata habilidad de hacer un juego de las cosas que inevitablemente nos rodean y de la vida que inevitablemente nos arrastra. Resulta cada vez más raro encontrar niños que sepan lo que es la pídola, la taba, el tejo o el marro mientras aparecen cada vez más juguetes frágiles y caros en los que la imaginación barata ha perecido a manos de la cara y productiva semejanza con la realidad. Muñecos que hablan, andan o defecan con puntillosa habilidad han derrotado a sencillos objetos a los que la inagotable imaginación infantil dotaba de rigurosa similitud con la realidad.

Todo, claro, al precio de las cosas que tienen que llevar fecha de caducidad para ser rentables; al precio de la emoción que se agota en un instante de torbellino para dar lugar a la desolación de la derrota de un suelo plagado de trozos de plástico y objetos desvencijados; al precio del agotamiento del niño, incapaz cada vez más de imaginar monstruos, dinosaurios o héroes y villanos galácticos sin los ídolos con marca que los representan;  al precio de un embotamiento de la capacidad de quietud, reflexión y silencio sacrificados al fragor inútil de peleas ruidosas con armas omnipotentes y letales; al precio de una intromisión constante de impactos sonoros y visuales publicitarios en los ojos y oídos ingenuos de nuestros pequeños.

Sí. A veces se siente uno desolado viendo jugar a niños en parques, recreos y patios de colegios por su capacidad de organizar juegos inversamente proporcional a la abundancia de juegos ya organizados que se les venden. Claro que no podría ser de otro modo cuando son los hábiles adultos los que dirigen la orquesta en su provecho. Los juegos de los pequeños acaban siendo como las manifestaciones de los mayores: mucho gritar y decir poco, mucho ruido y pocas nueces.

2.3.09

De espacios


O hablo yo o me quitan la palabra
los que no quiero que la tomen nunca.
Hablo de quienes se alzan por encima
de su propia estatura hasta ocultar las otras,
de quienes acaparan los espacios
que he dejado impolutos como ofrenda al silencio,
de quienes emborronan los paisajes
con absurdos colores de sus propios caprichos.
Por eso hablo quedamente
y señalo el contorno que blinde mi quietud
sin tapar las distancias más lejanas.
Quiero estar libre en tan escaso espacio
sin que nadie se crea que está desocupado.
Defiendo así mi humilde territorio
donde pido la paz que a los demás concedo.