30.5.06

Aquí un amigo

Definitivamente me voy volviendo algo torpe.
Con su habilidad característica Zenyzero (buena persona y excelente amigo) me pasa una invitación que no logro entender bien hasta que paso a su enlace de Miradas. Allí descubro que se trata de uno de esos juegos que se van pasando de blog a blog.
Más de una vez me he dicho que trataría de declinar amablemente cualquier invitación al juego en la que no me sintiera cómodo. Pero también debo ser sincero y reconocer que mi entrada aquí se realizó a través de un juego bien escondido en Ciudad de Sol destinado nada menos que a contestar a Neruda.
Se trata de completar una descripción propia en términos preestablecidos. En mi caso diré con brevedad:
TRABAJOS que tuve: Maestro
TRABAJOS que me gustaría tener: Maestro
CANCIONES favoritas: Txoria txori, de Mikel Laboa.
LIBROS favoritos: Los de poesía y ...
PROGRAMAS de TV que me gusta ver: Informe semanal.
SITIOS WEB que visito a diario: Todos mis enlaces y las páginas de los que me comentan.
LUGARES donde quisiera estar ahora: Un lugar sombreado y tranquilo con un horizonte amplio
LUGARES favoritos para ir de vacaciones: Un camping de montaña.
PLATOS que detesto: Ninguno
COMIDAS preferidas: Cualquiera
BEBIDAS favoritas: Agua y cerveza.
OLORES favoritos: Prácticamente no tengo olfato.
MASCOTAS que he tenido: Nunca tuve ninguna.
LUGARES donde he vivido: Madrid y Málaga.
POSIBLES primeras impresiones que causo: A quienes di la mano, siempre buena. No creo haber tenido nunca enemigos (al menos nunca he sabido de ellos) aunque mis opiniones no coincidieran con las suyas.
COSAS para las que estoy negado: Coser y planchar.
COSAS que colecciono: Diccionarios y miradas.
INVITACIONES para continuar la cadena: Me abstengo. Si a alguien le apetece...

Sin embargo, no es lo anterior lo que creo que pueda definirme, al menos en el ámbito en que aquí intento moverme. Me explico: Uno guarda fidelidad a ciertos blogs, o mejor, a ciertas personas que se comunican mediante blogs. De ellas te atrae la palabra y lo profundo que en ella se contiene. Como hago a menudo, me pierdo por enlaces que luego no sé volver a recorrer. Hoy, por ejemplo, he vuelto de algunos –ya pasados- en que se han suscitado confrontaciones sobre aspectos religiosos, políticos o de simple postura ante la vida. Y ahora me pregunto si acaso yo –para quien estos escritos son un modo de comunicación que la vida diaria no me permite- voy dejando suficientemente claro las convicciones que me permitan enlazar con visiones parecidas del espacio vital en que nos movemos. De mí dejaría claro –además de lo que ya llevo escrito en los pocos meses que llevo por aquí- lo siguiente:

Yo soy la duda. Pero nunca lo reconoceré ante aquel que jamás lo reconozca y se crea en lo cierto, porque sería como desnudarse ante aquél que jamás se te desnuda. Podré hablar con quien crea que nada hay que negar a la razón. Si alguien es razonable hablaremos de aquello que prefiera y si yo no lo sé le escucharé sin maltratar la duda que me alienta. Serán axiomas lo que son axiomas, los postulados serán postulados, deducción la deducción y será intuición la intuición.
Y como el mundo es mundo, así la vida es vida.
Nos fugaremos juntos –admitido esto- al espacio que quiera: al arte o al amor o incluso a Dios si reconoce que no es en absoluto necesario a no ser que lo llame poesía o sueño o música o viento o rebeldía. Y estoy dispuesto a hablar de milagros si admite que es un nombre sinónimo de azar.
Y no amenace con infierno alguno la claridad del sexo ni el lúcido fin de nuestra muerte. Y no toque jamás la libertad de vivir o morir altiva y dignamente. Si existe la verdad, muéstremelo
que yo le enseñaré la fuente de mis dudas.

Con estas ideas y con la mala conciencia que me crea la herida infligida a la humanidad por tanta injusta marginación como las estructuras socioeconómicas toleran o propician
¿Hará falta decir que no soy de derechas?
¿Hará falta decir que defiendo que nada puede estar por encima de las personas?
¿Hará falta decir que no creo que haya Dios ni patria ni rey ni leyes ni personas que puedan en su nombre exigir a los demás lo que el bien común no les exige?
¿Hará falta decir que desde aquí entrego a quien me lea la espada que me corte la mano que acaso pueda herirles?
¿Hará falta decir que soy asquerosamente parcial con aquellos de quienes me fío?

29.5.06

DE OJOS Y MIRADAS ( Dos Brumas)

1

Funámbulo del sueño, entre brumas divago.
La sola compañía
de un retazo de tiempo es mi tesoro.
Tus ojos contrapunto:
una red que me acoge cuando caigo,
la caricia del sol cuando despierto.

2

Cuando te envuelven brumas me enamoras
con nieblas de tus ojos:
parte porque me envuelves, parte porque te envuelvo,
y tu cuerpo se vuelve inagotable.
Burbuja de jabón al viento,
envueltos nos fugamos
por el resquicio abierto de la aurora.

26.5.06

Amigos V ( Dos últimos)

I
Quieto en el borde de un silencio suave,
apenas te distingo en la penumbra
flotando en los vapores de tu sueño,
los mismos que me mecen a otro lado
del cristal de tus ojos, tan ausentes.
De mi ausencia a la tuya palpo el velo
con la tibia paloma de un abrazo
y en el aire te dejo las abiertas
manos que tú has de atar contra tu espalda.
El tiempo va afilando su cuchillo
para hundirnos su filo en dos heridas:
las dos con forma de final de un sueño,
dormido el tuyo, el mío despierto.


II
Mis amigos de todas las distancias,
al cabo de los años soñolientos
de tarde yo os escribo como vientos
de palabras o lágrimas ya rancias,

manos lentas de añejas consonancias
que aún calientan mi piel, mis ojos lentos,
red tendida en los aires polvorientos
mi piel urdida en sombras, mis infancias.

Y sé que sólo hay tiempo entre nosotros
y que es lo mío un sueño de la aurora:
apropiarse de pasos que pasaron.

Palabras secas entre mí y vosotros
que fueron sólo un filo en una hora
reciben hoy las flores que se ajaron.

24.5.06

Una divagación sobrevenida por sorpresa


Hoy no tenía previsto escribir nada aquí porque hay veces que necesito leer sin pensar en poner por escrito mis reflexiones.
Pero iba leyendo a Brines y caí en la trampa mortal de estos versos suyos de los que ya era prisionero hace tiempo:

Un día no serás, y nunca el mundo
sabrá que pudo ser siempre más bello
con sólo retenerte. Yo soy ese testigo
que canta, sin furor, tanta demencia.
Soy yo quien ha vivido
la desventura de tu muerte. Eso que nadie,
ni tan siquiera tú, sospecha que ha ocurrido
.

Y se me ocurrió lo siguiente:

Un día vendrá el alba
y yo ya no estaré.
Ignoro cómo habrá de ser mi ausencia
excepto por el hueco evanescente
con que algunos en vano intentarán
escribir mi recuerdo entre las nubes.
Cuando incluso mi ausencia
un día no amanezca
quizás la aurora tenga
una pequeña mella
en sus rosados dedos.

No me hagáis mucho caso. Soy mucho mayor que la inmensa mayoría de vosotros y ya entré en esa veteranía de la que Benedetti decía que “la muerte empieza a ser la nuestra” (Poema completo en comentarios) . Pero he perdido todo el respeto a la muerte que forma parte natural de nuestra propia vida en la misma medida en que jamás me he acostumbrado a la vida injustamente amordazada por la muerte.

(Sé que cuando el día se desperece me llamaré imbécil por haber publicado esto. Pero esa es una desgracia a la que ya estoy acostumbrado. No en vano uno todavía no sabe cuándo es Jekyll y cuándo Hyde).

23.5.06

Amigos IV (Realidad)

Ven a espigar conmigo, amigo mío,
los minúsculos ictus de las cosas.
Lo llamamos paseo,
celebración, viaje,
proyecto o barbacoa;
pero tú y yo sabemos que estamos anudando
las miradas al leve viento azul
que nos convoca,
que sembramos recuerdos tibios
para resucitarlos sin palabras
en los momentos en que estamos juntos.
Un día gris, cuando los vientos rujan
y el aire se nos quiebre de tristeza
haremos de la pena una esperanza
tejida de nostalgias de momentos:
las horas que juntamos
inundando silencios y miradas.

22.5.06

Amigos III (Confidencias)

Hermosa como un sueño la amistad
creció entre nuestros dedos
como ese lento penetrar del agua
en las grietas del aire cuando llueve.
La estrecha daga de las confidencias,
del llanto retenido,
de la herida abierta
con la falsa alegría de los ojos falsos
nos hirió los labios y sus besos.
Algún veneno dulce como hiel
se derrama por dentro
cuando sabes el doble sentido de los ojos
del otro cuando ríe,
cuando ves el dolor de los relámpagos
de las manos cruzadas al huir
y sabes la atracción que desmorona
el escondido imán de dos heridos corazones.
La virtud de soñar que el cierzo fiero
congeló en el cansancio de los ojos
halló un recodo oculto
en que mirar sin ira hacia el pasado
con el dulce impudor de las puertas cerradas.
Hay un mar de ternura cada día
atisbando en el alba,
llamando desde lejos las miradas,
tocando desde cerca los latidos.
La vida dura parece desnudarnos
y secarnos la fuente de las lágrimas,
pero algo quedará como un sello en la frente
para acoger la mano del silencio,
de ese aquel del confín de los deseos
mirando en nuestros ojos el tesoro:
dos estrellas de cada una que mirábamos.

19.5.06

Libros

Les debo unas palabras como mínimo. Desde que era niño, mis ocios –al margen de una antigua radio donde mi madre escuchaba los comentarios religiosos del P. Venancio Marcos y mi hermano mayor y yo la novela de “Diego Valor” o el humor de Gila- no tuvieron más válvula de escape que los libros. Recuerdo los fascículos de Dick Turpin, las obras completas de Julio Verne, las aventuras de Salgari, los libros de Guillermo, los de Tarzán de los Monos, de Fu-Manchú...
Mi lugar de refugio era la habitación de mi tío, que sólo volvía por la noche, oculto detrás de una larga cortina que tapaba la ventana del patio. De allí me tenían que sacar casi a rastras a la hora de la comida y, aún así, me llevaba el libro para seguir leyendo mientras comía.
Los jueves por la tarde no había colegio y entonces, nada más comer me iba a una biblioteca pública para leer hasta que cerraban.
Han pasado muchos años y varios miles de libros se me han amontonado en las estanterías. Regalé muchos, perdí otros tantos, tiré bastantes pero aún se me agolpan en doble fila, a veces tumbados, como esperando...
De vez en cuando miro a alguna estantería y siento un doble sentimiento de pena y de compañía. Pena porque sé que ya no tendría vida suficiente para releerlos y, además alguno ya no suscitaría los sentimientos que su lectura primera me originó. Compañía porque cada uno de ellos lleva una historia, una ilusión y una parte sincera de lo que ahora soy o pienso.
No se me ocurre mejor homenaje que elegir unos pocos de ellos y escribir sobre lo que su visión en este momento me suscita como recuerdo o reflexión:

Fundamentos de Filosofía, de Bertrand Russell.
Málaga. En el camino hacia El Palo, enfrente de los Baños del Carmen, tenía alquilado un apartamento desde donde todos los días iba a dar las clases al Colegio donde entonces trabajaba. Hice mis cálculos y el escaso sueldo me daba justo para llegar raspando a fin de mes. Faltaban dos días para cobrar y quiso el azar que en mi vespertino y solitario paseo topara con un escaparate donde vi ese libro Pregunté el precio: justo lo que me quedaba para acabar el mes... Fueron los dos primeros días de mi vida en que me quedé sin comer.

Segunda antología de la Poesía China, Revista de Occidente, 1962.
Paseo matutino por el Rastro madrileño. Están poniendo los puestos del domingo y observo como en uno de ellos arrojan en desordenado montón una gran cantidad de libros viejos. Me fijo en ese. Está muy desencuadernado y con señas de haber sido muy usado. Lo tomo, abro la portada y leo esta dedicatoria: “6-III-65. A Carlos, que siempre me pide libros y cosas como conmemoración de días de fiesta, este libro o este árbol o esta montaña o estos cien pájaros... Con todo el cariño de Uranga”. Hice mío ese cariño y lo compré sólo por la dedicatoria (luego lo he leído mucho: es precioso).

Grammatica practica linguae hebraicae...
Un mercadillo de viejo en una calle de Roma. Juntos una gramática hebrea, una biblia de bolsillo en hebreo y un pequeño diccionario hebreo-latín. Un extraño reto y una decisión. Por pocas liras el lote. Aún están juntos como dándose la mano para sobrevivir. La biblia se abre sola por el salmo 1: “ ’Ashré haish ’asher lo jalaq...” ¿Se puede estar tan en las nubes como para intentar memorizar el original de un salmo entero? Lo hice y aún no se me ha olvidado el comienzo. ¿Qué extraña fuerza puede hacer que, entre tanto olvido, se haya mantenido ese recuerdo?

Segunda antolojía poética. Juan Ramón Jiménez. Colección Universal. Madrid, 1922. Precio Dos pesetas.
“Retirado” de entre los libros de mi padre, conserva subrayado en la página 97: “Una gota triste/ me he encontrado en ti./ ¿Lágrima de quién,/ rosa blanca, di?” con una anotación al margen “a Pilar”. ¿Quién no ha intentado enamorar con poemas ajenos cuando no se es capaz de hacerlo con los propios?


Basten estos cuatro, casi tomados al azar de entre los que miro en penumbra (más bien me imagino) por encima de la pantalla de mi ordenador mientras escribo. A todos ellos mi devoción y mi agradecimiento. Más deuda ahora de alegría que de tristeza.

17.5.06

Amigos II (Tres impactos inconexos)

i

Algunas veces suben, tal vaho de niebla de un pantano a la dudosa luz del frío de la aurora, rostros como los dioses camino de su altar. Y se borra su tiempo, su cara se deshace, el aire los transforma... Permanece tan sólo la flor de la ternura que los hizo.
Ninguna muerte puede arrebatar las luces de su imagen, su canto de palabras.
Amigos para siempre. Ya un eterno alabastro en mi memoria.

ii

Yo ahora, en pleno uso de mis labios,
declaro haber vivido
y cedo a mis amigos el exceso
de vida que gané
con el mar de vida que me dieron.


iii

Antes de que los cielos se apaguen en mis ojos,
antes de que se agolpe el hielo ante mi puerta,
permitidme que mire ‑el alma abierta‑
vuestras manos regando mis rastrojos

16.5.06

Nubes

He mirado por dentro la forma de las nubes
y he decidido hacerlas mis mascotas.
Tendría que enseñarles mis costumbres,
hacer que se habituaran al dogal
de vientos y deseos
y a este señuelo de mis ojos tristes
que impedirá su vuelo hacia el poniente.
Tendrían que entender palabras mías
como ven, túmbate, quédate quieta.
A cambio yo respetaría
su entera libertad, su leve cuerpo
y su imagen cambiante con las horas.
Entonces como niebla abrirían mi aurora,
serían como espejo en que mirara
la sombra de mis huellas
y serían un vuelo que acercara
mis ojos a la luz bajo sus alas.

11.5.06

Naturaleza muerta con biblia (Van Gogh)

En http://www.vggallery.com/painting/p_0117.htm se puede ver el cuadro.

1) Notas sueltas

No hay luz que pueda iluminar la oscuridad de la supuesta verdad con que se abofetea al que duda o al que sufre.
No hay palabra que pueda restablecer la proporción entre el tamaño de la humillación de quien tras el rechazo admite el acercamiento sin reconocer el error.
No hay vida en la muerte que la soberbia de quien se cree en posesión de la verdad inflige al que busca un motivo de alegría en medio de la tristeza.
Demasiada imposición de un libro grande, abierto, perfecto, majestuoso, exactamente colocado en el sitio preferente sobre el pequeño y sencillo libro cerrado tímidamente situado en una esquina a la que en vano intentan acceder unos dedos imposibles.
Sin embargo en esa pequeñez está la alegría de vivir, ese pequeño toque de color al que en vano aspiran quienes han visto marcado su destino por la torpe tortura de la intransigencia.
Cuánto mejor el mundo real humanizado, con sus luces y sus sombras, que esa religiosidad sin corazón que intenta conseguir por la fuerza y el miedo lo que la razón no consigue.
Ningún tamaño de la tétrica divinidad podrá apagar el color del deseo y la esperanza con las que una palabra realmente humana nos comunican la joie de vivre.


2) Una reflexión

No ocuparía Dios ningún rincón oscuro
si no le hubiera colocado allí
la tétrica impostura de los hombres oscuros,
la más ciega mirada de los ciegos,
el ansia de imponer la oscuridad
sobre el vuelo más alto de los cuerpos.
Tampoco debería su palabra atribuida
ser como una naturaleza muerta,
la losa de la tumba de toda la alegría,
el cadáver sin luz de los placeres,
la cárcel que aherroja la limpia libertad.
Pero algunos crearon el temor
para castrar la luz de los deseos
y ahora sólo queda robar otras miradas
a los ojos que vieron el gozo de vivir
para encontrar otros caminos limpios
que rescaten a Dios
del odio del verdugo y le conviertan
en la pura metáfora
del más alto deseo de los cuerpos
en el lado más claro del oxímoron
que define la altura de los sueños.


3) Una elaboración

De http://www.artehistoria.com/frames.htm?http://www.artehistoria.com/genios/cuadros/5438.htm copio:

La muerte del padre de Vincent en marzo de 1885 motivará la ejecución de esta obra en la que el artista nos muestra la Biblia de su padre - predicador protestante - abierta por el Libro de Isaías junto a la novela "Joie de vivre" de Emile Zola y una vela apagada. El libro de Zola se considera la obra maestra del Realismo mientras que el padre de Vincent opinaba que era una de las obras más nefastas y peor escritas. La vela apagada une ambos escritos, en un afán de superar la relación paterna para abrirse nuevas metas. París será su próximo destino. Podríamos estar ante una representación de lo antiguo frente a lo nuevo, Vincent frente a Theodorus.

De
http://www.vggallery.com/visitors/major/navarro/28.htm se pueden tomar más datos.

9.5.06

A Jorge León (brindis)

La he de tomar a pulso
con las últimas fuerzas de estas manos,
a veces, ya se sabe, tan cansadas.
Le miraré la hondura de sus ojos
por ver si se atreve a decirme a la cara
lo que a veces me dice cuando cree
que no me entero o que estoy ausente.
La sostendré a la altura a que no pueda
recobrar fuerzas nuevas de la tierra
que fija mi desánimo a mis horas.
La he de desnudar aunque no quiera
para ver donde oculta sus traiciones
que no he de perdonarle.
Lo malo es que al final no me respeta
porque ella sabe bien
que no tendré el valor de abandonarla.
Y eso me da rabia,
su terca prepotencia.
Pero ahora aquí solemnemente digo,
poniendo por testigo a quien lo lea,
que quizá un día la abandone
y la cambie por otra
por mucho que me llore o me suplique.

(Y es que la vida es demasiado altiva
para reconocer
que sólo es vida mía mientras vivo
y que fuera de mi tan sólo es muerte,
la mía por lo menos.
Así que ya lo sabes, vida ,
ten por si acaso tus maletas listas
por si quieres tomarme y ya me he ido,
cansado del desprecio con que ignoras
la entrega con que siempre te he tratado).

8.5.06

Sábado desconectado

Los fines de semana, solemos irnos ella y yo solos a una casita perdida que tenemos entre los árboles de la sierra madrileña. Allí tiene ella las plantas que adora y yo la paz de la distancia entre lo que tengo y lo que busco, el silencio del paisaje inasequible al desaliento de la vida y la pausa extendida donde situar las exactas coordenadas de mi paso entre el ayer y el mañana.
El alba lluviosa, paciente y gris que acoge mis ojos soñolientos me reserva como siempre la sorpresa de mi fiel ordenador portátil con su habitual entrega a mis locos desvaríos. Lo enciendo como siempre. Como siempre el fondo de ojos del escritorio que he fijado me observan con el cariño inmutable de la ocasión que los dejó inmortales en su asombro inocente y entregado.
Pero aquí ya sé que todo es diferente. El sistema se detiene en un tiempo interminable y yo le dejo hacer porque sé muy bien que le pasa algo parecido a lo que a mí, pero seguramente él se siente traicionado en su fidelidad sin reservas. El espacio inclemente le niega las manos que busca desesperadamente e intenta sin éxito todos los posibles enlaces inexorablemente aletargados, inexplicablemente mudos.
Cuando al cabo de un buen rato se rinde me dice, como resentido, que el sistema no sabe por dónde seguir y que tengo que volver a empezar de nuevo.
Así que le pido disculpas y comienzo otra vez a sabiendas de que aún me echará en cara una vez más mi desconsideración diciéndome que se ha tenido que recuperar de un error grave.
Y entonces sé que ha llegado el momento de la verdad en donde soy yo quien ha de comentar lo que aquí escriba con esa antigua desconfianza de quien sabe perfectamente el pie de que cojeo y lo poco que sirven los buenos ojos que habitualmente quieren halagarme.
Claro que al final te queda una acusación burlona: “Si lo que escribes lo haces para que lo lean otros, ¿serás capaz de ser sincero?” Te dices que lo intentas, pero son tantas las cosas que te callas que al final acabas reconociéndolo: “Quizás no debería haberme quedado”.
Claro, también, que inmediatamente admites que, a cambio, la intimidad que pierdes se compensa con la profundidad de las presencias con que poco a poco se disuelve tu soledad.
Y te sientes bien.
Quizás, incluso, mejor.
Que es lo que importa.

4.5.06

Testigo

Vengo del borde estrecho de las horas
en que todo es silencio.
He visto el refulgir de los suspiros
y el brillo de la lágrima en el aire.

También sus alegrías y sonrisas.

He sentido la daga de la tarde
clavada en la agonía en la que huyen las sombras.

También la flor en la que descansamos.

Soy testigo de las huellas
de la ausencia en las gotas de la aurora
y he sentido el ahogo
de la quietud del labio.

También de las presencias y los besos.

Por eso a veces dejo
que exploten los momentos en que mi voz se esconde
y doy rienda suelta
a un tímido arrebol de estrellas en la noche
o a una pálida luz
en la línea tendida que espera la mañana.

Entonces me refugio en la palabra.

Justo en esta palabra que ahora digo.

3.5.06

Regreso

Como si regresaras terminaste.
Pero te das cuenta al llegar
de que no te has marchado nunca
porque no ha sido hogar el viejo sitio
al que llegas después de haberte ido
sino esa compañía que llevabas,
el pasado prestado a que volvías,
ese deseo antiguo de superar banderas,
idiomas, religiones o naciones,
la firme convicción de no querer
tener más patria que aquello que querías.
En el fondo sucede que te sientes
extranjero tan sólo
cuando no tienes manos a que asirte
ni cuerpo a que abrazarte
ni pasos ni miradas que dejar
a quienes quieran repetir tus pasos.

(Al volver me he encontrado con tanto nuevo que leer, tanto agradecimiento que expresar y tan poco tiempo para hacerlo que se me ha ocurrido compartir algo que hasta ahora nunca había hecho: la espontánea, poco elaborada y absolutamente privada reflexión que al principio del día me propongo a modo de conversación conmigo mismo. Leedlo como lo que es. Vaya en este paréntesis todo mi cariño a quienes me leen, me leyeron o me comentaron).